Todos los seres humanos tenemos un universo interior configurado por las experiencias adquiridas en el contacto con el mundo y las demás personas, que también son parte de este mundo interno.
Los pensamientos que elaboramos y los sentimientos que nos conmueven, aunque no tengamos muy claro el origen de ambos, sin duda forman parte de nosotros mismos.
Este conjunto de imágenes que forman el paisaje interno de cada persona hace que, ante un mismo hecho, todos lo veamos de forma diferente. Aunque el bosque sea el mismo, no lo ven del mismo modo un botánico, un poeta, un comerciante de madera o un ecologista. Cada uno va a percibir diferentes aspectos del mismo bosque, de acuerdo con su propio mundo interior.
Tampoco vemos del mismo modo a las personas. Es extraordinario vivir la experiencia de ir conociendo a una persona y, aunque lo hayamos experimentado cientos de veces, siempre es nuevo. Lo mismo sucede con los lugares; conocer una ciudad no es solo recorrer sus calles y encontrar sus rincones más interesantes; es también descubrir su alma.
Todo este proceso de conocer, convivir, compartir, es posible porque existe una comunicación que nos vincula. Así, nos comunicamos con otras personas, con la ciudad, con la Naturaleza y, para todo ello, hay una herramienta fundamental en la conciencia humana: el lenguaje.
No vamos a tratar sobre el origen del lenguaje, tema muy complejo y sobre el cual la ciencia no ha llegado todavía a una respuesta evidente. Más allá de que conozcamos o no su origen, el lenguaje es una herramienta fundamental para el ser humano y se expresa de diferentes modos. Hay lenguaje oral, escrito, gestual, corporal, todos ellos son vehículos de comunicación, unos más completos que otros, unos más eficientes que otros.
Hay, sin embargo, una condición básica para todo lenguaje. Para poder comunicar algo primero debemos verlo nosotros mismos, es decir, debemos tener una imagen de lo que vamos a comunicar. Si solo decimos las palabras, podemos emitir sonidos, pero no estamos realmente comunicando.
Toda idea, sentimiento o experiencia, la tenemos cuando nos hacemos una imagen de ella, cuando la podemos ver con claridad. Si alguien aprende de memoria una definición, no significa que comprenda lo que está diciendo, simplemente ha memorizado cómo suena. Si alguien es capaz de leer un párrafo, no significa que comprenda lo que dice, lo que sabe es el sonido de las letras y sus combinaciones.
Esta es una de las grandes crisis de la educación actual. Muchas personas saben leer, pero muy pocas comprenden lo que leen. A veces porque los que escriben prefieren un lenguaje complicado a un lenguaje que comunique, pero en muchos casos es porque el lector ha aprendido a identificar los sonidos, pero no las ideas que están detrás de las palabras.
Leonardo Santelices A.
Créditos de las imágenes: The San Diego Museum of Art
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Que forma simples de colocar um problema tão complexo de forma sintética, clara e simples. Nos eispeia a melhorar a nova própria maneira de compreender e comunicar.