Título original |
Le fabuleux destin d’Amélie Poulain |
Año |
2001 |
Duración |
120 min. |
Director |
Jean-Pierre Jeunet |
Guión |
Guillaume Laurant, Jean-Pierre Jeunet) |
Música |
Yann Tiersen |
Fotografía |
Bruno Delbonnel |
Reparto |
Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus, Lorella Cravotta, Serge Merlin, Jamel Debbouze, Claire Maurier, Clotilde Mollet, Isabelle Nanty, Dominique Pinon, Artus de Penguern, Yolande Moreau, Urbain Cancelier, Maurice Benichou |
Productora |
Claudie Ossard / UGC |
¿Sería muy exagerado comenzar este breve artículo diciendo que Amelie es lo mejor que he visto en mucho tiempo? Pues es la pura verdad. Amelie es un prodigio de la imaginación, una auténtica delicia para los sentidos, una poesía hecha imágenes, una película que te da felicidad. Que gusto da volver la cara a Europa y descubrir películas como esta. Hartos ya de tanto sexo, tiros y persecuciones, de tanto guión retorcido y efectista, de tanto recurso digital vacío de contenido, de tanta bazofia de importación de Hollywood, produce verdadera satisfacción comprobar que la inventiva no ha muerto, que aún hay artistas entre los cineastas deseando transmitir emociones nobles y sinceras.
Y el hecho de que Jean-Pierre Jeunet sea uno de ellos resulta gratamente sorprendente, teniendo en cuenta su corta filmografía –Delicatessen (1991), La ciudad de los niños perdidos (1995) y Alien resurrección (1997) –, compuesta principalmente por películas todas ellas que destacaron por su imaginativa pero oscura puesta en escena y sobre todo por sus oscuros contenidos, obras en general opresivas y deprimentes. Según el propio realizador, el proyecto de Amelie ya estaba en marcha antes incluso de viajar a Hollywood para la pequeña aventura de realizar la cuarta entrega de la serie Alien, y es el fruto de una necesidad personal, la de realizar una película alegre, que hiciese soñar a la gente, que les diera placer.
Entre tanta destrucción, construir es un verdadero reto. Y esa es la filosofía de Amelie Poulain, la protagonista de la película, una chica como las demás que ha sabido superar su difícil niñez –las escenas de la infancia de Amelie, que hacen de prólogo, son la mejor parte del film– y llevar una vida sencilla trabajando como camarera en una cafetería de Montmartre hasta que el hallazgo fortuito de una lata llena de recuerdos infantiles del anterior inquilino de su piso le revela el objetivo de su vida: arreglar la vida de los demás, aunque para ello rehuse empezar por su propia soledad.
Para conseguirlo, usa toda clase de estratagemas que la permiten intervenir sin ser nunca descubierta. Su portera, la estanquera del bar donde trabaja, el ayudante de la tienda de comestibles, un vecino enfermo que no puede salir de casa. Hasta su propio padre es objeto de las maquinaciones de Amelie –el “viaje por todo el mundo” del gnomo del jardín es una de las partes más divertidas–. Todo funciona de maravilla hasta que Amelie se cruza con Nino, el fantasma de un túnel de terror, cajero en un sex shop a tiempo parcial, que colecciona las fotos abandonadas en los fotomatones. Amelie se sentirá fascinada por Nino, pero se sentirá incapaz de establecer una relación con él e iniciará un divertido juego al escondite antes de descubrir la verdad.
La infinidad de detalles, matices e ideas que te ametrallan durante toda la proyección es imposible de enumerar. Causas y efectos se van concatenando unos tras otros, en progresión geométrica, hasta establecer un mágico nexo de unión entre un insecto aplastado contra el asfalto y una pareja de enamorados paseando en moto por las calles de París. Con una habilidad maestra, Jean-Pierre Jeunet nos introduce en el universo personal de Amelie, que en gran parte le debe su encanto a la deliciosa interpretación de la actriz que le da vida, Audrey Tautou, poseedora de una dulzura especial que automáticamente te evoca la fragilidad y la belleza de la inolvidable Audrey Hepburn, paseando por las calles de Roma junto a Gregory Peck. Entre Jeunet y Audrey Tautou, te obligan a renunciar a cualquier tipo de lógica o racionalismo, y dejas volar la imaginación que te arrastra por un torbellino de emociones sencillas, pero a la vez inmensas de contenido y profundidad. Mi recomendación sincera es que no dejéis de ver esta fábula, este cuento de hadas, esta fantasía luminosa que te hace salir del cine con una sonrisa en los labios.
Si alguna de las imágenes usadas en este artículo están en violación de un derecho de autor, por favor póngase en contacto con nosotros.
Me parece una excelente idea que se publiquen artículos relacionados a películas con un contenido que invite a reflexionar. Me gustaría que se publiquen artículos de películas más actuales como “El Principito”, “Divergentes”, “Los cuatro fantásticos”, “El francotirador” que son películas más actuales y que sean del gusto de los jóvenes, y que en ellas se incluya el mensaje que podemos rescatar y así motivar a verlas y despertar más inquietudes que podemos responder en las clases de Filosofía.
Un abrazo fraterno…