El primer color del Arco Iris es tan terrorífico como atractivo. Es la pasión, la violencia, la agresividad, la codicia, la guerra. Pero es también acción y poder, realeza, el color de la sangre transmisora de vida que hace esencialmente iguales a todos los hombres, sean de la raza que sean; es la espada refulgente de la voluntad y la rosa de la alquimia, como emblemas del amor y el sacrificio.
Tiene sus correspondencias con el principio universal de la acción como medio de redención, con el fuego que todo lo consume, purifica y renueva, con el planeta Marte y con la primavera, con el hierro y el rubí.
En India, el rojo corresponde al principio universal de la acción, al calor luminoso del fuego. En Japón, es usado casi exclusivamente por las mujeres, como símbolo de felicidad y de autenticidad. En China es el color de la vida, del fuego, de la sangre y de la unión, y en Egipto está asociado, junto con el verde, a Hator y a Isis como diosas madres, dadoras de vida, de protección y calor a todos sus hijos. El nudo rojo de Isis, Tyet, es la atadura universal que une a todos los seres.
Hoy día, en la alta costura es, junto con el negro, el color básico: el rojo crea contornos y diseña, anuncia algo que invita a detenerse a quien lo mira. Esto mismo es utilizado también en la publicidad orquestada por el materialismo de la economía de los países más ricos, para llamar la atención y manipular más fácilmente al sufrido consumidor sobre algo nuevo, cálido, positivo, que casi le va a cambiar la vida si obedece las consignas del sistema, si se deja dominar por ese deseo compulsivo que le induce a la “necesidad” de comprar y tener más y más, siendo, para desgracia nuestra, cada vez menos y menos los que se sienten realmente libres.
Pero sigamos con los clásicos y volvamos a Grecia. Las nubes, cuando están saturadas, son superficies de agua negra de las cuales, decía Aristóteles, proviene el primer color del Arco Iris, pues la luz, vista a través del negro, se torna roja. Al ser estas nubes hendidas por el rayo fecundante de Zeus, derraman sobre la Tierra el agua de la vida, haciendo también que surja el Arco Iris en todo su esplendor y belleza, al unirse el agua y la luz, creando este símbolo de unión entre el Cielo y la Tierra.
Hay en cada toque de rojo un poco de nosotros mismos, de nuestra propia sangre y en cada gota de sangre está nuestra voluntad de compartir con toda la Humanidad los ideales más hermosos de nobleza y solidaridad.
Si alguna de las imágenes usadas en este artículo están en violación de un derecho de autor, por favor póngase en contacto con nosotros.
Maravilloso, enjundioso y poético este escrito sobre el color rojo.
Gracias de nuevo.