En los escritos homéricos este número tiene un valor ritual. Deméter recorre el mundo durante nueve días en busca de su hija Perséfone; Leto sufre durante nueve días y nueve noches los dolores del parto para dar a luz a los gemelos Apolo y Artemisa; las nueve Musas han nacido de Zeus en nueve noches consecutivas de amor con Mnemosine. El nueve parece ser así la medida de las gestaciones y las búsquedas fructuosas, y por tanto simboliza el coronamiento de los esfuerzos, el término de una creación.
También el nueve interviene frecuentemente en la imagen del mundo descrita en la Teogonía de Hesíodo. Nueve días y nueve noches son la medida del tiempo que separa el cielo de la tierra y ésta del infierno: “Un yunque de bronce cae del cielo durante nueve días y nueva noches antes de alcanzar, al décimo día, la tierra; y asimismo un yunque de bronce cae de la tierra durante nueve días y nueve noches antes de alcanzar, al décimo día, el Tártaro”. También advierte Hesíodo que el castigo de los dioses perjuros es permanecer nueve años lejos del Olimpo, apartados del lugar donde se asienta el consejo y se celebra el banquete de las divinidades.
Según Dioniso Areopagita, los ángeles están jerarquizados en nueve coros, o tres tríadas: la perfección de la perfección, el orden en el orden, la unidad en la unidad.
Nueve es uno de los números de las esferas celestes y, simétricamente, también el de los círculos infernales. Esta es la razón de los nueve nudos del bambú taoísta y la de los nueve grados del trono imperial chino, ya que, según todas las tradiciones, tanto orientales como occidentales, el microcosmos está hecho a imagen del macrocosmos. Los cielos budistas son igualmente nueve, y el cielo chino tiene nueve alturas y 9999 esquinas. Nueve es el número de la plenitud y también la medida del espacio chino. No es casual que el Tao-te King cuente con 81 capítulos (9 por 9).
Según el esoterismo islámico, descender nueve escalones sin caerse significa haber dominado los nueve sentidos. También el nueve es el número que, correspondiendo a las nueve aberturas del hombre, simboliza las vías de su comunicación con el mundo.
Entre los aztecas, el rey Nezahualcoyotl construyó un templo de nueve plantas para designar las nueve etapas que debía recorrer el alma antes de alcanzar el reposo eterno. Para ellos el nueve es la cifra simbólica de las cosas nocturnas e infernales. Entre los mayas, nueve es la cifra sagrada de la diosa luna y Bolon Tiku (diosa nueve) es la diosa de la luna llena.
Al nueve se le ha llamado el número del hombre, pues su gestación dura nueve meses, tras los cuales el bebé está listo para iniciar una vida con nuevas posibilidades en el mundo manifestado. Al sumar todos los números de nuestro sistema se obtiene la cifra 45 (1+2+3+4+5+6+7+8+9=45) que sumada da 9, de ahí que se le llame “el perfecto”.
En resumen, el nueve es el símbolo de la multiplicidad que, finalizada una etapa, retorna a la unidad y es, por extensión, el de la solidaridad cósmica y la redención para emprender un nuevo ciclo de perfeccionamiento.
Créditos de las imágenes: Wereldburger758
Si alguna de las imágenes usadas en este artículo están en violación de un derecho de autor, por favor póngase en contacto con nosotros.
Bello.