La conquista de Draupadi

Autor: José Carlos Fernández

publicado el 19-03-2021

Una de las escenas más emotivas del Mahabhrata es cuando el héroe Arjuna conquista en una competición entre kshatryas a la princesa Draupadi, “nacida del fuego”. Está narrada en el Adi Parva, en el libro 12, llamado swayambara, que significa, precisamente “elección de marido”. Los reyes han sido convocados por el rey de Panchala para desposar a su hija. Sólo aquel que consiga tensar un arco mágico y lanzar con éxito cinco flechas al ojo de un pez que gira en una rueda en lo alto, tendrá derecho a hacerlo. Aunque en la versión del Mahabharata no se especifica, por lo menos en este capítulo, el aspirante debe hacerlo sin mirar directamente a dicho artificio, sino sólo su imagen reflejada en un espejo de agua.

DraupadiSe describe como todos los reyes son humillados en la tarea, incapaces ni siquiera de armar el arco prodigioso, y caen, de rodillas y exhaustos del esfuerzo. El único que lo consigue es Karna, hijo del Sol (Surya), enemigo, y sin saberlo, hermano de los 5 Pandavas, pero la “eternamente joven”[1] le rechaza por ser de una casta inferior[2], y él deja el arco avergonzado.

Después de Karna, el arquero más excelso de la época, nadie osa ya intentarlo.

Después de que los Kurus tentasen asesinar a los Pandavas en el Palacio de Laca, quemándolos, estos habían huido, haciendo creer a sus enemigos que estaban muertos. Y vagaban por el bosque, juntos, disfrazados de brahmanes. Es con esta condición, y agotadas las tentativas kchatryas, que Arjuna da un paso al frente y pide permiso para intentarlo. Lo que produce una conmoción entre los reyes, pues si ellos no lo habían conseguido, cómo un brahman podía tener la audacia de intentarlo.

Arjuna tensa el arco en un parpadeo y dispara certeras las cinco flechas en el ojo del pez, que cae al suelo.

Los reyes, irritados se abalanzan sobre el rey anfitrión, porque pecado es hacerlo sobre un brahmán, pero Arjuna y Bhima lo defienden como encarnaciones del Dios de la Guerra, hasta que Krishna que sabía quiénes eran, pero no lo dice, apacigua a toda la concurrencia.

La escena, en el Mahabharata dura unas 3 páginas, y en la última versión, del 2013 y 267 capítulos, más de media hora, con una gran tensión dramática.

De gran importancia ha de ser el simbolismo en una escena tan llamativa. Y un simbolismo polivalente.

Desde una perspectiva, quizás, siendo la bellísima Draupadi la Luz Espiritual, Budhi, y de ahí el nombre de Krishná[3], y Arjuna la conciencia humana -crucificada entre la materia y el espíritu- la conquista de Draupadi significa la conquista de la Mente Superior (Manas, o sea, la Mente Iluminada por la Luz Espiritual, como el término Bodhichitta budista). Draupadi es la virgen nacida del fuego, y se convierte en el sentido de la vida y el alma de los 5 Pandavas. Se desposa con los 5, que actúan siempre en perfecta armonía, como los dedos de una mano.

Según esta perspectiva el PEZ representa el planeta Venus, la esencia de la Belleza y de la Mente para percibirla, y del Amor que en ella despierta. En la estancia VII, sloka 5 de la Cosmogénesis de H.P.Blavatsky (posiblemente los textos del Kalachakra) se dice:

“Ella -la Chispa de Eternidad en Alma Humana- viaja a través de los Siete Mundos de Maya. Se detiene en el primero y es un Metal y una Piedra; para en el segundo y hela convertida en una Planta; la Planta gira a través de siete cambios y viene a ser un Animal Sagrado. De los atributos combinados de todos ellos, se forma Manú, el Pensador. ¿Quién lo forma? Las Siete vidas y la vida Una. ¿Quién lo completa? El Quíntuple Lha. ¿Y quién perfecciona el último Cuerpo? Pez, Pecado y Soma…”

PEZ es Venus, que rige la mente pura e iluminada. PECADO es la condición del alma encarnada, o sea la mente impura, el Ahamkara, la raíz del egoísmo. SOMA es la condición lunar o material de la personalidad, incluyendo todos sus elementos físicos, vitales y psíquicos.

Igual que un pez centellea en el mar, así lo hace el planeta Venus en el mar sin orillas del espacio. Recordemos también que en Astrología, Venus está exaltado en Piscis, el signo de la disolución y del acceso a lo espiritual. Hacer que el Pez descienda a Tierra es un símbolo semejante al descenso del Fuego de Prometeo, o mejor, a la conquista de la condición divina que permite a Hércules liberar al Titán encadenado. Las cinco flechas pueden ser la victoria de la voluntad y el pensamiento sobre los cinco sentidos, todos unificados en la mente. El dios Kama, del Amor, es el de las flechas floridas. El que conquista tal condición es sabio y guerrero a un tiempo, como el mismo Arjuna, que siendo kchatrya lleva las vestes de un brahmán.

El tener que apuntar mirando la imagen del pez en el espejo, es también muy sugerente, es en el espejo de nuestra mente limitada donde se refleja este Fuego espiritual que el Pez representa, y sólo perfectamente en calma puede ser útil al cazador de los Sueños Imposibles. Tal y como refiere la misma H.P.Blavatsky:

“La percepción de todo hecho externo puede ser, como ya hemos demostrado, en la mejor de las hipotesis, sólo una verdad relativa, un rayo de la verdad absoluta puede reflejarse únicamente en el espejo inmaculado de su propia llama, nuestra conciencia Espiritual superior”[4]

Pero en otra clave el significado es exactamente el contrario. Draupadi, vestida generalmente de rojo, y como el fuego, es “la vida encarnada” de la personalidad. Es por ella y la necesidad de vengar las ofensas en ella vertidas que actúa el Karma, o sea, que comienza la Gran Guerra que va a destruir casi toda vida en el Kurukshetra, el campo de batalla. “Eternamente joven” porque la vida material es realmente así, aunque los vehículos que se bañan en ella sean cada vez más inoperantes. Asociada a la actividad de los sentidos, y es esto lo que significarían las 5 flechas, el deseo de existir, que ata la mente al reino de la necesidad. Vida inmarcesible a la que nunca veremos en su verdadera desnudez, y a quien ofende una y otra vez el juego de dados que simboliza el destino. Por ella la mente -representada por los cinco Pandavas- entra en la vida para redimirse y continuar el aprendizaje en base a la experiencia y la purificación.

En este caso el pez que muere con sus ojos penetrados por cinco flechas, y cae, sobre la tierra, es el alma divina que deja de agitarse libre en un mar de belleza y misterio y sucumbe víctima de los cinco sentidos. Y en esta versión, quizás como en la original del Mahabharata, no es mirando en un espejo, sino directamente como es herido por las flechas de Arjuna, por la necesidad de Ser que empuja la evolución del alma humana, y que hace que caiga como la lluvia para bendecir la tierra con sus frutos.

Notas

[1] Nityayuvani, literalmente “eternamente joven”, “que no puede envejecer”, uno de los nombres de Draupadi..

[2] Aunque en realidad hijo de un Dios y una princesa kchatrya, fue abandonado al nacer y criado por un cochero.

[3] De color “azul oscuro” como la noche, color muchas veces asociado al amor y a la sabiduría, como en el Himno a la Noche de Novalis.

[4] Del artículo de H.P.Blavatsky “What is Truth?”

Créditos de las imágenes: Baddu676

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