Dante Alighieri y La divina comedia

Autor: José Antunes

publicado el 15-12-2021

Dante Alighieri fue una de las más notables figuras de la época prerrenacentista. Contemporáneo de célebres personajes de Europa, como Giotto, Marco Polo o Alfonso X el Sabio, vivió en una época muy conturbada en la península itálica; las ciudades guerreaban entre sí y, en su gran mayoría, no tenían internamente la menor cohesión política.

Dante Alighieri

La Divina Commedia di Dante. Óleo de Domenico di Michelino (1417–1491) en la catedral de Florencia.
Dante sostiene una copia de la Divina Comedia junto a la entrada al Infierno, las siete terrazas del Monte Purgatorio y la ciudad de Florencia, con las esferas del Cielo arriba.

Nacido en la ciudad de Florencia en mayo de 1265, su infancia sufrirá de lleno las agitaciones e incomprensión de sus contemporáneos. Su familia participó activamente en la historia de la ciudad. Cacciaguida, bisabuelo de Dante, fue armado caballero por el emperador Conrado III, a quien siguió a Tierra Santa. Contrajo nupcias luego con Aldiguiera, de la familia de los Aldighieri, de Ferrara, adoptando ese nombre, que más tarde se convirtió en Alighieri. Bellincione, nieto de Cacciaguida, contrajo matrimonio con Dona Bella, de cuya unión nació Dante.

Bellincione era un pequeño propietario de tierras y su madre murió pocos años después del nacimiento de Dante. Un nuevo matrimonio del padre le regaló tres hermanos, con los que mantuvo siempre buenas relaciones.

A la edad de nueve años conoce a la pequeña Beatriz, pocos meses más joven que él, que, con el correr de los años, llegaría a ser la musa inspiradora del poeta.

Respecto a su formación escolástica, sabemos que desde muy joven frecuentó las escuelas de Florencia, pero la mayor contribución fue, sin duda, la convivencia con Brunetto Latini, hombre apasionado por las letras asiduo a los mayores centros culturales de Europa.

A los dieciocho años Dante vuelve a encontrar a Beatriz, que le anima e inspira para la creación poética, iniciando así su actividad como escritor.

Tuvo en todo momento una vida activa y agitada. Formando parte de los feditori, los caballeros destinados al asalto, defendió valerosamente su ciudad contra el asedio de los gibelinos, el año 1289. También combatió en la batalla de Campaldino y tomó parte, ese mismo año en la batalla de Caprona.

En el año 1290 muere Beatriz, lo que sume a Dante en una profunda tristeza, llevándole a buscar consuelo en la lectura de autores clásicos. Posteriormente, casó con Gema Donati, a quien la familia le ligara desde niño, buscando así una mínima estabilidad familiar; ello no le impidió, sin embargo, continuar su actividad en los círculos intelectuales de Florencia.

La ciudad pasaba en esta época por un periodo de profundas agitaciones políticas. Era notoria la rivalidad entre la burguesía naciente y la vieja nobleza, representados por dos poderosas familias: los Cerchi y los Donati. Aquellos hicieron gran riqueza con el comercio, mientras los Donati ya eran ricos y pertenecían a una antigua estirpe. La rivalidad se acentuó con la lucha por el poder en la ciudad.

Es en esta ocasión cuando Dante se sumerge por primera vez en el mundo político del entorno, ocupando un cargo público; situación difícil para la naturaleza de un hombre que sueña con sobreponerse a todo tipo de facciones para que realmente prevalezcan los intereses de la ciudad; finalmente, acabó por tomar partido por la facción de los blancos (así eran designados los partidarios de los Cerchi, mientras la otra facción eran llamados negros) para oponerse a los intereses de Bonifacio VIII, que tenía el objetivo de apoderarse de la Toscana.

En el año 1301 es enviado a Roma como miembro de una embajada. El Papa, habiéndose apercibido de que Dante era un temible adversario de sus intereses, no le dejó partir. Entretanto, la situación cambia súbitamente en Florencia. Los negros vencen, expulsan a los blancos incendiando sus casas y condenan a los ausentes en rebeldía.

Se inicia así un exilio que mantendrá al célebre florentino lejos de su patria durante toda la vida. Recorrió toda Italia soñando siempre con el regreso a Florencia y con una idea sumamente avanzada para la época: la unificación de la península itálica.

En 1310 llega a Italia Enrique VII de Luxemburgo, el poderoso emperador que intentará pacificar las ciudades italianas, unificándolas bajo su dominio. Pero son los propios florentinos los que desencadenan un movimiento opuesto a esta idea y que, en poco tiempo, cundió por toda Italia poniendo fin a esta tentativa.

Frecuentando ciudad tras ciudad, Dante pasa los últimos años de su vida en Rávena, donde obtuvo una cátedra en la universidad. En 1321, al regreso de un viaje a Venecia, donde había ido como embajador del señor de Rávena, Dante enferma gravemente, falleciendo en la noche del 13 de septiembre.

Hombre de superiores cualidades, Dante va a alcanzar esa inmortalidad artística a través de su vasta obra, y más concretamente de “La divina comedia”, que lo ha convertido en uno de los mayores escritores de todos los tiempos.

Integrando múltiples disciplinas culturales, desde la retórica hasta la política, pasando por la poesía, la mitología, la Historia, la astronomía, la física, la astrología, etc., Dante a logrado transmitirnos no solo la experiencia de un hombre de su época con una carga vital rica en matices, sino también las impresiones anímicas y las inquietudes espirituales del hombre de todos los tiempos.

Su primera obra, Vida nueva, es un trabajo en poesía y en prosa cuyo tema es su gran amor por Beatriz. Las poesías son comentadas o introducidas por fragmentos en prosa donde el autor desarrolla su elevado sentimiento de amor; no un amor inferior, sino un amor platónico que el poeta descubre dentro de sí mismo y que transmite a través de sus versos. Este amor por Beatriz alcanzará una dimensión más elevada en la última parte de “La divina comedia”.

La convivencia, compuesta en los años que van de 1304 a 1307, es una de las primeras obras que Dante escribe fuera de su tierra natal, obra en la cual da amplia muestra de su vasto conocimiento y saber; está escrita en prosa y los temas son extraídos de pequeñas composiciones poéticas que los preceden. Dante proyectó quince tratados para “La convivencia”, pero solamente cuatro fueron escritos, siendo el primero una introducción.

Escribe por primera vez en lengua italiana, pues en su época este tipo de obras eran escritas en latín, considerada la lengua madre del conocimiento. Dante intenta hacer llegar este conocimiento a todos los hombres, desde príncipes y caballeros hasta el pueblo llano, acercando igualmente su obra a la mujer.

Uno de los conceptos que emerge con mayor claridad y limpieza en esta obra es el de la nobleza, que es “la perfección de la propia naturaleza en cada cosa”. No se hereda, no proviene de la estirpe, ni del tiempo, ni de las riquezas, pero sí del alma, y contiene en sí, además de las virtudes morales e intelectuales, las buenas disposiciones naturales, la bondad, los sentimientos generosos. Ella, la nobleza, es después sublimada por la gracia santificante y se vuelve simiente de vida feliz, que se desenvuelve, primero naturalmente y después racionalmente “llevando hasta Dios el alma por Dios creada”.

La vulgar elocuencia es un tratado de filología, compuesto en dos volúmenes. Dante explica el lenguaje en su origen de una sola raíz, que se fue multiplicando más y más hasta llegar a los dialectos particulares. Hace distinción entre los lenguajes culto y popular; distingue en la poesía las variadas formas métricas, los versos, los estilos, etc. Preconiza la existencia de una lengua común en toda la península itálica, lo que significaría, asimismo, la existencia de una nación, concepto altamente revolucionario y casi inexistente en la época puramente feudal de su tiempo.

Monarquía es un tratado político-filosófico, escrito en latín, en el cual Dante expone sus ideas sociales. Al excesivo partidismo de la época, opone el concepto de un gobierno universal representado por un emperador que unifique todos los países y naciones. El emperador o monarca imperará sobre todos los reyes, ministros o jefes de los pueblos, y procediendo según los cánones de la justicia, velará por el mantenimiento de la ley universal, y su vida será ejemplo constante para todos aquellos que amorosamente arropa bajo su égida. Así, la Humanidad alcanzaría altas cotas de paz y justicia social, en armonía con esa gran ley universal, tantas veces presentida.

Aún podemos encontrar otras obras menores de Dante, la mayoría de ellas a título póstumo, reunidas y publicadas más tarde: las Églogas, las Epístolas, las Rimas y la Cuestión del agua y de la tierra. Simples documentos de la actividad intelectual del poeta en los medios cultos de la época.

La divina comedia

Es la obra primordial de Dante. Iniciada alrededor de 1307, trabajó en ella durante el resto de su vida. Se trata de un poema compuesto por tres partes: la primera contiene treinta y cuatro cantos, y las otras dos partes, treinta y tres cantos cada una, totalizando cien cantos. Todo ello obedece a razones de numerología esotérica: 3, 33, 100, son cifras portadoras de un profundo simbolismo. El poema está escrito en tercetos de versos endecasílabos con rima encadenada. Las construcciones métricas presentan una calidad formal francamente difícil de superar. El título original de la obra era simplemente “Comedia”, pero más tarde los editores juzgaron oportuno cambiarlo por el de “La divina comedia”.

Es en esta obra, en la que Dante despliega todo el conocimiento y sabiduría que su propio esfuerzo, junto con su formación humanista y su aprendizaje en fraternidades secretas, había ido forjando año tras año. El genial florentino adapta el saber tradicional a la forma religiosa vigente, para que la eterna cadena del conocimiento sobreviviese a su época y pudiese llegar intacta a las futuras generaciones de buscadores y discípulos. Rica en simbolismo, “La divina comedia” está perfectamente adaptada al cristianismo, puede ser leída y disfrutada por todos; unos entenderán únicamente la cobertura de que está revestida la obra, otros lograrán ver más allá, cada cual según sus posibilidades de beber en la fuente inagotable de su simbología. De igual modo sucede con la Naturaleza, libro abierto para aquel que sepa leer en sus páginas, mientras que para la mayoría, desgraciadamente, es un código indescifrable, inaccesible a los ojos inhabituados.

En la “Comedia”, Dante relata todo el proceso de aceleración de la evolución humana, o sea, el proceso iniciático, desde el descenso a los mundos inferiores hasta la contemplación del plano divino, proceso que es dividido en tres partes, conforme a la ortodoxia católica: Infierno, Purgatorio y Paraíso.

En la primera parte, Dante explica cómo, hallándose perdido en una floresta oscura, intenta en vano subir a una colina u otero iluminada por los rayos del sol naciente, pero encuentra tres fieras frente a sí que le impiden seguir avanzando. Aparece entonces Virgilio, el gran poeta latino, que será su guía espiritual en las dos primeras partes de la odisea que Dante tendrá que recorrer. Virgilio lo tranquiliza ofreciéndose para llevárselo de allí, un privilegio concedido a Dante por la oración de Beatriz, para que pueda recorrer el largo y tortuoso sendero que, a través del Infierno y del Purgatorio, conduce al inmortal Reino de los Bienaventurados.

Es así como Dante se encuentra en el camino de la Vía Fatale, sobre cuyos portales se encuentra grabado:

Por mí se va a la ciudad doliente, por mí se va hasta el eterno tormento, por mí se va a vivir con la perdida gente.

El alma peregrina se encuentra ante el primer paso: atravesar la terrible puerta para entrar en los mundos inferiores. Para ello es necesaria toda una preparación y purificación que le impida precipitarse en los bajos dominios. Es la inspiración amorosa que lleva a Dante a actuar, pero es un amor platónico, nacido de Venus Urania[1].

Es necesaria la “acción” para que todo el proceso se inicie; el camino del conocimiento es el camino de la acción por la superación, y el poeta tendrá que recorrer todo el largo camino hasta llegar al conocimiento supremo.

En las dos primeras partes del poema, Dante es conducido por Virgilio, símbolo de la razón, del conocimiento, de la tradición, de toda la herencia cultural de los antiguos. Es la etapa en que el hombre necesita del apoyo exterior para avanzar por el tortuoso camino.

Después de estas etapas, el poeta camina acompañado de Beatriz, que le conducirá hasta el final de toda la odisea. Beatriz es Venus Urania, la gran pasión del hombre por aquella parte suya que le contempla: el espíritu o alma inmortal. En esta fase, el discípulo no necesita del apoyo exterior del maestro, puede desenvolverse relativamente solo en la conquista de la esencia perdida en los tiempos remotos.

Tras esta conquista, Dante entra en el Reino de los Bienaventurados, donde habitan los dioses, los ases, el Paraíso cristiano, el Amenti egipcio, el Nirvana de Buda. Distintas terminologías para expresar todas la misma realidad: lo inexpresable.

 

Notas

[1] Véase Plotino, Enéadas. Venus Urania es hija de Zeus, de la Inteligencia Pura, y simboliza el Amor perfecto del alma que se extasía en la contemplación del primer Ser, por contraposición a Pandemus, enamorada del resplandor que brilla sobre las cosas sensibles

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