Sobre el rumor (Virgilio – La Eneida)
Aquel fue el primer día de la muerte y la causa primera de las desgracias; pues ya no se deja llevar Dido de las apariencias o del buen crédito, ni continúa pensando en un amor secreto; habla de matrimonio; con este nombre tergiversó su culpabilidad. Al punto se extiende el rumor por las grandes ciudades de Libia; el rumor, un mal como no hay otro más que él; crece con el movimiento y cobra fuerzas al caminar; minúsculo al principio, por el miedo; luego, se eleva al aire, y anda por el suelo y esconde la cabeza entre las nubes. La madre Tierra, enojada y airada con los dioses, lo engendró el último, según dicen, siendo hermano de Ceo y Encélado, veloz de pies y de rápidas alas, monstruo espantable, descomunal, que posee tantos ojos vigilantes debajo de cuantas plumas tiene en el cuerpo (cosa que causa espanto decirla), a la que le suenan otras tantas lenguas y otras tantas bocas, y que debajo pone tiesas otras tantas orejas. Vuela de noche a la sombra entre el cielo y la tierra, cuchicheando, y no cierra sus ojos al dulce sueño. De día está sentado como un guardián, o en los tejados, encima de una casa, o en las altas torres, y aterroriza a las grandes ciudades, tan tenaz con lo falso y maligno, como mensajero de la verdad. Este llenaba entonces los pueblos con conversaciones múltiples, lleno de gozo, y pregonaba igualmente lo que era objetivo como lo que no lo era: que había llegado Eneas, vástago de la raza troyana y la hermosa Dido se dignaba unirse con este héroe; …
Poderoso enemigo es este, pues aquellos que caen en sus redes dudosamente recobrarán la libertad, y en el improbable caso de que así sea, las marcas del suplicio no se apartarán de su espíritu.
Depredador voraz, no hace distinciones entre sus prisioneros, ya sean grandes o pequeños, ricos o pobres, individuos o asociaciones. No reconoce a los amigos ni los lazos más sagrados, y sus límites son tan extensos como la ignorancia de lo que se desconoce o se teme.
¿Se puede luchar contra el rumor? Debemos hacerlo, pues de lo contrario pasamos a ser sus posibles víctimas. Y, además, para todo ser humano que ansía acercarse a la Justicia y al Bien, el rumor es una piedra que tendrá que sortear en su camino.
Pero no podemos luchar con sus mismas armas.
No debemos fomentar rumores y malevolencia, ni generar desconfianza allá por donde pasamos.
El rumor se sirve de la oscuridad, del susurro, de suposiciones indemostrables, de falsos testimonios, de fingidas lágrimas y congojas, de falsas intenciones y ocultos propósitos.
¿Entonces?
Lo más importante es no quedar paralizado, ni sucumbir a las ganas de esconderse. Se tiene que mostrar claridad y confianza, mostrarse a plena luz del sol y que sean los propios actos los mejores argumentos en favor de la verdad.
Lo óptimo es mostrar una elegancia natural en todos los ámbitos y en cualquier tipo de situación, usar palabras sin ambigüedades, y poseer nobleza de espíritu.
Al fin y al cabo, el rumor es un arma usada por los subversivos, o por los poderosos manipuladores, o por los temerosos. Todo son diferentes formas de debilidad que indican una real ausencia de fuerza moral (virtus). Y esta es la parte positiva para los que son víctimas del rumor: pueden desarrollar sus fuerzas internas, darles vida, y aprender a aprovechar cualquier tipo de circunstancia para fortalecerse.
“Me desagrada.
¿Por qué?
No estoy a su altura…
¿Ha respondido así alguna vez un hombre?” F. Nietzsche
“Quien con monstruos lucha, que se cuide de convertirse a su vez en un monstruo” F. Nietzsche
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