Como nos cuenta Aristóteles, (Política, 1259a), Tales de Mileto tuvo que soportar durante años las burlas de quienes pensaban que sus muchas horas de trabajos, investigación y amor a la sabiduría eran inútiles. Pero un día decidió sacar rendimiento a su sabiduría. Sus conocimientos astronómicos y las observaciones meteorológicas le sirvieron para saber antes que nadie que la siguiente cosecha de aceitunas sería magnífica. Reunió el dinero que fue capaz y arrendó todas las prensas de aceitunas que había en Mileto y Quíos. La cosecha fue, efectivamente, buenísima, y todos los demás agricultores tuvieron que pagarle, por usar las prensas. Así demostró que es fácil para los filósofos enriquecerse, si quieren, pero no es eso por lo que se afanan.
Créditos de las imágenes: Lavallen
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