Nada más interesante que retomar otra vez el ritmo de trabajo y actividad tras el período de verano…. Si bien es cierto que durante todo el año todos anhelamos el descanso de las vacaciones, también es cierto que poca gente sabe cómo aprovechar exactamente su tiempo libre, y termina por rehuir esas difíciles horas que no se saben llenar.
Por eso, el otoño y el reinicio del trabajo en todos los ámbitos, vuelve a ocuparnos y a preocuparnos, dándonos la exacta medida de nosotros mismos.
No obstante, no puedo por menos que recordar que la palabra “Escuela”, que define a Nueva Acrópolis, proviene de una raíz griega cuyo significado se aproxima al de “ocio”. No se trata de un ocio al estilo del siglo XX, ni siquiera al de los tiempos que nos precedieron en varios siglos. Es un ocio en donde el tiempo libre está unido a la actividad del espíritu, en donde el descanso del esfuerzo físico se suple con el trabajo superior y el desenvolvimiento del alma.
Platón nos dejó un valioso modelo de “ocio” en sus Diálogos. Es emocionante leer aquellos pasajes en que varios amigos, al caer la tarde, se reúnen para reponerse de la fatiga diaria, y una vez higienizados y confortablemente sentados en los patios de sus casas, se disponen a conversar sobre temas trascendentales y fundamentales, ansiosos de acercarse a la Verdad a través de sus razonamientos.
Ese es el tiempo libre que soñamos los filósofos. Envidiamos aquel esquema, expuesto por Platón, que dividía el día en cuatro partes, dejando iguales tiempos para trabajar, para comer e higienizarse, para dormir y para los “divinos ocios”. Estos últimos son los que nos faltan, y es por esa falta que todas las demás actividades humanas tienden a resquebrajarse.
Hoy el tiempo libre es bueno como novedad, y es empalagoso y triste en cuanto se prolonga. Hoy caben pocas posibilidades, que se resumen en el embrutecimiento, el adormilamiento de la personalidad, para evitar todo contacto con nuestro propio Yo interior. Nada más temible que esas horas en que, sin compañía segura podemos llegar a pensar en nosotros mismos… Nuestro tiempo libre se ha convertido en una pesada cruz, de la cual se escapa por medio de todos los vicios que se nos proponen a guisa de “modernismo”.
Es necesario devolver valor a nuestro descanso, a nuestro tiempo, a las horas que nos pertenecen para entablar diálogos con nuestro ser profundo. No debemos tenernos miedo: al contrario, debemos conocernos y aprender a vivir con nosotros mismos, única y fundamental premisa para mejorar el acceso a la convivencia humana general.
En este periodo de trabajo que se inicia, Nueva Acrópolis te invita a disfrutar del mejor de los “ocios”; reemprende con entusiasmo y decisión la tarea de conocerte a ti mismo.
Créditos de las imágenes: Bruce Matsunaga
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