Cuenta Ascanio que Pirrón introdujo la filosofía de la inaprehensibilidad y la suspensión del juicio.
Este filósofo escéptico, decía que nada es bello ni feo, ni justo ni injusto; que nada existe en verdad y que todos los hombres actúan por convención o costumbre, pues cada cosa no es más esto que aquello. Pirrón siguió estos principios en su vida, pues no evitaba ni se cuidaba de nada, sino que le hacía frente a todo, sin hacer caso a sus sensaciones.
Se aislaba y era solitario, mostrándose raramente a sus familiares. Hacía esto por haber escuchado a un sabio hindú (Pirrón fue uno de los sabios que acompañó a Alejandro Magno en sus expediciones) reprocharle a Anaxarco que, mientras se ocupara de la corte del rey, no podría enseñar a nadie a ser bueno. Permanecía siempre en el mismo estado, de modo que si alguien lo dejaba en medio de una charla, acababa el discurso para sí mismo.
De su imperturbabilidad, ya hemos hablado en otro momento.
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