Es curioso el observar cómo los estudiosos del llamado Renacimiento italiano se maravillan ante las creaciones artísticas y descubrimientos científicos del período, pero no atinan a comprender en su plenitud la importancia de la labor realizada por decenas de filósofos inspirados en las tradiciones del mundo clásico. Tome el lector cualquier Historia de la Filosofía y verá cuan poco espacio se dedica al período dando la impresión de que el Renacimiento fue rico en todo menos en filosofía.
Aparte del llamado humanismo, la filosofía renacentista solo ha suscitado el interés de unos pocos especialistas como Kristeller, quien pese a ser un renombrado estudioso de la filosofía renacentista comenta que
desde Jacob Burckhardt la mayoría de los historiadores sobre el Renacimiento han prestado poca atención al pensamiento filosófico del período, y los historiadores de la filosofía, en sus cursos y libros de textos, aún tienden a saltar con algunos pocos y a menudo confusos comentarios desde Tomás de Aquino o Guillermo de Ockham a Bacon y Descartes. Existen algunas razones plausibles para esta situación. El Renacimiento no parece haber producido filósofos de primer orden, y aunque existieron muchos pensadores interesantes, su obra parece carecer de importancia pues fue supercedida cuando la ciencia y filosofía modernas recibieron un fundamento nuevo y más sólido en el siglo XVII a través de Galileo y Kepler, Bacon y Descartes.[i]
Otra manera de entender lo anteriormente dicho es que se valoran los efectos culturales del Renacimiento, es decir su arte, arquitectura, literatura, y renovado interés por la investigación científica, pero se tiende a ignorar algunas de sus fuentes inspiradoras más importantes, por no comprenderse y por no coincidir con lo que en la actualidad se concibe como el rol de la filosofía y la descripción de lo que es o debiera ser un filósofo.
Como nos interesa en particular el neoplatonismo renacentista buscaremos en el mismo Platón algunas claves fundamentales para comprender el Renacimiento. De la obra de Platón se desprenden una “línea” y un “estilo” que tienen algunas de las siguientes características:
Recordando la “línea” y “estilo” marcados por Platón no resulta difícil entender el espíritu y forma que toma la filosofía renacentista, especialmente aquella de inspiración platónica, y que podemos reconocer en grandes filósofos del Renacimiento como lo fueron Gemistos Pletón, Marsilio Ficino, Pico della Mirándola y Giordano Bruno, entre otros.
Para fines de este trabajo nos concentraremos en la interpretación de una de las claves platónicas expuestas anteriormente: aquella que se refiere a la importancia del mito como complemento del discurso filosófico.
Nos atrevemos a sugerir que el Renacimiento logró recuperar y revigorizar antiguas tradiciones filosóficas y esotéricas ocultas bajo la forma de mitos y dioses. Los mitos pueden ser interpretados como complejos emblemas cuyas unidades fundamentales se hallan representadas fundamentalmente por dioses.
Siguiendo esta hipótesis nos concentraremos en comprender el rol de tres dioses en particular Minerva-Atenea, Venus-Afrodita y Mercurio-Hermes, durante el Renacimiento italiano. Como fuente principal utilizaremos algunas obras de filósofos de línea platónica, especialmente Marsilio Ficino, Giordano Bruno y Pico della Mirándola, además de conocidas obras artísticas y arquitectónicas del período. En otras palabras, sugerimos como método mirar aquello que se encuentra al frente nuestro “con otros ojos.”
Queremos aclarar que los tres dioses que hemos elegido no son los únicos importantes durante el Renacimiento. Sin embargo, como se mostrará, su comprensión abre importantes puertas a la comprensión del Renacimiento como movimiento espiritual e histórico.
Según la mitología griega, Atenea había nacido adulta y armada de la cabeza de Zeus y era una diosa guerrera virgen (Partenos) que simbolizaba la Sabiduría.
Atenea, como es bien conocido, era la diosa protectora de Atenas, ciudad que tomó de su diosa su nombre. Platón sugiere que se trata de una diosa muy antigua al hablar de la ciudad egipcia Sais, dedicada a la misma diosa-patrona bajo la forma egipcia de Neith.
En la Ilíada vemos a Atenea tomando partido por los griegos e inspirando a su protegido Ulises. Los troyanos en cambio se hallaban bajo la protección de Venus, madre de Eneas y también de Poseidón. Sin embargo, Atenea no se hallaba ausente de Troya, pues una antigua estatua de culto a la diosa era uno de los Pignora, objetos sagrados que fueron llevados a Roma por Eneas y que en Roma eran custodiados por las Vestales en el templo circular dedicado al Fuego Sagrado.
Otro de los héroes atenienses protegidos por Atenea fue Perseo, quien le ofrendó la cabeza cercenada de Medusa, que la diosa llevaría prendada como talismán sobre su coraza (la Egida).
En la Italia renacentista reencontramos a la diosa bajo la forma de Minerva y Pallas en múltiples representaciones de las cuales podemos destacar algunos ejemplos:
En la obra de Marsilio Ficino nos encontramos con numerosas alusiones a la diosa Minerva o Pallas, a quien Ficino considera su patrona espiritual:
Carta de Marsilio Ficino a Pietro Placentino, Comisario Apostólico: La Verdad no requiere de otra defensa que su propia fortaleza[ii]
El Papa te ha enviado, como vigoroso general, a tomar armas contra los enemigos de la divina sabiduría. Pero son los sacerdotes de Pallas antes que los soldados de Marte quienes se levantan en defensa de la sabiduría. Dios me prohibió el servir bajo el traicionero Marte; me ordenó el seguir el estandarte de la invencible Minerva. ¡Que logre éxito encontrándola puesto que la he seguido voluntariamente durante tanto tiempo!…
Carta de Marsilio Ficino a Sebastiano Salvino, su primo: La Filosofía da nacimiento a la Sabiduría, la Sabiduría conduce a la Felicidad.[iii]
Cuando Juno, diosa poderosa y plena de bondades no nos es propicia, antes que reprochar a las Parcas, debiéramos experimentar aquel poder divino, el cual, puesto que vive por doquier, se halla presente en abundancia para todos aquellos que quieren estar en su presencia. Escucha al hombre antes de su llamado, y concede su favor a quien sabe pedir. Por ello, Salvini, debiéramos buscar toda nuestra ayuda en Minerva, de modo que algún día podamos elevarnos de la tierra y ascender al mundo superior. Sin ninguna duda, la única que puede elevar al hombre a la cabeza celestial del universo es aquella que nació de la cabeza del supremo Júpiter. Pero puesto que no escucha sino que a aquel que sabe pedir correctamente, esforcémonos, amigo mío, al máximo para buscar ayuda de esta fuente del modo apropiado…
En la obra de Giordano Bruno también nos encontramos con frecuentes referencias a los dioses, y de manera destacada a Minerva. Pero Bruno va más allá que Ficino, mostrando como los dioses representan complejos emblemas que nos permiten no solo comprender las ocultas leyes de la Vida, sino que reconstruir al Hombre, el Microcosmos, a imagen de la perfección que podemos observar en el Macrocosmos. Esta es la esencia de la magia bruniana.
Según Yates, en una calurosa despedida en la Universidad de Wittenberg Bruno ofreció un célebre discurso en el cual dirigiéndose a los doctores expresó que él
al contrario de Paris había elegido a Minerva entre las tres diosas. Ver a Minerva lleva a la ceguera, el ser sabio a través de ella es ser necio, pues ella es Sophia, la misma Sabiduría, bella como la luna, grande como el sol, terrible como ejércitos en marcha, pura, pues nada impuro puede tocarla, honorable pues es la imagen misma de la bondad, poderosa pues siendo una puede realizar todas las cosas, amable, pues visita las naciones que le son sagradas y hace a los hombres amigos de Dios y los profetas.
A ella he amado y buscado desde mi juventud, deseándola por esposa, y me he convertido en amante de su forma… y he orado…. Que fuese enviada para morar junto a mí, y trabajar conmigo, para que yo pudiese comprender lo que me falta, y lo que es aceptable a Dios; pues ella sabe y comprende, y me guiaría sobriamente en mi trabajo and me protegería.[iv]
En la obra de Bruno las referencias a Minerva como diosa o emblema principal son numerosas. Por ejemplo, en la Antorcha de las Treinta Estatuas, según Yates, Minerva
es mens, lo divino en el hombre reflejando al divino universo. Ella es la memoria y reminiscencia, recordando el arte de la memoria que era la disciplina de la religión de Bruno. Ella es la continuidad de la razón humana que posee inteligencias divina y demoníaca, representando la creencia de Bruno en la posibilidad de establecer este tipo de comunicaciones a través de imágenes mentales. A través de la escalera de Minerva subimos de la primera a la última, coleccionando las especies externas en sentido interno, y ordenamos las operaciones intelectuales en in todo a través del arte, como en las extraordinarias artes de la memoria de Bruno.[v]
El Renacimiento integra en la imagen de la diosa Venus no solo la concepción del Amor como fuerza de atracción terrenal (Eros) o espiritual (Agapé) sino también la concepción mitológica de Hesíodo que nos habla de Eros, el Amor, como del más antiguo de los dioses.
En su Comentario al Banquete de Platón Marsilio Ficino retoma las ideas cosmológicas de Platón del Timeo y explica el rol que juega aquella fuerza que conocemos como Amor.
Dios es el principio y fin de todos los mundos. Luego vienen tres mundos:
La inteligencia angélica es el primer mundo hecho por Dios. El segundo, el alma del cuerpo universal. El tercero, toda esta máquina que vemos.
En estos tres mundos han de considerarse también tres caos. Al principio Dios crea la sustancia de esa inteligencia que también llamamos su esencia. Esta es, en el primer momento de su creación, informe y oscura. Pero puesto que ha nacido de Dios por un apetito ingénito se vuelve hacia Dios que es su principio. Vuelta hacia dios es iluminada por su rayo; con el fulgor de este rayo, este apetito se inflama. El apetito inflamado se adhiere por entero a Dios. Adhiriéndose recibe su forma. Pues Dios, que todo lo puede, imprime en la inteligencia a él adherida la naturaleza de todas las cosas por crearse. En esta inteligencia, pues, están pintadas, por así decirlo, de modo espiritual todas las cosas que los sentidos perciben en los cuerpos de este mundo…
… Afirmamos que esta esencia antes de recibir forma es el caos. Su primera conversión hacia Dios, el nacimiento del Amor. La infusión del rayo, el alimento del Amor. El incendio subsiguiente, lo llamamos incremento del Amor. A la aproximación la llamamos ímpetu del Amor. Su información, su perfección. Al conjunto de todas las formas e ideas lo llamamos mundus en latín, en griego kosmos, esto es ornamento. Las gracias de este mundo y de este ornamento, es la belleza hacia la cual el Amor desde que nace arrastra y conduce la inteligencia llevándola de inteligencia antes deforme (fea) a inteligencia hermosa (con forma). Pues la condición del Amor es que arrebate hacia la belleza y une lo deforme con lo hermoso.[vi]
El Amor también es el principal tema de dos célebres obras de Botticelli, quien frecuentaba la Academia neoplatónica de Florencia dirigida por Marsilio Ficino. Las dos obras son La Primavera y El Nacimiento de Venus.
Según el Prof. Livraga, quien ha ofrecido una interpretación esotérica de la Primavera, el Nacimiento de Venus es la continuación de la Primavera. La primavera es “el Alma humana que despierta al Mundo Espiritual.” La deidad que domina el conjunto del cuadro es Venus.
Esta Deidad del Amor es la central, domina el pasado, el presente y el futuro; es el eje de todo. Es el Amor Platónico que domina todo lo manifestado y se plasma según la necesidad y el grado de conciencia de cada uno.[vii]
Podemos decir que el Amor-Venus es el eje del Renacimiento, la fuerza que al igual que Céfiro provee el impulso espiritual que en un tiempo-espacio relativamente limitado dio maravillosos frutos que nos inspiran a creer en la posibilidad de un mundo nuevo y mejor.
Si Minerva simboliza la sabiduría o el ideal del Renacimiento como civilización, y Venus el impulso espiritual que permite el renacimiento, Hermes-Mercurio entronca el renacimiento con la más remota sabiduría.
Al contrario de Minerva o Venus las referencias que encontramos en las obras renacentistas acerca de Hermes-Mercurio, se refieren a este no solo como a un dios o emblema (por ej. en las obras de Bruno), sino como a un personaje histórico o dinastía de sabios que se pierde en la noche de los tiempos. Esta concepción permee la obra de Bruno quien al hablar de la Magia hace referencia a las diversas escuelas de Magia o sabiduría:
En primer lugar Mago equivale a sabio, como eran los Trimegistos en Egipto, los Druidas en la Galia, los Gimnosofistas en la India, los Cabalistas entre los Hebreos, los Magos en Persia desde Zoroastro, los Sophi en Grecia, los Sapientes entre los Latinos.[viii]
También comenta Bruno en La Sombra de las Ideas que
No cesa la providencia de los dioses ‘ han dicho los sacerdotes egipcios‘ de enviar a los hombres ciertos Mercurios en los tiempos dispuestos para ello, aunque sepan de antemano que éstos o bien serán mal aceptados o no lo serán en absoluto. Tampoco cesa el intelecto, ni este Sol sensible, de iluminar siempre, aunque no siempre, ni todos, lo advirtamos.[ix]
Pico della Mirándola también se refiere de manera directa a la Sabiduría Una que permea a todas las religiones y emprende un ambicioso proyecto que consiste en resumir esta sabiduría en 900 Tesis o proposiciones filosóficas y cabalistas que estaba dispuesto a defender públicamente. Pico también explica que (según lo ha resumido Edgar Wind)
Pico mantenía… Las religiones paganas, sin excepción, utilizaron imágenes ´jeroglíficas;´ ocultaron sus revelaciones en mitos y fábulas que fueron diseñadas con el fin de distraer la atención de la multitud y para proteger los misterios divinos contra la profanación: “mostrando solo la cáscara de los misterios al vulgo, y reservando la médula para los espíritus más elevados y perfectos.” Como ejemplo, Pico se refería a los Himnos Órficos, que ocultaban una revelación religiosa que solo debía ser entendida por un pequeño grupo de iniciados.[x]
En sus 900 Tesis Pico ofrece un resumen de la doctrina de Hermes Trismegisto:
Conclusiones según la primitiva doctrina del egipcio Hermes Trismegisto
Si cada uno de los dioses tiene un significado particular como símbolo, la relación entre los dioses permite un complejo lenguaje emblemático que puede ser interpretado según claves muy diversas. Algunos ejemplos son:
En clave histórica esta relación puede ser interpretada como la doble vertiente de la tradición del Renacimiento: el ideal civilizatorio e inspiración de Atenas representado por Minerva-Atenea y la tradición esotérica representada por Mercurio-Hermes. Sin tradición esotérica la civilización no es sino cáscara vacía.
En clave alquímica la esencia incorrupta (Venus) atraviesa en su proceso de purificación una etapa de sublimación regida por Mercurio.
En clave psicológica y antropológica cuando hallamos juntas a Minerva y Venus, Minerva representa el Alma espiritual y Venus el Alma terrenal. El hombre debe elegir entre una u otra.
A través de este breve ensayo hemos querido demostrar que la filosofía del Renacimiento en su vertiente platónica fue particularmente fiel a la concepción clásica de la filosofía como Amor a la Sabiduría. Siguiendo a Platón hemos sugerido que los Mitos representan una fuente particularmente rica para referirse a verdades exotéricas y esotéricas, y que este método de exposición fue tenido en alta estima por los filósofos del Renacimiento. Finalmente, tomando como fuentes obras literarias, artísticas y arquitectónicas del período hemos sugerido como hipótesis que el estudio de los dioses Minerva, Venus y Mercurio puede aportarnos claves importantes para la comprensión de las fuentes históricas exotéricas y esotéricas del Renacimiento y también de su oculto motor espiritual.
[i] “Renaissance Platonism.” Paul Oskar Kristeller. Facets of the Renaissance. 1959. Harper: New York.
[ii] The Letters of Marsilio Ficino. 1985. Gingko Press: New York. Vol. 2; Carta 9.
[iii] The Letters of Marsilio Ficino. 1985. Gingko Press: New York. Vol. 3; Carta 35.
[iv] Giordano Bruno and the Hermetic Tradition. Frances A. Yates. 1964. Vintage Books: New York;
[v] The Art of Memory. Frances A. Yates. 1974. University of Chicago Press: Chicago; p. 290.
[vi] Comentario al Banquete de Platón . Adolfo Ruíz Díaz, Tr. 1968 Universidad Nacional de Cuyo:
Mendoza; pp. 34-35.
[vii] “Interpretación Esotérica de “La Primavera.”” Jorge Angel Livraga. Revista Nueva Acrópolis N. 136,
Marzo de 1986.
[viii] Mundo, Magia, Memoria. Giordano Bruno. Selección de Ignacio Gómez de Liaño. 1973. Ediciones
Taurus: Madrid.
[ix] Giordano Bruno: Filosofía y Textos. Antonio Castro Cuadra. 1997. Ediciones del Orto: Madrid; p. 64.
[x] Pagan Mysteries in the Renaissance. Edgar Wind. 1968. Norton: New York; pp. 17-18.
[xi] Pico della Mirándola: Filosofía y Textos. Carlos Goñi Zubieta. 1996. Ediciones del Orto: Madrid;
Nota: Las traducciones al español de las citas de las obras arriba mencionadas son del autor de este trabajo.
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