La sirena es una figura simbólica que aparece bajo dos aspectos principales: como mujer-pájaro o como mujer-pez.
En la mitología griega se suponían hijas de del rio Aqueloo y de la ninfa Calíope o también de la musa Melpómene. Otros les daba por padres a Aqueloo y la musa Terpsícore, y Libanio narra que habían nacido de la sangre de Aqueloo cuando éste fue herido por Heracles. La leyenda les atribuía una gran belleza y un canto dulcísimo con el que atraían a los navegantes para luego darles muerte y devorarlos.
Se cuenta que cuando la expedición de los Argonautas se acercaba a la isla de las sirenas, Orfeo empezó a cantar tan melodiosamente que mientras la nave estuvo al alcance de su música, los héroes no sintieron la tentación de abordar la peligrosa isla, excepto Butes que se arrojó al mar para ir a su encuentro y tuvo que ser salvado por Afrodita. Homero nos cuenta en La Odisea que al pasar por los mismos parajes la nave de Ulises, el héroe astuto pero a la vez prudente y curioso, mandó a sus marinos que se taparan los oídos con cera y él se hizo amarrar fuertemente al mástil ordenando que nadie lo desatase por muy insistentes que fueran sus ruegos (como así fue), pero esta estrategia fue la que lo salvó de caer en sus redes. Las sirenas son tan dañinas y temibles como las Arpías y las Erinias, por lo que se ha hecho de ellas el símbolo de los peligros de la navegación marítima junto a la propia imagen de la muerte.
Son también símbolo del deseo en su aspecto más doloroso que lleva a la autodestrucción, pues su cuerpo anormal no puede satisfacer los anhelos que su canto y su belleza despiertan. Parecen representar especialmente las tentaciones dispuestas a lo largo del camino de la vida (navegación) para impedir la evolución del espíritu encantándolo y deteniéndolo en una isla mágica que representaría la muerte prematura.
Por influencia de Egipto, que representaba el alma de los difuntos en forma de pájaro con cabeza humana, la sirena se ha considerado como el alma del muerto que ha errado su destino y se transforma en vampiro devorador. Sin embargo, aun siendo genios perversos y divinidades infernales, las sirenas se han transformado en divinidades del más allá, que encantan con la armonía de su música a los bienaventurados que alcanzan las Islas Afortunadas, y con este aspecto están representadas en algunos sarcófagos; pero lo que más ha prevalecido en la imaginación tradicional de las sirenas es el simbolismo de su seducción mortal asociada al engaño, a la distracción de lo que es la verdadera meta, lo cual nos puede llevar a la muerte espiritual.
Si se compara la vida a un viaje, las sirenas representan las emboscadas nacidas de los deseos y las pasiones, de las creaciones de lo inconsciente donde se dibujan las pulsiones oscuras y más primitivas del ser humano. Es preciso aferrarse como Ulises a la dura realidad del mástil situado en el centro del navío -lo cual representa el eje vital del espíritu-, para defenderse y no caer arrastrado por las ilusiones de la pasión desatada que despiertan las sirenas.
Créditos de las imágenes: Jeremy Bishop
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