Simbolismo de… la niebla y las nubes

Autor: M.A. Carrillo de Albornoz

publicado el 20-04-2025

La niebla y las nubes son un símbolo de lo ambiguo, lo intermedio e indeterminado. Según las más viejas tradiciones y las mitologías de muchos pueblos, la niebla acompaña a la primera manifestación del Demiurgo, al que aún se suele representar rodeado de nubes en los orígenes de la creación. De ese caos nebuloso de los inicios surgió todo y fueron apareciendo las primeras dualidades, fruto de la Materia Primordial fecundada por el Pensamiento Divino. Los griegos llamaron a esta primera aparición del Cielo y la Tierra “Uranos” y “Gea”, y los egipcios “Nut” y “Geb”.

simbolismo de la niebla y las nubes

La niebla que a veces vemos sobre el mar, en el campo o en nuestras ciudades desdibujándolo todo a nuestro alrededor, nos hace evocar esa primera bruma imprecisa que aparece en todas las mitologías como la primera manifestación del Universo al principio de una nueva era. Simboliza en general el inicio de un Manvantara, –un nuevo periodo de manifestación de lo Uno–, opuesto al Pralaya, el periodo de disolución en el que todo queda en reposo.

La niebla es en realidad una fusión atmosférica, una mezcla de los elementos agua, aire y fuego que precede a toda consistencia sólida. Se trata simplemente del vapor de agua que, al calentarse, se eleva sobre la superficie de la tierra o del mar y se condensa en nubes a partir de la atmósfera saturada, creando una especie de caos misterioso e inquietante que nos hace recordar los orígenes, los tiempos precósmicos que precedieron a la nueva manifestación del Universo.

La niebla simboliza también cada uno de los periodos de oscurecimiento necesarios que median entre los grandes cambios del mundo. Estos son imprescindibles para que la vida continúe su curso y nos siga ofreciendo a todos oportunidades de crecimiento y evolución.

Las nubes son una manifestación de la naturaleza más frecuente y extendida que la niebla. Tienen también profundos significados como ella, relacionados todos con el mundo intermedio entre el cielo y la tierra. Constituyen el océano de las “aguas superiores” que esconden la identidad perenne de la verdad oculta. Por su carácter a la vez envolvente, cambiante y misterioso, se considera a las nubes como la morada de los dioses, y así, cubierto de nubes en su cima, representaban los antiguos griegos el monte Olimpo, donde se decía que vivían los inmortales. Y cuando aparece Dios en la Biblia es muy frecuente utilizar las descripciones de las nubes que siempre le acompañan cuando quiere manifestarse para hablarle a su pueblo.

En el islamismo, las nubes y la niebla son el símbolo de lo inescrutable de Allah; y en China, el significado simbólico es aún más sutil, pues cuando la niebla y las nubes se esfuman y el cielo queda despejado, todos entienden el simbolismo que significa este cambio. Saben que se avecinan nuevas transformaciones y que estas pueden producir novedades en sus vidas. Estos cambios van a ocurrir tanto a nivel individual –como los que debe sufrir el sabio que busca dominar su personalidad terrestre y efímera para confundirse con el infinito–, como a nivel general, simbolizando y siendo las portadoras de un cambio del tiempo atmosférico que traerá las lluvias benefactoras para fertilizar nuevamente la tierra y obtener buenas cosechas.

Resumiendo: la niebla y las nubes se consideran siempre predecesoras de grandes novedades y revelaciones importantes. Pertenecen las dos a un mundo intermedio entre el cielo y la tierra, y son en sí mismas fecundas y progenitoras de fertilidad. Ambas son el preludio visible de un cambio, simbolizando así el anuncio de una nueva manifestación o Manvantara.

Créditos de las imágenes: Pascal Debrunner

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