El nudo es un símbolo muy complejo que se puede interpretar de muy diversas maneras. En general, simboliza la idea de ligadura, de atadura o conexión, aunque también, –según los casos–, se le puedan dar otros significados muy distintos.
El nudo se puede hacer de mil formas. El signo del infinito, por ejemplo, que se expresa como un 8 horizontal –como también esta cifra–, constituyen una forma de entrelazado que simboliza la infinitud, lo que no tiene principio ni fin: es aquello que no se sabe dónde empieza ni dónde acaba. Se habla también del nudo de la acción, de lo que es el nudo vital o central de una historia: este puede ser desde el “nudo que se nos hace en la garganta” ante lo que para nosotros es una nueva complicación o un desenlace, hasta y el nudo místico que une al hombre con su naturaleza divina.
“Deshacer un nudo” puede simbolizar el fin de una crisis, la alegría de aportar una solución o alcanzar una meta, de liberarse o de morir. Esto explica la ambivalencia y la complejidad de sus numerosas significaciones. En la literatura y el arte religiosos, el nudo simboliza la potencia que liga y desliga. Deshacer los nudos del ser, según la doctrina budista, es el proceso de la liberación.
Resolver y atravesar los nudos –y no cortarlos como hizo Alejandro con el nudo gordiano–, es realizar el propio desenlace, liberase y escapar del nudo corredizo sin ser atrapado por él. El “nudo gordiano”, cortado con decisión por la espada del Grande, es un viejo símbolo del laberinto por la disposición caótica de las cuerdas y de los inextricables lazos que lo constituyen. Deshacer este nudo equivalía al hallazgo del “centro” del que hablan todas las doctrinas místicas. “Cortar el nudo” o “cortar por lo sano” es igualmente traducir a un plano rápido la solución de un problema.
Nudos son también los del bambú chino, cuya sucesión vertical señala una jerarquía de estados a lo largo del eje cielo-tierra, muy semejante a la de los chakras tántricos, así como el bambú de nueve nudos de los taoístas. La “ruptura” de los nudos es también una de las experiencias esenciales que ofrecen la meditación y el yoga. El espacio entre las cejas, es el llamado “nudo de Rudra”, y las cuerdas anudadas, tan populares en la América precolombina y entre los maoríes como sistema de expresión, poseen el mismo significado que los nudos del bambú.
Uno de los nudos más bellos y con más significados en la iconografía egipcia es el “nudo de Isis”, que es parecido al Ankh –la llave de la vida–, pero con los brazos caídos. La esposa-hermana de Osiris era también la diosa de la magia, y Diodoro le atribuye la invención de todos los remedios sanadores, filtros y fórmulas de curación, calificándola como “muy experta en la ciencia médica”. Según Plutarco, Isis es el aspecto femenino de la Naturaleza y el “nudo de Isis” simboliza la reunificación, la vuelta a lo uno de todo lo manifestado con su fuerte lazo anudado en el centro. De ahí también el simbolismo del mito osiriano: es el hombre despedazado por sus apegos que lo dividen quedando a merced de sus enemigos simbolizados por Seth. Este lo parte en trozos tras haberlo encerrado primero en un sarcófago hecho a su medida. Isis, que en cierto aspecto simboliza su alma, es la que lo salva primero del naufragio del sarcófago y luego buscando y reuniendo pacientemente todos los trozos del cuerpo de Osiris dándoles nueva vida con su simbólico nudo.
Créditos de las imágenes: Miguel A Amutio
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