La mayor parte de los aspectos del simbolismo del fuego están resumidos en la doctrina hindú, que le confiere una importancia fundamental. Agni, Indra y Surya son los fuegos de los mundos terreno, intermedio y celeste, es decir el fuego ordinario, el rayo y el sol. Existen además el fuego de penetración o absorción, Vaishvarana, y el de destrucción, otro aspecto de Agni.
Según el Yi King el fuego corresponde al sur, al color rojo, al verano y al corazón. También a las pasiones, sobre todo al amor y la cólera. Su significación sobrenatural se extiende desde las almas errantes hasta el Espíritu divino.
Es el símbolo divino esencial del mazdeísmo. La custodia del fuego sagrado se extiende por todo el mundo antiguo.
La liturgia católica del fuego nuevo se celebra en la víspera pascual.. Existen las lenguas de fuego de pentecostés como imagen de la sabiduría.
Los taoístas entran en el fuego para librarse del condicionamiento humano, como lo hizo Elías en el carro de fuego. Evoca también el fuego que no quema del hermetismo occidental, purificación alquímica simbolizada por la salamandra.
Buda sustituye el fuego sacrificial del hinduismo por el fuego interior, conocimiento penetrante, iluminación y destrucción de la envoltura.
El aspecto destructor del fuego comporta también un aspecto negativo y su dominio es también una función diabólica. Un fuego que quema sin consumir, pero que excluye para siempre la regeneración.
En las tradiciones célticas los druidas encendían grandes fogatas, por las que hacían pasar el ganado para preservarlo de las epidemias, ceremonia característica de las culturas agrarias.
En el Popol Vuh, los Héroes Gemelos, dioses del maíz, mueren en la pira encendida por sus enemigos para renacer luego encarnados en el brote verde del maíz.
En los ritos iniciáticos de muerte y renacimiento, se asocia a su principio antagonista, el agua.
Para los aztecas, el fuego terrestre, ctónico, representa la fuerza profunda que permite la unión de los contrarios y la ascensión del agua a las nubes, es decir, la transformación del agua terrenal en celestial.
Ciertas cremaciones rituales tienen por origen la acepción del fuego como vehículo del mundo de los vivos al de los muertos.
Los Tronos, en la Biblia, son ardientes, e invocan la etimología de la palabra “serafines” para declarar que estas inteligencias superiores son incandescentes, y revela la manera en que las inteligencias celestes se conforman a Dios.
Créditos de las imágenes: Dirk Ingo Franke
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