El simbolismo del delfín está ligado al de las aguas y la regeneración. Su imagen se veía junto al trípode de Apolo en Delfos, por lo que también es símbolo de adivinación, de sabiduría y de prudencia. Estas cualidades, junto a su velocidad de desplazamiento le convierten en el señor de los navegantes.
En la Creta prehelénica los delfines eran honrados como dioses. Era por tanto un animal sagrado y representaba un papel importante en los ritos funerarios, donde aparece como dios psicopómpico. Los cretenses creían que los delfines transportaban sobre su lomo a los muertos hasta su morada de ultratumba.
A veces la figura del delfín aparece duplicada: cuando los dos delfines están en la misma dirección representan el equilibrio de las fuerza iguales, y cuando se hallan enfrentados uno hacia arriba y otro hacia abajo significan la doble corriente cósmica de evolución e involución. Es un símbolo solar y lunar al estar relacionado con Apolo y Afrodita, por lo que representa el equilibrio entre lo masculino y lo femenino.
En sí mismo, el delfín es el animal alegórico de la salvación, en virtud de antiguas leyendas que lo consideraban como amigo del hombre y el salvador que rescata a los náufragos y los devuelve a la tierra. Su figura se asocia a la del ancla, otro símbolo salvador. Es un aliado de Poseidón, el dios de los océanos, que no duda en usarlo como cabalgadura.
En la antigüedad existía la creencia de que el delfín era el más veloz de los animales marinos, por lo que cuando aparece enroscado a un ancla, significa que hay que detener la marcha, o sea, tener prudencia e ir más despacio. Es un mamífero marino que cruza la historia al lado del hombre participando de su amor por la libertad y su instinto de poder. Posee un profundo carácter espiritual como símbolo de la pureza que empuja el alma a la renovación y a la alegría de vivir. Es un animal que ha despertado simpatías en todas las épocas, al ser poseedor de valores tan positivos como la generosidad, la amistad, la valentía y la rapidez en prestar ayuda a los demás.
Existen numerosas leyendas que colocan al delfín como salvador y protector de los marinos en sus largas travesías. El delfín es considerado en este sentido como el rey de los mares. Su curiosidad y su acercamiento a los seres humanos hacen que éstos confíen siempre en él.
Los primeros documentos gráficos donde aparecen delfines es en la isla de Creta, capital de la civilización minoica y antecedente de la cultura griega. En los murales del palacio real de Cnosos aparecen dibujos de delfines en diferentes posiciones. Para un pueblo trabajador como el minoico, cuyo comercio dependía del mar, la presencia del delfín en sus representaciones pictóricas no es casual: se le atribuye la capacidad de cuidador y de guía. Es el gran protector de los peligros de la navegación, amparando y guiando a los marineros en las tormentas y conduciéndolos a puerto seguro en caso de extravío.
Los delfines se han considerado siempre, por su curiosidad y acercamiento a los hombres, amigos en los que poder confiar y compañeros de juego para los niños, a los que cuidan y protegen especialmente.
Créditos de las imágenes: Thomas Lipke
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