Difícilmente puede el ser humano aceptar el desgaste que traen el tiempo, los sufrimientos y las contrariedades de la vida, y aún menos la muerte, que es su consecuencia natural. El sello del desgaste y de la muerte es, sin embargo, indeleble en todo el mundo. Porque todo lo que nace está condenado a desgastarse y morir, como nos recuerdan las enseñanzas filosóficas de todos los tiempos.
¿Quién no querría vencer el desgaste y aun la muerte? Desde el punto de vista físico esto es más bien imposible, o como mucho, un sueño mítico de los antiguos alquimistas, inalcanzable para el común mortal. Desde el punto de vista psicológico, no obstante, el tema cambia. Psicológicamente, la victoria sobre el desgaste y la muerte es factible.
Las antiguas tradiciones nos hablan de la posibilidad de renovación y renacimiento por medio de ceremonias especiales, las ceremonias de la primavera. Todos los pueblos conocían secretos que concernían a este asunto, muchos de los cuales se mantuvieron ocultos u olvidados, mientras que otros se reflejaron en fiestas populares que se celebran con hermosas manifestaciones pintorescas, incluso en nuestros días, en distintos países.
Pero, más allá de que constituye un gran e interesante tema de investigación, lo que quería comentar esta vez es la diferencia entre la renovación y el renacimiento. Estas dos palabras, aunque se parecen, constituyen distintos conceptos. La renovación tiene que ver con combatir el desgaste fundamentalmente, mientras que el renacimiento, con trascender la muerte. Sobre el renacimiento hablaremos en otra ocasión; sobre la renovación, sin embargo, diremos aquí unas pocas palabras.
La renovación significa ser capaz de tirar lo viejo, lo gastado, y conseguir cosas nuevas. O incluso cambiar la estructura o la disposición de lo que ya se tiene, de manera que parezca nuevo. ¿A qué existencias viejas y actuales me refiero? Principalmente a nuestros sentimientos, a nuestras certezas, a nuestras ideas, incluso a nuestros credos, no a los objetos físicos, como ropa o muebles, o a un lifting facial.
Renovación significa abandonar viejas, gastadas, erróneas concepciones, pensamientos, ideas sobre el mundo, feas imágenes de nosotros mismos y de los demás, incluso defectos. Y sustituirlas con otras nuevas, más frescas, más correctas, más funcionales y objetivas. Y esto exige de nuestra parte un esfuerzo de profundización en nosotros mismos y en el modo en el que vemos el mundo, de manera que sepamos reconocer qué debemos cambiar, qué tirar, qué conservar, qué conseguir.
Este proceso, si se hace disciplinadamente, con seriedad y sinceridad, puede ser muy eficaz y traer gran renovación psicológica interior. Se trata de un proceso filosófico al que apuntamos en Nueva Acrópolis desde hace muchos años, basado en las enseñanzas del “Conócete a ti mismo” de los antiguos filósofos pitagóricos y platónicos. Y es lo mejor que puede uno hacer para permanecer siempre joven en el alma, por mucho que encanezcan los cabellos de su cabeza. ¿Parece fácil? Y, sin embargo, no lo es… pero es una aventura interior muy hermosa, porque conduce a victorias sobre nosotros mismos.
Jorge Alvarado Planas
Créditos de las imágenes: Beeki
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