Proclo

publicado el 16-06-2015

Las vinculaciones mistéricas de la escuela neoplatónica que habían establecido Plotino, Porfirio, Jámblico y Plutarco a través de prácticas teúrgicas y una decidida reinterpretación de la sabiduría de la Antigüedad, llegan con Proclo a un punto culminante, al hacerse cargo de la Escuela platónica de Atenas.

Nueva AcrópolisProclo nació en Constantinopla, el 8 de febrero del año 412, bajo el reinado del emperador Teodosio II, en el seno de una familia acomodada, procedente de Xantos, en Lidia. Su padre, Patricio, se encontraba en Bizancio, realizando algunas gestiones y pronto regresó la familia a su tierra natal.

Tras completar sus estudios básicos, su padre lo envía a Alejandría para formarse como jurista. Estudia latín junto al gramático Orión y Derecho con el prestigioso sofista Leonas, el cual lo lleva a Constantinopla para cumplir una misión encargada por el gobernador Teodoro y completar su formación. Para entonces el joven Proclo ha constatado su inclinación hacia la filosofía, con preferencia sobre el derecho.

De regreso a Alejandría, acude a las clases del matemático Hieron y el peripatético Olimpiodoro, pero la orientación de este filósofo no le satisface y decide trasladarse a Atenas, donde Siriano comenzaba a sustituir al ya anciano Plutarco en la dirección de la Escuela platónica. En aquél tiempo, Atenas, muy cuidada por los Antoninos, especialmente Marco Aurelio, contaba con una gran escuela, financiada por el tesoro imperial, donde enseñaban eruditos de diferentes disciplinas, con una orientación platónica.

Proclo, buscando la proximidad con la diosa Atenea, de quien era devoto, se instala al sur de la Acrópolis, junto al santuario de Asclepios. Al parecer, el joven aspirante causó honda impresión en el maestro Plutarco, el cual, a pesar de haberse retirado ya de la docencia, le instruyó personalmente sobre las enseñanzas de Platón y Aristóteles sobre el alma y, dos años antes de su muerte a los 74 años, se lo encomendó especialmente a Siriano de quien Proclo se consideró siempre discípulo. él le enseñó los misterios de la Teurgia y le confirió la categoría de iniciado y “pontífice”. Al mismo tiempo, Asclepigenia, hija de Plutarco le instruyó sobre la sabiduría de los “Oráculos caldeos”, cuyo estudio ya había introducido Porfirio en la escuela en el siglo tercero. A la muerte de Siriano, probablemente el año 450, Proclo queda al frente de la Escuela, tarea en la que permaneció hasta su propia muerte el 17 de Abril de 485. Esta labor le valió el título de “Diádokos”, es decir Sucesor de Platón.

Sabemos por su biógrafo Marino, de Neápolis en Palestina -que fue su discípulo y sucesor-, que tuvo prestigio e influencia en la sociedad ateniense, y que tomó parte activa en la vida pública de la ciudad, asistiendo a reuniones y deliberaciones, donde exponía sus puntos de vista filosóficos sobre cuestiones referentes a las leyes y al gobierno de las ciudades, especialmente Xantos y Atenas. Orientó los pasos de Arquiadas, nieto de Plutarco, en la vida política, aconsejándole y guiándole. También fue perseguido y tuvo que exiliarse voluntariamente durante un año en Asia. Cuando la estatua de Atenea fue retirada del Partenón, la diosa, que se había aparecido al filósofo en otras ocasiones decisivas, se le hizo presente diciéndole: “Me han sacado de mi templo, ahora viviré contigo”.

Desde el punto de vista religioso, buscaba una conciliación de las diversas creencias, y gustaba denominarse “sacerdote de todas las religiones”. Sus críticas al cristianismo nunca rebasaron el plano filosófico. Afirmaba que el verdadero filósofo “debe velar por el bien no solo de una ciudad, ni sobre las costumbres de un solo pueblo, sino que debe ser hierofante común de todo el mundo”.

Marino nos cuenta que cada día solía impartir cinco clases o seminarios y escribir setecientas líneas. Tal intensidad de trabajo no le impedía organizar reuniones con otros filósofos y veladas informales. Por la noche se entregaba a sus devociones y componía himnos, a la manera órfica, dedicando muchas horas a la oración, al menos tres veces al día. Adoptó la abstinencia pitagórica y siempre rehusó el matrimonio.

Su mejor amigo y colega fue Arquiadas. Se rodeó de discípulos, de los cuales conocemos algunos nombres, como Amonio y Heliodoro de Alejandría, Teágenes, un senador rico y liberal, Panegrapio de Tebas, Zenódoto o el ya citado Marino. Uno de sus mejores discípulos, Asclepiodoro, sin embargo, con el tiempo se apartó de las enseñanzas de su maestro y se adscribió al escepticismo.

Muere el 17 de Abril de 485 a los setenta y tres años y es enterrado junto a su maestro Siriano, cerca del monte Licabeto. Marino se encargó de la Academia y a su muerte, le sucedió su discípulo Damascio que estaba al frente de la Escuela cuando en 532 el emperador Justiniano ordena el cierre de las escuelas de filosofía.

Obras

La obra filosófica de Proclo se caracteriza por su originalidad a la hora de interpretar y sistematizar las enseñanzas de Platón, Porfirio y Plotino, sin olvidar la obra de Jámblico, aunque elaborando criterios propios y aportando sus propias conclusiones.

En primer lugar, merecen destacarse sus estudios sistemáticos o comentarios: sobre diálogos platónicos, muy en la línea del neoplatonismo tardío: “Parménides”, “Cratilo”, “Timeo”, “República” y “Alcibíades” de Platón. Se sabe que también comentó “Fedón”, “Gorgias”, “Fedro”. “Teéteto” y “Filebo”, si bien estas obras se perdieron. Las “Enéadas” de Plotino y los Oráculos Caldeos fueron objeto de sus comentarios y glosas. En este apartado de comentarios incluimos los “Elementos de Física” y “Elementos de Teología”.

Además, Proclo escribió una serie de monografías sobre diversos temas: “Diez problemas sobre la providencia”, “Sobre la Providencia y el Destino” y “Sobre la existencia del mal”, así como varios tratados religiosos y teúrgicos, de los cuales todo lo que queda es un fragmento titulado “Sobre el ars hierática de los griegos” y una colección de siete himnos. Estas obras reflejan su interés por el lenguaje de los símbolos y la interpretación de sus significados.

Proclo se esfuerza en explicar, de manera pedagógica, las principales doctrinas, especialmente la emergencia de la multiplicidad de seres a partir del inefable Uno, las relaciones de causas y efectos, operando a lo largo de la escala de seres, siguiendo una rítmica ciclicidad en la manifestación dinámica. Para resolver la dialéctica entre el Uno y la multiplicidad, recurre al concepto de participación de lo múltiple en lo Uno de alguna manera, pues de lo Uno obtiene su existencia. De tal manera que cada nivel del ser corresponde a un nivel de conciencia independiente de cualquier conciencia individual.

Partiendo de la distinción que Jámblico había hecho entre nivel inteligible y nivel intelectual en las hipóstasis del Nous, Proclo hace derivar de ambos momentos triádicos: por una parte Ser, Vida, Mente y por otra padre, movimiento, energía.

Sobre el Demiurgo platónico, Proclo también establece una clave triádica, recogiendo toda la tradición del platonismo medio y tardío que llega a los niveles inferiores de existencia, correspondientes a Alma, Naturaleza y Materia.

Las doctrinas sobre el alma fueron objeto de estudio por parte de nuestro filósofo, como uno de los temas centrales de su filosofía. Así en sus “Elementos de Teología” establece una cierta jerarquía de almas, según su participación en el intelecto divino. “Algunas almas se encuentran iluminadas por una luz divina, brillando sobre ellas, otras están dotadas con inteligencia perpetua, otras en fin sólo a veces participan de esta perfección. El primer grupo de almas serían análogas a los dioses, el segundo seguirían siempre a los dioses, recibiendo de ellos la energía de acuerdo con el intelecto y estarían vinculadas a las almas divinas con las cuales tendrían la misma relación que tiene lo intelectual con respecto a lo que es divino. En cuanto a las almas que sólo a veces reciben la energía intelectual y siguen a los dioses, ni participan del intelecto siempre de la misma manera, ni están siempre dispuestas a adaptarse a lo inteligible en conjunción con las almas divinas”…

En cuanto a los dioses, Proclo los define como jerarquías de poderes que participan en el orden providencial, puesto que el universo de las realidades mentales es siempre superior que el de las realidades materiales. Estos poderes están más allá del ser humano que no desarrolla las virtudes que le permiten participar con conocimiento en dicho orden jerárquico. El amor es el poder que lleva al hombre hacia lo divino y también irradia en el mundo, estimulando el esfuerzo que surge del impulso, el principio de unidad que hay en el interior de todas las cosas. El amor es una acción no una pasión, cuyo final es la justicia, la condición en la cual es posible la unidad, el cumplimiento de toda virtud moral.

Para Proclo, en fin, el conocimiento no puede alcanzarse más que reconociendo los principios metafísicos sobre los cuales se fundamenta, y esos principios metafísicos tienen equivalentes éticos. Si todas las cosas se dirigen hacia el Bien, el conocimiento va de la mano de la recta conducta, es decir, el cultivo de las virtudes, que son en verdad niveles de realidad y por lo tanto, poderes. El mal es algo incidental en la búsqueda del bien, una limitación del proceso. La materia sola no es la causa del mal, porque la materia no explica las diferencias de inclinaciones entre las almas encarnadas. La realidad del alma no se ve afectada por el hecho de estar encarnada, si lo está su habilidad para expresar su naturaleza esencial. Por ello, se requiere de la disciplina para librarse de las ataduras del sufrimiento en el sentido de privación de la expresión del alma. Las almas no encarnan en determinadas circunstancias por casualidad, sino por sus acciones en vidas anteriores, de tal manera que cada alma, al recibir lo que merece, también recibe lo que necesita y lo que los hombres llaman el destino no es más que la manera de llamar a los destinos de las almas cuyas causas no se comprenden.

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2 comentarios

  1. Alexander dice:

    Y donde estan “Elementos de Fisica” de Proclo,por favor?En qual apartado? Los estoy buscando 2 años ya. Un saludo.Alexander

  2. Ricardo Gascó dice:

    Un saludo y gracias por tu trabajo.

    Llevo algún tiempo intentando conseguir el comentario al Tineo de Proclo, ¿alguna sugerencia de donde conseguirlo en PDF o de en qué obra/edición se incluye?

    Gracias por adelantado

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