Es curioso y reconfortante comprobar cómo, a pesar de pequeñas diferencias superficiales, todas las creencias religiosas, todas las formas de vida basadas en principios espirituales, todas las tradiciones de los pueblos milenarios coinciden en aquellos días o meses de año que guardan algún significado especial.
Mayo es tanto para los pueblos de Oriente como de Occidente, el Mes de las Flores. Algunas tradiciones más viejas, como las de India, China y Japón, se refieren al Loto Blanco, la flor por excelencia, la que señalaba simbólicamente al Hombre con sus raíces en la Tierra, su crecimiento a través del agua, su expansión en el Aire y su floración ante el Fuego del Sol. Y si este Loto Banco se asocia generalmente al recuerdo de Sidharta Gautama, el Buda, es porque precisamente Budha significa “Iluminado” la Flor Humana abierta ante la Luz Divina.
Occidente guarda iguales tradiciones, y no es raro encontrar ciudades enteras engalanadas con la mágica figura de la Flor. La Primavera, en este caso, es una aliada del florecer espiritual que desde siempre está marcado en el correr de las estrellas. Y cuando el mes de Mayo se dedica a la Virgen, es la misma manera de tener presente la Fuente de la Vida, la Madre por excelencia, aquella que esparce la luz, el perfume y el color entre los hombres.
La coincidencia reside en el homenaje a la Vida y a su símbolo: la Flor. Pero debemos recordar que solo da Vida quien tiene Vida, y solo florece y vive quien se abre ante esa corriente de Energía. La Vida no podemos buscarla entre los elementos perecederos, porque en ellos reside, por el contrario, el fin de la vida. La raíz de la Vida está en lo que es eterno, en lo que supera las fuerzas humanas, pero a la vez configura una Meta a alcanzar.
El Hombre-Flor, el Hombre-Despierto, no es un vegetal en el simple sentido de la palabra, sino que es un ser humano que ha hecho suya la fuerza inalterable y perseverante de la Flor, que sin vanos razonamientos ni discursos se abre limpiamente ante el Sol, siempre año tras año, siguiendo las mismas leyes y observando no obstante un renovado matiz de originalidad.
Flor, Primavera, Sol, Naturaleza entera, Madre, Vida, son las Maestras de la Eternidad. Perseverancia y Crecimiento, repetición y cambio, en un continuo y armónico juego, que es el que marca el ritmo del Universo todo.
Créditos de las imágenes: Göran Eidens
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