Cierto día, un rico ateniense encargó a Sócrates la educación de su hijo. El filósofo le pidió por aquel trabajo quinientos dracmas, pero al hombre le pareció un precio excesivo.
«Por ese dinero puedo comprarme un asno» – dijo el rico.
A lo que Sócrates replicó: «Tiene razón. Le aconsejo que lo compre y así tendrá dos».
Créditos de las imágenes: Pattycarabelli
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