El tirano Dionisio gustaba rodearse de filósofos, a los cuales obsequiaba luego con algún regalo que otro.
En cierta ocasión, Arístipo aceptó de él una suma de dinero mientras que Platón se conformó con un libro. Como alguien se lo recriminó, Arístipo se limitó a comentar:
-Yo necesito dinero, Platón necesita libros.
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