Una noche en que Sócrates y Jantipa tenían más invitados a cenar que comida para ofrecer, Jantipa se lamentaba ante su marido:
-¡Qué vergüenza! ¿Qué van a pensar de nosotros?
Sócrates intentó tranquilizarla diciéndole:
-No te preocupes, mujer. Si nuestros invitados son frugales tendrán suficiente comida y si son tragones nada bastará para saciarles.
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