Mucha gente asocia a los filósofos con gente frugal y más bien incapacitada para disfrutar de los placeres de la vida. Así debía de creerlo también el conde de Lamborn, quien se encontró en uno de los mejores mesones de París con Descartes, el más famoso de los filósofos del siglo XVII, quien, con gesto de satisfacción, estaba dando buena cuenta de un exquisito faisán. Al verlo, el conde se dirigió a Descartes con estas palabras:
— No sabía que los filósofos disfrutaran con cosas tan materiales como esta.
Contrariado por la impertinencia y la intromisión, Descartes le replicó:
— ¿Y qué pensabais, que Dios hizo estas delicias para que las comieran solo los idiotas?
Créditos de las imágenes: Rafael Robles
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