La barca simboliza el viaje. Es la travesía que hemos de realizar para navegar por la vida mientras estamos en este mundo y también después, cuando morimos, para dirigirnos al más allá. Es un soporte y un receptáculo de la vida como lo fue el Arca de Noé, la gran barca construida por el patriarca bíblico para albergar y salvaguardar todas las formas de existencia y que ninguna de la inmensa variedad de especies manifestadas pudiera perecer en las aguas del diluvio. En este sentido la barca simbolizaría el orden que se impone al caos de la gran lluvia, que a su vez es una imagen de las aguas primordiales. La barca es el contenedor de las semillas que irán floreciendo tras vencer la prueba del caos, para que renazca un nuevo ciclo de manifestación. Lo anuncia así tras el diluvio la aparición del Arco iris, el signo de la esperanza simbolizada en sus siete colores que van a dar luz y riqueza a la nueva era.
La barca, en sentido general, no es solamente el vehículo para el viaje, sino también –y al igual que la cuna– un refugio donde permanecer a salvo y poder caminar seguro atravesando las dificultades que nos presenta el río de la vida, ya sea en esta etapa terrenal o en la otra, la que vamos a continuar viviendo en la otra orilla.
En Irlanda la barca aparece en los textos mitológicos como símbolo del viaje al otro mundo. Las leyendas del ciclo artúrico nos cuentan que Morgana, tras la muerte de Arturo, instaló el cuerpo del rey en una barca para conducirlo hasta Avalon, donde, según las leyendas bretonas, permanece dormido esperando el momento de despertar para iniciar una nueva edad de oro para la Humanidad.
En Egipto la Barca de Ra simboliza el recorrido cotidiano del Sol, el viaje de los dioses que cuidan el mundo. Según el arte y las tradiciones religiosas más profundas del antiguo país de Kem, los dioses y estrellas atraviesan el cielo en una barca y así también tenía que hacerlo el difunto, que debía descender al mundo inferior en una barca sagrada navegando a través de numerosos peligros para dirigirse al Tribunal de Osiris, donde su corazón sería pesado en la balanza de Anubis. Según el egiptólogo Fernando Schwarz en su libro “Iniciación y pensamiento simbólico en el Egipto faraónico”: “Estos dioses-conceptos, facultades propias del Demiurgo, se encuentran todos en la sede del gobierno del mundo, simbolizada por la “Barca de los Millones de Años”, que atraviesa sin tregua el horizonte nocturno y diurno de la existencia. Ellos conforman la tripulación sagrada que asegura la estabilidad y la circulación armoniosa de la vida, mientras que el Demiurgo se retira adoptando la forma pasiva.”
Según observa el filósofo Gastón Bachelard, la barca de los muertos despierta en ellos la conciencia de la falta, al igual que el náufrago sugiere la idea de un castigo: “La Barca de Caronte va siempre a los infiernos” dice él. Esta barca sería así un símbolo vinculado al infortunio de los seres humanos.
En definitiva, la vida en general es una navegación peligrosa y, desde este punto de vista, la barca es un símbolo de seguridad que favorece nuestra travesía, tanto por los caminos de esta vida como por los que nos han de conducir al otro mundo.
Créditos de las imágenes: Yann Allegre
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