Si tuviéramos una mentalidad supersticiosa como la que se atribuye a la gente de tiempos arcaicos o a la que vivió en el medioevo, pensaríamos que cuantas desgracias se dan en el mundo constituyen una señal divina, metafísica, algo que quieren decirnos los espíritus de la Naturaleza.
Pero nosotros somos racionales e intentamos explicarlo todo de manera objetiva y sensata. Entonces…
¿Por qué, si pretendemos haber conquistado el diálogo entre las personas y la libre expresión de opiniones, hay quienes pasan por alto el diálogo y emplean la fuerza del terror y la muerte para imponer sus ideas?
¿Por qué se pueden combatir los delitos comunes y no el terrorismo con la misma contundencia? ¿Por miedo? Entonces, ¿terminará por prevalecer el terrorismo?
¿Por qué, si todos los seres humanos son iguales, unos pueblos se destruyen a otros según oscuros privilegios, ante la mirada atónita e impotente de los grandes gobiernos del mundo?
¿Por qué en algunos sitios hay sobreproducción de alimentos -al punto de tener que controlarla- mientras que en otros la gente muere de hambre y enfermedades sin remedio? ¿Qué impide enviar los excedentes a quienes los necesitan desesperadamente?
¿Por qué, si hay un respeto presuntamente establecido por todas las formas de creencias religiosas, siguen combatiendo unas contra otras, y sobre todo las que son más fuertes numérica y económicamente contra las más débiles en esos ámbitos?
¿Por qué saltan al conocimiento público tantos escándalos, tanta corrupción, tanta mentira y traición?¿Antes no los hubo, o los hubo y no se conocían? Y si ahora los hay en mayor cantidad, ¿por qué?
Por qué se denigran de palabra las guerras y las armas, mientras se siguen fabricando y vendiendo armas, mientras existen bombas tan potentes como para destruir ciudades enteras?
¿Por qué llueve donde antes no llovía y hay sequía donde antes sobraba el agua? ¿Por qué se desbordan los ríos y se revuelven los mares? ¿Por qué rugen de nuevo los volcanes? ¿Por qué hace tanto frío y tanto calor fuera de las épocas normales? ¿Por qué tanta indefensión ante una Naturaleza imprevisible?
¿Por qué está mal visto hablar de valores cuando es tan evidente su carencia? ¿Y quién nos enseñará cuáles son esos valores ausentes, si no se pueden mencionar?
¿Por qué la liberalidad en las costumbres conduce a la relajación moral, a la pérdida de la cortesía, a la violencia en general?
¿Por qué hay que olvidar y renunciar al pasado para construir el futuro? ¿Por qué son negativos los ejemplos y experiencias recogidos antes de ahora? ¿Todo lo pasado es malo, toda culpa está en el pasado, o estamos cayendo en el extremo opuesto de aquella otra afirmación de que todo tiempo pasado fue mejor?
¿Por qué las explicaciones racionales a tantas incógnitas, si son acertadas, no logran detener tantos despropósitos?
Tal vez, con otra mentalidad, no supersticiosa pero sí más intuitiva, pensaríamos que la Naturaleza, la historia, el destino o como se quiera llamar a la suma de hechos que nos desconciertan, tienen una lectura especial, tan sencilla y profunda como la sabiduría que nos hace falta para descifrarla.
Un poco de sentido común, de lógica, de simplicidad y sinceridad pueden ser las llaves de esa sabiduría hoy reñida con la hipocresía, la artificialidad, la cobardía y el egoísmo. Hay que probar esas llaves. Y pronto.
Delia Steinberg Guzmán.
Créditos de las imágenes: Rufino Uribe
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