Simbolismo de… la luz

Autor: M.A. Carrillo de Albornoz y M.A. Fernández

publicado el 05-07-2017

La luz se pone en relación con la oscuridad, para simbolizar valores complementarios o alternantes de una evolución. Es el conocimiento, que sintetiza las luces del sol y de la luna. Para los budistas chinos tiene también el sentido de la iluminación. En el Islam es el espíritu.

La radiación de la luz a partir de un punto primordial engendra la extensión para la Cábala.

La interpretación simbólica del Fiat Lux del Génesis es también iluminación, ordenación del caos por vibración. La luz primordial se identifica con el Verbo.

La luz sucede a las tinieblas, tanto en el orden de la iluminación cósmica como en el de la iluminación interior. Esta sucesión es advertida, tanto por San Pablo como en el Corán, el Rig Veda, los textos taoístas y budistas y la gnosis ismaelita. En todos, la operación cosmogónica es una separación de la sombra y la luz originalmente confundidas. Más allá de la luz están las tinieblas, la esencia divina que no es cognoscible por la razón humana.

Aunque la luz del sol es la expresión de la potencia celeste, no aparece como algo inmutable.

Podría desaparecer y la vida desaparecería con ella. Con esta idea, el culto a la luz celeste ha dado lugar a verdaderas civilizaciones del miedo, que coinciden con el florecimiento del ciclo agrario. Pero si la luz del sol muere cada tarde, renace cada mañana, y el hombre toma esperanza y confianza en la perennidad de la vida. La luz del cielo es la salvación del hombre, por eso los egipcios hacían coser sobre su mortaja un amuleto que simboliza el sol.

La luz es amor: en los primeros siglos de la Iglesia al bautismo se le llamaba iluminación.

El Antiguo Testamento se distingue de las religiones vecinas porque rehúsa toda especulación sobre un Dios solar, lunar o estelar, opuesto a una potencia tenebrosa. Por eso se habla del día y de la luz, creaciones de Dios. El mismo Dios es la Luz. Cristo dice de Sí mismo: “Yo soy la luz del mundo”. Los discípulos también deben serlo, convirtiéndose en reflejo de la luz de Cristo.

En Egipto, el dios Seth simboliza la luz de las tinieblas, maléfica y temible, mientras que Anubis es la luz vivificante y favorable.

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