Simbolismo de… la caverna

Autor: M.A. Carrillo de Albornoz

publicado el 25-07-2023

Como arquetipo de la matriz femenina, la caverna figura en los mitos de los orígenes como un lugar de renacimiento e iniciación para numerosos pueblos. Se trata de una cueva o gruta con el techo abovedado, profundo y oscuro, más o menos hundido en la tierra o en una montaña.

simbolismo cavernaPara Platón, la caverna es un lugar de ignorancia, sufrimiento y castigo, donde las almas humanas están encerradas y encadenadas, y de donde no pueden salir mientras no sean conscientes de las cadenas que las atan y aprendan a liberarse de ellas. El filósofo lo describe así en el Libro Séptimo de La República, uno de sus Diálogos más conocidos y comentados : “Imagínate una caverna subterránea, que dispone de una larga entrada para la luz a todo lo largo de ella, y figúrate unos hombres que se encuentran ahí ya desde la niñez, atados por los pies y el cuello, de tal modo que hayan de permanecer en la misma posición y mirando tan solo hacia delante, imposibilitados como están por las cadenas de volver la vista hacia atrás. Pon a su espalda la llama de un fuego que arde sobre una altura a distancia de ellos, y entre el fuego y los cautivos un camino eminente flanqueado por un muro, semejante a los tabiques que se colocan entre los charlatanes y el público para que aquellos puedan mostrar, sobre ese muro, las maravillas de que disponen.”

La caverna es, como vemos, una imagen del mundo y de la situación que viven la mayor parte de los seres humanos encarnados en nuestro planeta. En Platón, el simbolismo de la caverna entraña una significación no solamente cósmica, sino también ética y moral. La caverna, con sus sombras y sus luces engañosas, representa el mundo de apariencias que nos rodea y nos encandila a la vez que nos encadena e inmoviliza; un mundo irreal de donde el alma debe escapar para vivir a la luz del Sol la verdadera realidad, lo que es bueno, bello y justo.

Numerosos ritos de iniciación en todos los pueblos comienzan por el pasaje del aspirante a través de una caverna o cueva, materializando así lo que define Mircea Eliade como el “regresus ad uterum”. Esto ocurría, por ejemplo, en la celebración de los misterios de Eleusis, donde los iniciados eran encadenados en el interior de una gruta de la que debían evadirse para alcanzar la luz; y en las ceremonias religiosas instituidas por Zoroastro en la antigua Persia, un antro o caverna consagrada al dios Mitra representaba este mundo de sombras.

Los pitagóricos, siguiendo a Platón, llamaron también a nuestro mundo “antro” y caverna. Y Plotino, en sus Enéadas, comenta el mismo simbolismo en estos términos: “La caverna, para Platón, como el antro para Empédocles, significa, me parece, nuestro mundo, donde la marcha hacia la inteligencia es para el alma la liberación de sus lazos y la ascensión para salir de la caverna.”

Resumiendo, el carácter central de la caverna es un lugar de nacimiento, de regeneración y de iniciación. Es una matriz análoga al crisol de los alquimistas. La tradición china afirma que los inmortales frecuentan las cavernas, ya que allí nació Lao-Tse, y también la tradición cristiana nos dice que Jesús nació en una cueva y fue igualmente enterrado en otra. Entrar en la caverna es, pues, retornar a los orígenes para renacer purificado y poder ascender por el camino que nos va a llevar al cielo.

Créditos de las imágenes: Devon Janse van Rensburg

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