El grifo es un animal fabuloso que tiene la parte superior de su cuerpo de águila y la inferior de león, además de una larga cola de reptil. Personaliza las cualidades del buen guardián, simbolizadas por la penetrante visión del águila que vigila atentamente desde las alturas cualquier movimiento, y la fuerza vigorosa del león, que reina en la selva con poderío y liderazgo, además de tener la paciencia y el valor necesarios para defender y proteger su territorio.
Comparando los simbolismos propios del león y del águila, podemos afirmar que el grifo une la fuerza terrena del león con la energía celeste del águila. Participa por tanto del simbolismo del cielo y de la tierra con el de estos dos animales -ambos de naturaleza solar- a los que hay que añadir el simbolismo de los reptiles, que suelen ser de una gran independencia y adaptación al medio, de soledad y libertad.
El grifo es una criatura legendaria, considerada desde siempre majestuosa, de gran presencia y poder. En la antigüedad clásica eran conocidos como los mejores guardianes de tesoros, a los que protegían celosa y ferozmente. Muchos creen que su origen proviene del antiguo arte iraní; en la mitología de este pueblo, al grifo se le llama shirdai, que significa león-águila, y su imagen aparece en el arte del Imperio Persa Aqueménida desde el 2000 a.C. Para los hebreos, el grifo pareció haber sido desde siempre el símbolo de la antigua Persia, donde se ha usado profusamente su figura en todas las manifestaciones artísticas y arquitectónicas que caracterizan a este gran pueblo, el país de los magos.
Las primeras representaciones que se conocen de los grifos aparecen en el arte minoico en Creta, donde pueden verse aún frescos del siglo XV a.C. en el salón del trono del Palacio de Cnosos. De allí se extendieron por toda Europa y continuaron viéndose luego a lo largo de la Edad Media en las fachadas de iglesias y catedrales.
Entre los griegos, los grifos se asimilan a los monstruos que custodiaban los tesoros en el país de los hiperbóreos y se oponían a los buscadores de oro en las montañas. Eran animales de luz según la mitología clásica, y estaban consagrados a Apolo, dios del Sol. Ellos tiraban de su carro en el viaje que el dios emprendía cada día de Oriente a Occidente y, junto con el trípode y la lira, llegaron a ser símbolo de esta divinidad.
Según la leyenda, los grifos eran animales que vivían en pareja y cuando uno de los dos moría, el otro continuaba el resto de su vida en solitario. También según una antigua tradición, la garra de un grifo tenía propiedades medicinales y una de sus plumas podía devolver la vista los ciegos.
Los Grifos fueron utilizados en la heráldica medieval para representar la fuerza y el coraje de los líderes militares. Se representaban con multitud de poses, aunque en la heráldica de Gran Bretaña siempre se ven con las alas extendidas. Una criatura parecida a él es el hipogrifo, que fue inventada por Ludovico Ariosto en su obra Orlando furioso en el siglo XVI y es un descendiente del grifo, con alas y cabeza de águila, pero con cuerpo de caballo.
El grifo ha pasado a la historia como un ser mitológico ampliamente representado en logotipos y estatuas, apareciendo también en obras literarias, poesías, películas e incluso actualmente en los videojuegos.
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