La Filosofía, el Hombre y la Naturaleza

Autor: Delia Steinberg Guzmán

publicado el 10-06-2020

Fernando Schwarz: ¿Cuál es la relación entre la filosofía y la naturaleza?

Delia Steinberg: Si entendemos por filosofía en su más amplio sentido el amor a la sabiduría, incluimos en esta sabiduría todas las leyes de la naturaleza. Por consiguiente, no podemos despreciar estas leyes; lo que hay que hacer es conocerlas, buscar su sentido profundo. La búsqueda del sentido profundo implica el amor, no un amor como reacción emotiva, sino un amor como comprensión, como aceptación de estas leyes y, sobre todo, como colaboración con estas leyes.

El Hombre y la Naturaleza

FS: ¿Usted quiere decir que la filosofía no se ocupa simplemente de abstracciones?

DS: En absoluto. Por eso hemos retomado el concepto de amor a la sabiduría del mundo clásico, donde ese amor tampoco se reduce a un estudio de las cosas, sino a un estudio y una participación en todas las cosas que estudiamos. Los conceptos abstractos nos alejan del mundo, nos alejan del entorno, nos alejan de la gente, nos alejan de nosotros mismos; por lo tanto, también la filosofía ha de ser tan activa. ¿Y de qué se ocupa la filosofía? De todo: desde el momento en que se ocupa del hombre, de la realidad del hombre, y de las posibilidades del hombre, ¿cómo podemos restringir el campo de la filosofía? Sería, en este caso, la más amplia de todas las ciencias y la más amplia de todas los artes.

FS: ¿Dentro de este mundo viviente, dentro de la Naturaleza, que lugar ocuparía el hombre?

DS: Si fuera por nosotros mismos, buscaríamos un lugar de privilegio. El mejor, el más destacado puesto, porque nos hemos acostumbrado a pensar que el hombre es la corona de toda evolución posible. No niego que si nos comparamos con el mundo animal, vegetal, mineral, el hombre presenta unas características más desarrolladas, pero ese es precisamente el lugar que nosotros deberíamos ocupar en la Naturaleza, ya no por la vanidad de sentirnos los mejores, los únicos en la corona de evolución, sino precisamente porque si vemos que en nosotros hay una diferencia para bien —o para más— respecto a los minerales, a las plantas y a los animales, eso nos otorga una mayor responsabilidad. ¿Cuál es nuestro lugar en la Naturaleza? El de la máxima responsabilidad: lo que no puede hacer un mineral, lo que no puede hacer un árbol, lo que no puede hacer un animal, lo podemos hacer nosotros. Y ese es el lugar del hombre: poder pensar, ponerse de acuerdo con la Naturaleza y trabajar con ella no quebrantando sus leyes. Yo le otorgaría, desde el punto de vista filosófico, un papel de apoyo y responsabilidad, jamás de destrucción y de aprovechamiento.

FS: ¿Cómo poder comprender y actuar según las leyes de la Naturaleza? ¿Cuáles son estas leyes?

DS: Nosotros vemos que diariamente hay un sol que aparece en el horizonte y se esconde por la tarde en Occidente. Estamos acostumbrados a las estaciones, al transcurso de las estaciones; estamos acostumbrados a las tormentas, los resultados de las tormentas, un volcán que de pronto estalla, el mar que crece y arrasa las orillas. ¿Pensamos que todo esto pasa porque sí? ¿Pensaríamos que nuestras digestiones, o la aceleración de nuestro pulso, o el hecho de que a veces nuestro corazón parezca querer salírsenos por la boca, pasa porque sí? Entiendo por leyes el descubrir cómo y por qué funciona la Naturaleza. Esto debe partir necesariamente de una observación filosófica; no es el mero espíritu de investigación de querer saber “qué”, sino es querer saber “por qué”. Para esto hace falta paciencia, detenimiento y respeto por todo aquello que vemos; no es simplemente un conjunto de experiencias y ver cuántas veces se repiten, sino advertir que las cosas que están pasando, no pasan por casualidad. Esto es entender la Naturaleza y es descubrir unas leyes, una forma sistemática de acción, de la misma manera en que la aceptamos para los que nosotros llamamos seres vivos.

FS: Esto nos lleva entonces no solamente a comprender sino a actuar.

DS: A actuar. Comprender sería ponernos en una actitud de receptor pasivo, de contemplador de la Naturaleza; pero, si le otorgamos al ser humano una actitud responsable, el que es responsable no se queda mirando las cosas. Solo con mirar no hacemos nada y si formamos parte de la Naturaleza… Si la Naturaleza está viva, es móvil, evoluciona, nosotros tenemos que estar vivos, tenemos que movernos y tenemos que evolucionar. Esto es actuar en y dentro de la Naturaleza.

FS: ¿Entonces Usted piensa que la vida evoluciona con una finalidad y que por lo tanto no sería el fruto de un azar?

DS: Es imposible que la grandiosidad con que se nos ofrece cotidianamente la tierra, el cielo que nos rodea, sea el fruto de una casualidad. Sería un desperdicio que fuera una casualidad, y sería una “casualidad” que el ser humano, que tanto estudia últimamente el universo, nuestra Naturaleza circundante, no pueda por “casualidad” crear cosas similares. Algo que, ante nuestra vista, de manera clara y precisa nos demuestra que tiene ciclos, que esos ciclos se repiten pero que nunca son exactamente iguales, nos demuestra que se dirige hacia una meta. El hecho de que nosotros no comprendamos con exactitud la meta no significa que tenga que ser casualidad. Debemos borrar el concepto de casualidad y buscar más bien las causas, las causalidades. Si hay una meta, ¿por qué no la entiendo? ¿Si no la entiendo, puedo comprenderla? Si todo esto que se desarrolla a mi alrededor revela una armonía y una dirección permanente ¿qué me autoriza a pensar en la casualidad? ¿No sería mejor que yo buscara el porqué de todas estas cosas? Ya no es cuestión de creencia, es una cuestión de lógica. Lo que vemos tienen un sentido, todo lo que tiene un sentido tiene una finalidad, la casualidad es un conjunto de cosas inarmónicamente reunidas, y solo los seres humanos generamos casualidades, y no siempre.

Lo que sucede es que hoy el hombre está muy imbuido del término cultura, y ha separado mucho el término cultura, y su propia cultura, de la visión general de la Naturaleza. ¿Cuál sería desde el punto de vista filosófico esta relación entre el hombre, la naturaleza y la cultura?

Se ha hecho de la cultura un término casi tan vacío como filosofía, una filosofía lo suficientemente abstracta como para no estudiar nada, salvo los restos que quedan de las demás ciencias. Lo que ninguna ciencia abarca, lo que ninguna ciencia puede explicar, lo deja a la filosofía, para ver cómo lo resuelve con unas cuantas definiciones vacías. Y creo que con la cultura estamos haciendo lo mismo.

¿Qué es la cultura sino el producto del hombre interior, de lo que el hombre piensa, de lo que el hombre siente? ¿Puede el hombre sentir y pensar alejándose por completo de la Naturaleza? Imposible, estamos inmersos en la Naturaleza. ¿Podemos hacer una cultura que se aleje da la Naturaleza, podemos hacer una cultura abstracta? No lo veo fácil. Lo veo tan difícil como pensar que el mundo existe por casualidad. ¿Hay una ciencia que se pueda alejar de la Naturaleza? ¿Hay un arte que se pueda alejar de la Naturaleza? ¿Hay una filosofía que se pueda alejar de la Naturaleza? ¿Hay un concepto interior de evolución humana, de desarrollo humano que se pueda alejar de la Naturaleza? No. Por lo tanto, si cultura es la expresión de todo aquello que vivimos, de una forma que se pueda transmitir a otras generaciones, bien sea como ciencia como arte, como filosofía, como distintas formas de pensamiento o de creencias, esta cultura está necesariamente unida a nuestro mundo circundante, al medio en el cual vivimos. Alejarla es vaciarla, ya no sería cultura.

FS: Muchos piensan que de quererse integrar tanto a la Naturaleza, el hombre perdería su propia especificidad, o ¿cómo integrase a ella sin dejar de ser hombres, humanos?

DS: Integrarse en ella pensando, integrarse en la Naturaleza inteligentemente es una manera de conservar la integración y la identidad. El hombre puede, y de hecho forma parte de la Naturaleza, pero también puede pensarla, puede entenderla, puede participar inteligentemente de ella. ¿Cómo perder entonces la identidad? Si ahora yo me agachara a recoger una hoja, o un caracol que reptaba hace unos instantes y que ahora debe de estar escondido detrás de una mata: ¿este caracol ha perdido su identidad por el hecho de esconderse detrás de unas hojas?, ¿una hoja como éstas, pierde su identidad, puedo yo confundirla con un caballo, con un perro? Sin embargo, ella está tan armónicamente unida a la Naturaleza que creo que, justamente, su manera de ser es formar parte de la Naturaleza y ser naturalmente lo que ella es. El hombre cree que para no perder su identidad debe diferenciarse, y pienso que el hombre debe ser, más que diferenciarse. Cuando el hombre logre entenderse a sí mismo, ser verdaderamente lo que es, encontrará su auténtico puesto en la Naturaleza y nadie lo confundirá ni con una piedra, ni con una hoja, ni con un caballo.

FS: Muchas gracias

Créditos de las imágenes: Svyatoslav Romanov

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Referencias del artículo

Entrevista realizada por el Prof. Fernando Schwarz a la Profesora Delia Steinberg Guzmán, Directora Internacional de Nueva Acrópolis.

2 comentarios

  1. N.Marianela dice:

    Cierto! Tenemos la esencia de todas las líneas de vida y mas, como tal hay un deber de resguardarla

  2. Alejandro Jiménez dice:

    Entiendo entonces que todas las manifestaciones del ser humano, pueden estar unidas en una armonía que lo lleve a unirse con la naturaleza, y por ende, con su esencia interior. Me pareció interesante el punto en el cual, podemos mas bien buscar las causas de las cosas, más de creernos con la autoridad de afirmar una casualidad.

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