Ya comentamos el traspiés de Tales al andar mirando las estrellas. Pero eso no quiere decir que no tuviera los pies en la tierra. Aristóteles cuenta de él la siguiente anécdota:
Reprochándole, a causa de su pobreza, la inutilidad de la filosofía, se dice que, sabiendo por las estrellas cómo sería la cosecha de aceitunas, siendo aún invierno y disponiendo de un pequeño capital, tomó mediante fianzas todas las prensas de aceite de Mileto y de Quíos, alquilándolas por muy poco, pues nadie compitió con él. Cuando llegó la oportunidad y súbitamente muchos a la vez buscaban prensas, las alquilaba como quería, reuniendo mucho dinero, demostrando así qué fácil resulta a los filósofos enriquecerse, si quieren, pero no aspiran a ello.
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