Las ideas sobre moral sirven de poco si no se ponen en práctica en nuestras acciones.
Como exponente de ello, se cuenta la siguiente anécdota de Mark Twain.
Estando ante un acaudalado personaje, este, haciendo gala de sus elevados ideales, le comentó que tenía la firme convicción de peregrinar a Tierra Santa y subir al monte Sinaí para leer en voz alta los Diez Mandamientos.
Entonces, Twain le replicó:
-Y, en vez de eso, ¿por qué no se queda aquí y los pone en práctica?
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Muy simpática anécdota.