Ya mencionamos en otra ocasión el sueño del filósofo taoísta Chuang Tzu con una mariposa. En otra ocasión él contaba la siguiente historia, donde se insinúa que muchas de nuestras desgracias tal vez sean consecuencia de nuestra estupidez, de no saber entender bien la naturaleza de las cosas. Porque a veces es como si nosotros mismos provocáramos aquello que más tememos:
«Había una vez un hombre que tenía miedo de su sombra y que renegaba de sus huellas; quiso huir de ellas, pero cuanto más corría, más huellas iba dejando, y por mucho que corriera su sombra no se separaba de él; entonces, creyendo que el problema estaba en que no corría lo bastante deprisa, corrió lo más velozmente que pudo y no paró hasta que murió agotado. Aquel hombre ignoraba que poniéndose a cubierto la sombra desaparece, y que permaneciendo en quietud no se dejan huellas».
Créditos de las imágenes: Alex Wigan
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