Como todo ser alado, el pájaro es símbolo de elevación espiritual. Sus alas evocan sueños de ascenso, de ligereza y libertad, imágenes que nos liberan de nuestra parte más material y pesada. Con su vuelo, los pájaros simbolizan las relaciones que se pueden establecer entre el cielo y la tierra. Existen multitud de tradiciones que consideran a los pájaros como mensajeros espirituales por su capacidad de poder elevarse y establecer una comunicación con lo más alto.
Para muchas culturas chamánicas, las aves son vistas como enviados divinos que simbolizan la esperanza de que algún día podremos volar también nosotros y reunirnos con nuestros seres más queridos allá arriba.
En la alquimia, los pájaros son las fuerzas en actividad y su posición determina su sentido. Elevándose hacia lo alto expresan la volatilización y la sublimación; descendiendo, la precipitación y condensación. Y los dos signos unidos en la misma figura, la destilación.
En el antiguo Egipto se simbolizaba al alma como un pájaro con cabeza humana, y así también aparece con la misma significación en el arte griego y romano. Según el Rig Veda y desde esta misma perspectiva, el ave simboliza la figura del alma escapándose del cuerpo, considerando al alma como la más rápida de las aves. También existen dibujos prehistóricos de hombres-pájaro que se han encontrado a lo largo de toda la vieja Europa, especialmente en las cuevas de Altamira o de Lascaux, y han sido interpretados en un sentido análogo, lo que demuestra la enorme antigüedad de esta idea de simbolizar el pájaro con el alma que sube al cielo.
En un sentido más amplio, las aves simbolizan otros niveles espirituales relacionados incluso con las jerarquías de los ángeles. Las numerosas “aves azules” de la literatura china en la dinastía de los Han son hadas, inmortales y mensajeras celestes. Los pájaros, tanto en Occidente como en Oriente, se posan jerárquicamente sobre las ramas del Árbol del Mundo. En los Upanishad estos pájaros son dos: uno come el fruto del árbol y otro mira sin comer, símbolos respectivos del alma individual activa (Jivatma) y del espíritu universal (Atma), que es voluntad pura. En realidad no son distintos, y por eso se los representa a veces como una sola ave de dos cabezas.
En el Islam los pájaros son el símbolo de los ángeles, y es común la creencia de que entre ellos tienen un lenguaje propio. El “lenguaje de los pájaros” de que habla el Corán simboliza también el lenguaje de los dioses, el conocimiento espiritual que nos alerta de los peligros y de las oportunidades que nos da la vida para que las vivamos y sepamos aprovechar. Este misterioso lenguaje es el que pudo comprender Sigfrido, el héroe de la Tetralogía wagneriana cuando, después de matar al dragón Fafner y obtener el tesoro con el anillo que custodiaba el monstruo, oyó la voz de un pajarillo que le hablaba con sus trinos; Sigfrido se dio cuenta de que entendía todo lo que le iba diciendo y tumbándose en la hierba estableció con él un amable diálogo. El pájaro le alertó primero del peligro que le acechaba con el nibelungo Mime, su falso padre-madre que tenía la intención de traicionarlo, indicándole después el camino que debía recorrer para llegar a la empinada roca donde yacía dormida Brunilda, la joven walkiria castigada por Wotan, a la que el héroe despertaría para hacerla su esposa.
Créditos de las imágenes: Jacques LE HENAFF
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