Nuestras sensaciones agradables no son más que diversas maneras de fluir internamente los movimientos del Agua Primordial que contenemos. Las aguas abisales son el subconsciente y el hielo es el estancamiento en su más alto grado. Cada forma de agua es una faceta simbólica.
En China es el caos primordial, que contiene la totalidad de las manifestaciones. Es símbolo de la sabiduría que, como el agua, es libre y sin ataduras. La principal metáfora del taoísmo es el agua, que se adapta y es tan flexible como el sabio: cuando encuentra un hueco, se arremansa; cuando llega a un plano se desliza; cuando hay pendiente corre, y siempre va con perfecta y feliz naturalidad discurriendo por la vida.
En Tíbet es símbolo del compromiso en las iniciaciones.
En el Génesis, es donde se incuba el soplo de Dios, y, continuando con la Biblia, de la roca de Moisés brota como fuente de agua viva. Del costado de Cristo, como símbolo de vida eterna y purificación y, por el bautismo, crea al hombre nuevo. Pero también es símbolo de muerte: su desencadenamiento desordenado trae catástrofes y castigos: el Diluvio, el cierre del Mar Rojo, etc. Las aguas en calma son creación y las agitadas, destrucción.
En el panteón nahuatl (México) de la América precolombina, su simbolismo es también dual: las verticales, representadas por el dios de la lluvia Tlaloc, están en relación con el fuego, creando entre los dos el reflejo ígneo de las aguas, lo que se denomina “el agua quemada”. Tlaloc está vinculado a las pasiones y a la vitalidad. Está emparentado con Chalchiliutlicúe, diosa de las aguas horizontales, que sube a los cielos y baja fecundada por el Sol para fertilizar la Tierra. En su nombre se celebraba una ceremonia de bautismo, en la que el bebé era purificado por las aguas de esta diosa virgen.
En Egipto es la misma fuente de la vida y la fertilidad, proyectada en la Tierra por el río Nilo, que era considerado como un don, reflejo de ese otro Nilo celeste para los egipcios, que era la Vía Láctea.
En Babilonia, como anteriormente en Súmer, es Océano Primordial del que se desprenden Apsu, el agua dulce, principio masculino y fértil, y Tiamat, el principio femenino de aguas saladas y caóticas que, al ser fecundadas por ese río de aguas dulces, engendran a los Primeros nacidos.
En Grecia es la que habla: de la Fuente de Castalia, en Delfos, manaba el agua que purificaba e inspiraba a la Pitia.
Créditos de las imágenes: Magnus Manske
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