La escalera es un símbolo que aparece con mucha frecuencia en la iconografía universal de todos los tiempos. Engloba las ideas de ascensión, gradación y comunicación entre los diversos niveles de altura y verticalidad. Es el símbolo de la progresión hacia la sabiduría, de la ascensión al conocimiento y la transfiguración. Si sube hacia el cielo, trata de alcanzar el conocimiento del mundo divino, y si penetra en el subsuelo, es la búsqueda del saber oculto, de las profundidades del inconsciente. Al igual que la escala, la escalera simboliza la búsqueda del conocimiento, tanto exotérico (la subida hacia la luz o apertura), como esotérico (la bajada a lo oculto y los misterios del ser).
En el sistema jeroglífico egipcio, la escalera es un signo determinativo para el acto de subir y entra en la composición de uno de los epítetos de Osiris, a quien se invoca como “el que está en lo alto de la escalera”. También su esposa Isis lleva en muchas ocasiones como atributo sobre su cabeza una escalera de tres peldaños por los que nos invita a subir para alcanzar el cielo. Los escalones que representaban los egipcios solían ser nueve ‒el triple ternario‒, símbolo de los dioses de la enéada que, con Osiris, completaban el diez que cierra el ciclo de retorno a la Unidad primigenia. En muchas tumbas egipcias se han encontrado amuletos en forma de escaleras de mano, y en “El Libro de los Muertos” se dice: “Está ya colocada mi escalera para que pueda subir a ver a los dioses”. Los egipcios conocían perfectamente este símbolo de ascensión, y las pirámides son básicamente una analogía de la escalera, lo que es particularmente evidente en el caso de las pirámides escalonadas. En la antigüedad egipcia se representaban barcas que llevaban en el centro ‒a guisa de mástil y velamen‒ una escalera de siete o nueve peldaños que simbolizaba la última y final ascensión del alma hacia las estrellas, en las cuales se confundía al unirse con la luz de Amon-Ra; estas son las Barcas de la Escalera del Cielo, símbolos de la ascensión del alma al abandonar el cuerpo que la envuelve en la Tierra.
La escalera es también uno de los símbolos más notables del culto a los antepasados. Formas emparentadas con la escalera son los montes sagrados o las construcciones arquitectónicas con escalones, como los zigurats mesopotámicos o los teocallis de la América precolombina. Se refunden así dos símbolos: el del templo-montaña y el de la escalera, significando que todo el cosmos es una vía de ascensión y de vuelta hacia lo Uno, hacia el Espíritu Original.
En los misterios de Mitra, la escalera ceremonial tenía siete escalones, siendo cada uno de un metal diferente (como lo eran, figuradamente, los planos del zigurat). Según el Zohar, la cima de la Escala de Jacob se perdía en las mansiones del cielo. Y según la tradición islámica, Mahoma tuvo la visión de una escalera por la que los justos subían al paraíso.
En el arte y el pensamiento románico, la escalera es el símbolo de la relación entre el mundo superior y el terrestre, pero no hay que olvidar que, desde el punto de vista espacial, los puntos que señalan los mundos no son dos, sino tres, pues hay que agregar el mundo inferior del Hades o submundo. En definitiva, la escalera es un símbolo ascensional clásico, que designa no solamente el acceso al conocimiento, sino una elevación integrada de todos los seres hacia sus orígenes, hacia la Unidad.
Créditos de las imágenes: Ricardo Gomez Angel
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