Su color y su grito lúgubre, el que se alimente de carroña, hace para nosotros al cuervo pájaro de mal agüero.
En China también, pero al mismo tiempo es símbolo de amor filial, porque se dice que alimenta a sus padres.
En Japón es símbolo de amor familiar; mensajero divino, anunciador de triunfos; pero es ave solar y se le representa de color rojo.
En India el Mahabharata le hace mensajero de la muerte.
En la Biblia, Génesis, es al perspicacia: Noé le envía a verificar si la tierra ha comenzado a emerger tras el diluvio.
En Grecia se consagra a Apolo; ellos determinaron el emplazamiento del omphalos de Delfos según Estrabón; fueron las águilas según Píndaro y los cisnes según Plutarco. Son también atributo de Mithra.
Entre los celtas desempeña un papel profético. El nombre de Lyon, Lugdunum, se puede interpretar como Colina del Cuervo, no de Lug, según el pseudo Plutarco, porque su vuelo indicó el emplazamiento de la ciudad.
Para los galos era sagrado.
Para los germanos eran compañeros de Wotan; Odín tiene dos sobre su asiento : Hugin, el espíritu, y Munnin, la memoria.
Para los indios norteamericanos es la personificación del trueno y el viento, igual que para los mayas en el Popol Vuh.
En los sueños es mal agüero; cercano a las tinieblas, sobrevuela los campos de batalla como pájaro fúnebre. Es también la soledad, el aislamiento voluntario.
Es un simbolismo, el del cuervo, lleno de contradicciones: pájaro solar y tenebroso, anuncia la muerte y la desgracia y a veces protege. Esta ambivalencia proviene de sus variadas propiedades físicas.
Créditos de las imágenes: Drow male
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