El huevo, considerando que contiene el germen a partir del cual se desarrolla la manifestación, es un símbolo universal y que se explica por sí solo. El nacimiento del mundo a partir de un huevo es una idea común a casi todas las antiguas civilizaciones.
El huevo es una realidad primordial que contiene en germen la multiplicidad de los seres. Para los egipcios emergen por la acción de un Demiurgo, del Nun, personificación del océano primordial; un dios surgirá que organizará el caos, dando nacimiento a los seres diferenciados. El dios Khnum salido de este océano y del huevo primordial fabricará a su vez los huevos o gérmenes de vida. El Egipto antiguo tenía diversas cosmogonías: según la de Hermópolis, el huevo principal es Qerehet, patrona de las fuerzas vitales de la especie humana.
En la India, según el Upanishad, el huevo nace del no – ser y engendra los elementos: dos fragmentos de la cáscara, uno de plata y otro de oro, engendran el cielo y la tierra. De la membrana externa surgen las montañas, de la interna las nubes, de las venas los ríos y del agua de la vejiga el océano.
Según la doctrina tibetana, el huevo es origen de una larga genealogía de ancestros. En las tradiciones chinas, antes de toda distinción entre el cielo y la tierra, el propio caos tiene la apariencia de un huevo de gallina. Al cabo de 18.000 años, número que simboliza lo indefinido, el huevo se abre: los elementos pesados forman la tierra, yin y los ligeros el cielo, yang. En el templo inca del Coricancha se encuentra como principal ornamento una placa de oro de forma oval, flanqueada por el sol y la luna, representación del supremo Wiracocha.
El huevo es a menudo una representación del poder creador de la luz.
Confirma y promete la resurrección como retorno. En las tumbas de Beocia se han descubierto estatuas de Dionisos con un huevo en la mano. Las reglas órficas prohibían comerlos; se ofrecen a los muertos como alimento prenda del renacimiento.
También participa del simbolismo de los valores de reposo, como la casa, el nido, la concha o el seno de la madre.
Es la idea del germen de la vida espiritual, a que se refiere la tradición alquímica del huevo filosófico, vaso hermético que contiene el compost propio del mantillo terrestre de la obra.
Créditos de las imágenes: PDPhotos
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Una sugerencia, deberían poner referencias.
Según las autoras, la bibliografía básica utilizada (para esta ficha y las de otros símbolos ya publicados) es la siguiente:
– DICCIONARIO DE SÍMBOLOS de Juan Eduardo Cirlot, ed. Siruela
– DICCIONARIO DE LOS SÍMBOLOS de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, ed. Herder
– DICCIONARIO DE SÍMBOLOS Y MITOS de J.A. Pérez-Rioja, ed. Tecnos
Aparte de estos tres libros principales, también les ha sido de mucha ayuda los años de estudio en la Escuela de Filosofía de Nueva Acrópolis, y en particular los apuntes de la materia de Simbología Teológica.