Esta pregunta, la de la utilidad de la filosofía, se encuentra íntimamente ligada a aquella otra de “qué es la filosofía”, y también a una tercera, “cómo nace la filosofía”. En este breve trabajo exploraremos estas preguntas, no solo en el contexto de la llamada filosofía clásica, es decir, grecorromana, sino también a través de los planteamientos de filósofos contemporáneos, como Jaspers y Ortega y Gasset.
En su Historia de la filosofía, Julián Marías nos recuerda que por filosofía se ha entendido a lo largo de la historia occidental: 1) una forma de saber; en su cumbre, la sabiduría misma y 2) un modo de vida.
Por filosofía se han entendido principalmente dos cosas: una ciencia y un modo de vida. La palabra filósofo ha envuelto en sí las dos significaciones distintas del hombre que posee un cierto saber y del hombre que vive y se comporta de un modo peculiar. Filosofía como ciencia y filosofía como modo de vida, son dos maneras de entenderla que han alternado y a veces hasta convivido. Ya desde los comienzos, en la filosofía griega, se ha hablado siempre de una cierta vida teórica y al mismo tiempo todo ha sido un saber, una especulación. Es menester comprender la filosofía de modo que en la idea que de ella tengamos quepan, a la vez, ambas cosas. Ambas son, en definitiva, verdaderas, puesto que han constituido la realidad filosófica misma. Y solo podrá encontrarse la plenitud de su sentido y la razón de esa dualidad en la visión de esa realidad filosófica; es decir, en la historia de la filosofía.
La filosofía en sus cumbres ha sido brújula, mapa, e incluso, en contados casos “GPS” (sistema de posicionamiento basado en satélites geoestacionarios que permite definir con gran exactitud dónde nos encontramos sobre el globo terráqueo). Por ello la filosofía tiene la misma utilidad y las mismas limitaciones que estos distintos instrumentos de navegación. Estos instrumentos solo tienen un sentido para aquel que “navega”, que va hacia un destino deseado, que tiene un propósito o fin (telos). Son herramientas del caminante. Por ello, la filosofía como teoría solo tiene un sentido para aquel que “practica o hace filosofía”, es decir, para aquel que, en el sentido clásico del término, es filósofo.
Para Jaspers, fundador del existencialismo, el niño que pregunta hace filosofía, actividad esencial y naturalmente humana. Es decir, la filosofía nace con el hombre. Este insigne filósofo contemporáneo también resume los orígenes de la filosofía en cuatro postulados:
El planteamiento de Ortega es un tanto distinto, y tal vez algo más realista y también pesimista. Podemos inferir del pensamiento de Ortega que el hombre puede hacer filosofía, puede interesarse en las cuestiones fundamentales, pero que ello requiere de un esfuerzo individual, pues las circunstancias de cada individuo son únicas. Y pocos realizan este esfuerzo, y por ello desgraciadamente muchos hombres no salen del estado de hombre masa.
En su Epílogo a la Historia de la filosofía de Julián Marías, Ortega analiza la búsqueda filosófica, invento de los griegos según él, a través del tiempo. Es una búsqueda incompleta, que siempre se construye sobre los cimientos del pensamiento cumulativo que le antecede. La visión de Ortega también es dialéctica; el nuevo pensamiento nace de la falta, de los errores del anterior. La visión de la filosofía de Ortega es así esencialmente dinámica; se hace filosofía en un tiempo dado, en relación con circunstancias específicas, y como reacción o extensión dialéctica a lo que se ha pensado antes.
Sin embargo, el hacer filosofía es de la máxima importancia, pues la filosofía se relaciona con las cuestiones fundamentales. Las cuestiones fundamentales son las de siempre y también las de las circunstancias individuales y colectivas de una generación específica. Para Ortega es de vital importancia el estar a la altura de las ideas del tiempo. Ello exige un esfuerzo constante de transmisión de la cultura, labor a la que dedicó una gran parte de su vida. Su propio esfuerzo de elevar a España a la altura de las ideas de su tiempo lo llevó a fundar la Revista de Occidente y a traer a España a pensadores insignes, tales como Einstein.
Ello fue su propia manera de ser consecuente con su análisis negativo del hacer filosofía, es decir, del déficit de interés en las cuestiones fundamentales que se había producido, según él, a partir de 1880:
En las generaciones anteriores a la actual (estos escritos corresponden a 1945-1953) –no precisemos ahora desde cuándo ni por qué– se ha padecido una depresión de lo que Platón llamaba “ansia por el Ser”, es decir, por la verdad. Ha habido, sí, enorme y fecunda “curiosidad” –de aquí la expansión y exquisito refinamiento de las ciencias–, pero ha faltado impetuoso afán por ponerse en claro respecto a los problemas radicales. Uno de estos es el de la verdad y su correlato, el problema de la auténtica Realidad. Han vivido aquellas generaciones recostadas en la maravillosa progrediente de las ciencias naturales que terminan en técnicas. Se han dejado llevar en tren o en automóvil. Pero nótese de paso que desde 1880 acontece que el hombre occidental no tiene una filosofía vigente. La última fue el positivismo. Desde entonces solo este o aquel hombre, este o aquel mínimo grupo tienen filosofía. Lo cierto es que desde 1800 la filosofía va dejando progresivamente de ser un componente de la cultura general y, por tanto, un factor histórico presente. Ahora bien, esto no ha acontecido nunca desde que Europa existe.
Hasta hace muy poco, pues se insinúan cambios importantes en nuestra visión del mundo, del ser humano y de la historia, se ha visto la historia del pensamiento como un fenómeno esencialmente lineal, en el cual lo que viene después es más rico y completo que lo que le antecede. Esta visión ha sido en parte un legado del pensamiento comtiano. Así, se ha interpretado la historia del pensamiento y de la cultura como un ascenso desde las interpretaciones míticas de los fenómenos naturales hasta el gran despliegue de tecnología que vivimos como consecuencia de los avances de la ciencia del siglo XX. En otras palabras, quien llega después se beneficia del legado cumulativo que le precede, especialmente en un mundo en el que predominan la globalización y las rápidas comunicaciones.
Esta visión del mundo, que estuvo muy en boga a fines del siglo XIX y a principios del siglo XX, ha visto en la filosofía una superación de la etapa mítica y religiosa del ser humano y un preludio de la ciencia. En otras palabras, en esta visión de las cosas, la filosofía es el ejercicio de la razón desmitificada, que eventualmente desemboca en una visión científica del mundo.
Es interesante notar cómo la visión lineal del pensamiento humano comienza a desaparecer y renace la importancia dada a la interpretación del mundo tanto a nivel individual como colectivo (lo que hoy se llama cultura). El llamado constructivismo ha planteado que toda realidad es una realidad construida. Por ello, la realidad objetiva es esencialmente una quimera; cada cual tiene su realidad. A nivel colectivo, una interpretación de la realidad que es compartida por muchos por razones históricas, religiosas, geográficas, etc., se traduce en una cultura. Y cada cultura es esencialmente única, y tiene derecho a existir y sobrevivir, y no se puede decir que sea mejor que otra cultura. Sin embargo, sí existiría un trasfondo de valores y derechos humanos que toda cultura actual debe respetar. Entre estos derechos se cuentan la igualdad de hombres y mujeres, la posibilidad de una participación política activa de todos los ciudadanos, la protección contra los llamados crímenes contra la humanidad, etc.
En qué se diferencia esta nueva visión de las cosas del planteamiento anterior y qué significa ello para la filosofía?
Si tanto la religión como el mito vuelven con gran fuerza, ¿qué significa ello para la filosofía? ¿Acaso ha muerto, al igual que el interés en las cuestiones fundamentales? ¡Al parecer, todo lo contrario! En muchas personas, el renovado interés por las distintas culturas del mundo que es y que fue, ha generado también un renovado interés por las filosofías, tanto de Oriente como de Occidente. Los libros de filosofía clásica y los de divulgación filosófica vuelven a ser best sellers. Y algunos, incluso, vuelven a plantear que el ser humano no solo tiene problemas psicológicos, sino también preguntas existenciales. Vuelve la terapia filosófica y el reencuentro con el ser humano como un ser que necesita respuestas a las cuestiones fundamentales de la vida. Por ello, lo que puede haber muerto o menguado es la creencia en una Filosofia, omniabarcante y superior a todas las demás, pero no la búsqueda filosófica.
Ha contribuido al re-despertar de la filosofía, de la religión y de la cultura una renovada visión compleja del ser humano, y de sus múltiples necesidades individuales y colectivas. En diversas épocas, los seres humanos se han enfrentado a distintos dilemas de la existencia, y unos y otros han desarrollado sistemas míticos, religiosos y filosóficos que han integrado y permitido transmitir su propia experiencia vital. Y ello vuelve a ser del interés tanto de profesionales de las grandes urbes que buscan sus raíces islámicas como fuente de identidad, como de los judíos, que más allá de la diáspora se han esforzado en ser uno por medio de una cultura y religión transmitidas a través de la madre, y, recientemente, en un renovado interés en los misterios de una kabbalah, que no es simple moda como algunos quisieran. Y los jóvenes buscan su propia religión en la ecología y la visión de una madre-tierra Gaia que a todos nos acoge.
¿Acaso se puede decir que ello sea filosofía? ¿Y en qué se asemeja y en qué se diferencia de la visión de la filosofía postkantiana de Ortega y Gasset y de la existencialista de Jaspers, así como de la filosofía universitaria?
De todo lo anterior se desprende que el ser humano necesita hacer filosofía para ser plenamente humano. La filosofía nace en el momento en el que el ser humano comienza a plantearse las cuestiones fundamentales y también en los momentos de crisis en los cuales todo parece perder su sentido…
Perdido en la noche, el navegante recuerda que existen estrellas fijas, y que otros antes que él han hollado los mismos senderos existenciales. Quienes nos precedieron en la misma ruta, ¿nos habrán legado acaso un mapa que nos acerque a nuestro humano destino, tan humano y tan destino como el de nuestros antepasados?
Harry Costin
Créditos de las imágenes: Amir Mohammad HP
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Definitivamente no se puede apreciar verdaderamente a la filosofía sino se practica, el conocimiento está hecho para ser aplicado. De ahí que nuestras experiencias sean las cuales nos conviertan en mejor personas/filósofos.
EXCELENTE EL ABORDAJE SOBRE LA FILOSOFIA Y SUS ALCANCES. SOMOS FILOSOFIA EN NUESTRA MANERA COMO ENFRENTAMOS NUESTRA REALIDAD LOGRANDO ALCANZAR ESE OBJETIVO QUE NOS HARA PLENOS Y VIVOS.
La filosofía es uno de los conceptos más importantes donde se empieza a planear con el ser humano cuestiones o crisis.Donde existen varios tipos de filosofía que nos sirven para distinguir una de otra