La palabra zen es la evolución en lengua japonesa del término indio dhyana, que significa ‘meditación’ o ‘reflexión continua en una idea’. Cuando esta escuela budista no ortodoxa (puesto que no da importancia al estudio de los textos sagrados) entró en China, el término pasó como tzan. De acuerdo con la tradición, el fundador de la escuela tzan fue el patriarca hindú del budismo Bodhidharma, que trasladó la sede del patriarcado budista a China en el s. VI d. C. Entonces fundó allí un monasterio, que para muchos estudiosos era el Shaolín, y enseñó a los monjes métodos secretos de acercamiento a la verdad budista, entre los cuales está el del zen.
Estos métodos, que se combinaban con ejercicios psicosomáticos y gimnasia, constituirán el núcleo inicial de las artes técnicas chinas o del Kung Fu. Según la tradición, el mismo Bodhidharma decía que la enseñanza secreta del tzan o zen había sido transmitida por el mismo Buda a su discípulo Kasyapa y de este a los posteriores patriarcas del budismo, hasta él mismo.
Así, primer patriarca del budismo zen es considerado el gran iniciado Bodhidharma, aunque los elementos históricos demostrados totalmente sobre el origen del zen comienzan por Hui Neg (638-713) y Sen Siu (60-706), que actuaron en el sur y norte de China respectivamente.
A pesar de esto, las ideas del zen existían ya en China en su forma esencial casi dos siglos antes de la llegada de Bodhidharma, en la filosofía de Seng Tsao y de Tao Seg, que vivieron entre los siglos IV y V d. C. El primero sostenía que nuestra fusión con el vacío o no-ser, para que sea real tiene que ser total. El segundo enseñó que la iluminación budista se consigue instantáneamente. Estas dos maneras de pensar constituyen las ideas centrales que caracterizarán al budismo zen, tanto en China como posteriormente en Japón.
En Japón, el budismo zen comenzó a desarrollarse después del siglo XII, si bien el budismo ortodoxo tenía ya en este país una tradición de aproximadamente seis siglos, puesto que había sido introducido en el país un poco después del establecimiento de Bodhidharma en China, en el s. VI d. C.
Realmente la palabra zen es japonesa, como hemos visto, y es la abreviatura de la palabra zenno, que significa ‘meditación’.
El budismo en Japón predominó bastante fácilmente, aunque no tanto en su forma filosófica como religiosa. Se mezcló rápidamente con los elementos de la religión tradicional local, el sintoísmo, y así creó una forma de budismo totalmente diferente, la del budismo japonés. Sin embargo, el desarrollo de los elementos filosóficos tuvo lugar después, con la introducción de las ideas zen del budismo chino. Realmente la filosofía nipona, con el desarrollo del budismo zen, adquiere importantes dimensiones.
La transmisión de la enseñanza en el zen tiene lugar por medio de los llamados koan. No se trata de una enseñanza teórica, sino de una forma de comunicación simbólica entre maestro-discípulo, que tiene como objetivo la consecución vivencial de la iluminación instantánea por parte del discípulo.
Para que esto se logre, el koan utiliza distintas formas, como por ejemplo el diálogo, la parábola, el silencio e incluso el golpe al discípulo. Estos modos no son contradictorios entre sí, porque cada uno de ellos puede llegar a ser un koan. Por otra parte, en el zen no existe la posibilidad de la contradicción, porque funciona más allá de la manera de pensamiento dual de nuestra mente, la cual es la causa de la creación de contradicciones entre las cosas y sus estados.
La enseñanza del zen intenta ayudar al discípulo a superar la mente lógica y aprehender la realidad, con un instrumento de percepción superior, la intuición, el elemento Budhi, que sobrepasa la contemplación dualista del universo. El cultivo del elemento búdhico dentro del discípulo es el que le permitirá la iluminación y la superación de los límites de la mente Kama-Manas, de la lógica humana convencional.
Así, el zen funciona con el subconsciente, intenta ampliar nuestra parte consciente, más allá de sus estrechos límites. Por eso algunos maestros del zen dicen que el discípulo no tiene que pensar con su cerebro si quiere entender el zen. Debe pensar con el vientre, con el hipogastrio, es decir, debe sentir la verdad y no intentar entenderla. Debe ser espontáneo para poder entrar en el flujo natural de lo real, del uno-todo. Esta es, quizá, una de las razones que hacen al budismo zen tan difícil de comprender y tan inaccesible al estudioso occidental, acostumbrado a un modo de pensar racionalista, horizontal y plano. La metodología del zen, muy compleja dentro de su aparente simplicidad, permite la vivencia de la verdad y de la vida y no su comprensión.
Pero mejor, citemos dos ejemplos de koan del zen japonés.
Josu preguntó al maestro Nansen:
–¿Cuál es el camino?
–El camino es la vida cotidiana –respondió Nansen.
Josu volvió a preguntar:
–¿Puede estudiarse?
Nansen dijo:
–Mientras más lo estudies, más te alejarás de él.
Y Josu preguntó:
–Si no lo estudio, ¿cómo me daré cuenta de que es el camino?
Nansen dijo:
–El camino no pertenece al mundo de la percepción ni pertenece al mundo de la no-percepción. La intelectualidad es un autoengaño y la no-intelectualidad no tiene sentido. Si quieres llegar al camino real más allá de toda duda, ponte a ti mismo en la misma libertad con el cielo. No lo llames ni bueno ni no-bueno.
Con estas palabras Josu se iluminó.
El segundo nos habla de la historia del maestro zen Ikkyu:
Poco antes de morir Ninakawa, lo visitó el maestro zen Ikkyu, el cual le preguntó:
–¿Te guío más allá?
Ninakawa le respondió:
–He llegado solo y me marcharé solo. ¿Qué ayuda puedes ofrecerme tú?
Ikkyu respondió:
–Si piensas realmente que vienes y vas, ese es tu autoengaño. Te enseñaré el camino donde no existe ir y venir.
Con estas palabras, Ikkyu le reveló el camino tan claramente que Ninakawa sonrió y dejó este mundo.
Hoy día el budismo zen continúa existiendo en Japón, y además, en las últimas décadas se ha introducido en Occidente, influyendo profundamente en la moderna manera de pensar psicoanalítica y constituyendo un importante método de acercamiento a lo Verdadero, ofreciendo así al árido racionalismo occidental una vía de escape para el restablecimiento de su equilibrio psicosomático.
Jorge Alvarado Planas
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siempre es beneficioso para el ser humano conocer la historia y su legado en donde el hombre y superhombres nos han dejado un sendero, que nos habrira nuevos parametros para crecer y avanzar en un camino discipular.gracias...!!