Hace unos días, por casualidad, leí una enseñanza, de estas que dejan gran impacto. Pertenece al clásico de la filosofía hindú el Samkhya Karika[1], una obra escrita en el siglo IV d.C. por Ishvara Krishna, y con la que, se nos dice, la Escuela Samkhya alcanza su cénit. Esta Escuela es una de las Seis Dárshanas o Escuelas de Filosofía de la India, junto con la Vaisheshika (Atomista), la Nyaya (Lógica), la Yoga (Práctica), la Vedanta (Metafísica) y Purva Mimamsa (Ceremonialista).
H.P.Blavatsky (1831-1891) explica que cada una de ellas da una perspectiva o dimensión de la realidad, como si fuesen las seis caras de un cubo que apuntan a las seis direcciones del Espacio. Atma Vidya, literalmente Conocimiento del Alma, sería la séptima, la central, raíz oculta de todas ellas, la Escuela Iniciática, la Escuela de Misterios en que habrían bebido los creadores o los maestros más insignes de las otras seis Escuelas. H.P.Blavatsky también comenta que la Escuela Samkhya es la más semejante, en la descripción de cómo es la Naturaleza, a las Enseñanzas Esotéricas. El nombre Samkhya significa en sánscrito, “enumeración”, porque se “enumeran” los distintos Peldaños de la Naturaleza y la Materia (Prakriti) en proceso gestativo y evolutivo ante la presencia de Purusa (Unidad desde la que irradian los “Existentes por Sí mismos”, que Pitágoras llamaría “Mónadas”). Peldaños que van desde Mahat o Budhi, la naturaleza esencial, luminosa, ideal hasta los cinco elementos materiales densos (tierra, agua, fuego, aire y éter[2]) Estas 24 categorías del Ser son la “enumeración” propiamente dicha, y saber diferenciar una de otra significaría hallarse en el Conocimiento puro, ser un sabio perfecto. Es por esta razón que en el Bhagavad Gita, en que menciona varias veces el Samkhya y el Yoga como el camino de la contemplación y la acción respectivamente, refiere esta sabiduría como “ver” todo lo que existe en su orden y categoría.
“Las historias ilustrativas faltan y las objeciones de los oponentes han sido omitidas.
Este śāstra (tratado), expuesto brevemente, no es defectuoso en propósito y es como el reflejo en un espejo del vasto material de la doctrina.”
O sea, cada una de estas setenta máximas irían acompañadas de 100 horas de explicaciones, alegorías, análisis, debates y argumentación, que al ser orales y llevados aparentemente por el viento, nos dejan sólo con el esqueleto de la doctrina.
En el libro se exponen la naturaleza de las mónadas o “existentes por sí mismos”, las que van evolucionando -sin que se añada perfección a las mismas- en ciclos infinitos en el tiempo y en el espacio. Las que las enseñanzas teosóficas hacen gotas de una “Oleada de Vida” que dan “vida”, por ejemplo, aquí en la Tierra al reino mineral, vegetal, animal, humano y a todos los espíritus de la Naturaleza, y además cada uno de los átomos, moléculas, virus, bacterias, células, etc., etc.
De estos “existentes por sí mismos”, verdaderas “chispas” del Fuego Universal en la tradición estoica y de Heráclito, dice que no son productos ni productores, ni causas ni efectos, cada uno de ellos es el “espectador silencioso” que está detrás de todo y es naturaleza vertical raíz de la conciencia en todos sus niveles, el “Yo” real de todo lo que existe. El “existente por sí mismo” es no manifiesto (avyakta) y por lo tanto no es causado, es permanente, no es finito, ni activo, no es múltiple ni dependiente, no es característico, ni compuesto ni subordinado.
No es causa ni efecto, aunque sí “causa primera increada”. Todo el nacimiento y evolución de la Naturaleza es como una danza de la materia ante su mirada, y que danza porque él la mira, que comienza y termina ante su mirada incesante. Es la danza universal de Maya, el aspecto móvil y femenino de la Realidad. Sí podemos decir que Purusa está “encadenado” ante la belleza y atracción fatal de esta danza.
“Igual que la gente se involucra en la acción para aliviar los deseos, así también actúa avyakta para la liberación de puruṣa.
Igual que una bailarina abandona su danza cuando ya ha sido vista por la audiencia, del mismo modo cesa prakṛti tras haberse mostrado a puruṣa.
Ella, prakṛti, que posee guṇas, obra generosamente de múltiples modos para el bien del puruṣa, inútil, que carece de guṇas.
Es mi creencia que no hay nada más sutil que prakṛti, que piensa “he sido vista” y ya no vuelve ante los ojos de puruṣa (…)
Puruṣa, cómodo, situado como espectador, ve a prakṛti, cuya actividad ha cesado porque llegó a la meta y se aleja de las siete formas.
El uno, indiferente, piensa “la he visto”; la otra, pensando “he sido vista”, cesa; a pesar de la proximidad de ambos (ya) no hay creación.”
Las gunas son las cualidades de la materia (prakriti), tres en número, y en perfecto equilibrio antes de la manifestación. La presencia de purusa quiebra este equilibrio y comienza el juego de la vida y la sucesión de las formas. Estas gunas, en la filosofía samkhya son: rajas (exceso), tamas (defecto), satva (justo medio). Este concepto es importantísimo en la filosofía de la India Antigua y varios capítulos del Bhagavad Gita les están dedicadas, pues todo aquello que en un grado u otro participa de la materia está constituido en diferente proporción de estas: la alimentación, los modos de fe, los modos de acción (inercia-tamas, acción impetuosa y ciega-rajas, recta acción-satva), etc. Las diferentes Dárshanas establecieron un número diferente de gunas, enfocándo unos u otros aspectos de la materia. En la obra anónima “El sueño de Ravana” hay un discurso asombroso, sublime, definitivo, de varias páginas sobre estas tres gunas y sus interacciones. Continuando con el Samkhya Karika:
“Los (tres tipos de) guṇas, cuyas naturalezas son placer, dolor e indiferencia, tienen como finalidad manifestar, actuar y obstruir; se dominan, soportan y activan mutuamente. Interactúan entre sí.
Sattva es ligero y luminoso; rajas es estimulante y móvil; tamas es inerte y obstructor; como (las partes de) la lámpara (que actúan juntas para producir el fenómeno único de la luz), su acción tiene un fin común.”
La enseñanza a que me referí en el inicio de este artículo es el siguiente, la sentencia (Sutra) número 7:
“La no percepción de algo puede ser (por alguno de los siguientes motivos):
7.1. está demasiado lejos,
7.2. está demasiado cerca,
7.3. defecto en los sentidos,
7.4. distracción mental.
7.5. su sutileza,
7.6. interferencia (de otro objeto),
7.7. su supresión,
7.8. está mezclado con lo similar.”
No se refiere solo a la visión, aunque ésta sea la más clara, sino a la percepción de cada uno de los sentidos (audición, gusto, tacto, etc.) y por lo tanto también a la mente, que es la raíz de la percepción.
De este modo, podemos no ver o no entender por todos estos motivos.
1-Está demasiado lejos: Y así no vemos los detalles. Una ciudad a la distancia en que no percibimos sus pormenores. O un asunto que no nos es familiar, que está distante y no somos capaces de entenderlo.
2-Está demasiado cerca: Si estamos entre las calles de la ciudad, o en medio del bosque sin tener antes una idea general del mismo, nos es muy difícil percibirlo. Es el dicho de “a veces, los árboles no nos dejan ver el bosque”, falta perspectiva y por tanto, visión de unidad. Por desgracia, una técnica de manipulación muy usada hoy día por los medios de comunicación es dar tantos detalles de un asunto, y mal ordenados, que es muy difícil tener una noción clara de qué se habla. El exceso de información es un modo de desinformación, que además produce hastío, indigestión y aparta del asunto al que quiere conocer.
3-Defecto en los sentidos: Si somos miopes no conseguimos ver lo que está lejos, si astigmatismo lo que está cerca, por ejemplo. También en la mente, si esta es caótica, desordenada, deforme, sucia, embotada por el exceso de las sensaciones, rígida por la cristalización de hábitos nocivos, fragmentada por la perdida armonía, desgarrada por las pasiones, oscurecida por falta de luz interior o por la dirección baja en que mira; etc., la percepción o el entendimiento es enfermizo. La educación y la forma de vivir actual es la mejor fábrica de idiotas de la historia humana. Aprender a leer, siendo analfabeto funcional o peor, se convirtió en la forma más eficaz de deformar las mentes.
4-Distracción mental: La mente distraída puede hacer que no sintamos un gran dolor físico momentáneo, cuanto más no ver algo que está delante. En estrategia militar generar una distracción es muchas veces la clave de la victoria. Respecto a la manipulación a que nos someten, distraernos con temas “atractivos” y vanales evita que atendamos temas mucho más importantes o que meditemos sobre aquello que es determinante para nuestra vida interior o exterior.
5-Su sutileza: El sonido puede ser tan agudo que dejemos de oírlo, el argumento o la idea tan sutil que dejamos de acompañarlo, y aun entendiendo el significado de las palabras se pierde la imagen mental que da sentido a las mismas.
6-Interferencia: Se nos enseña que el acto de la comunicación queda impedido o disminuido por interferencias. Una o varias obstrucciones que impiden que veamos o entendamos, un muro nos impide que sigamos avanzando por el camino. Objetos mentales innecesarios en medio de lo que queremos entender, pueden colapsar nuestra percepción.
7-Su supresión: Si retiramos el objeto de percepción, evidentemente ya no nos es accesible. En las infames técnicas de manipulación esto se llama “conspiración del silencio”. No se discute un libro que resulta muy peligroso para los Amos de la Caverna, simplemente es rodeado por un muro de silencio, nada le puede hacer eco. Hemos visto un ejemplo de esto en los libros de Pio Moa, sobre la Guerra Civil de España, libros de gran valor histórico pero incómodos para lo “políticamente correcto”. Simplemente dejaron de darle cobertura, de hablar de ellos, ni para criticarlos. O por ejemplo el filme Ágora de Alejandro Amenábar, sobre la filósofa Hipatia de Alejandría, que simplemente no fue distribuido en América, generando una pérdida económica irreparable. Los nuevos modos de la nueva Inquisición.
8-Estar mezclado con lo similar: una profecía cierta en medio de mil estúpidas, o una enseñanza inspiradora en medio de otras semejantes pero burlescas, sin alma; un buen cuadro entre imitaciones que requieren un “ojo” experto. Cómo esconder un elefante en un campo de baloncesto… pues en medio de otros veinte elefantes.
Esta es también otra de las técnicas de manipulación más usadas por los mass media. El documental inspirado por el lingüista y filósofo Noam Chomsky: “Diez estrategias de manipulación de masas” es muy claro al respecto.
Uno de los más grande sofismas de los últimos siglos es hacernos pensar que no es necesario buscar a los “clásicos” de la Filosofía, que la historia es como un camino en que lo que está detrás ya no es válido. O sea, que todo lo nuevo es mejor que lo antiguo, pues es una versión ya probada y perfeccionada. Y quizás no sea así, sino que muchas veces lo nuevo es una copia sin alma ni vida de lo antiguo, un simulacro, una máscara deforme. Y en todo caso, si quieres que tu copia se convierta en el original, haz desaparecer este, o simplemente que se deje de hablar de él, suprímelo, que quede fuera del horizonte mental, o que se pierda confundido. Un tesoro al alcance de todos, pero en medio de mil baratijas casi idénticas para el que no sabe.
Notas
[1] Todas las citas de este artículo vienen de la traducción al español de esta obra realizada por Jose Antonio Offroy Arranz
[2] El orden tradicional de la Escuela Samkhya difiere de las enseñanzas esotéricas en que el orden es, de arriba abajo éter, fuego, aire, agua y tierra. Debe tratarse de un velo alegórico.
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