Título original |
Hearts in Atlantis |
Año |
2001 |
Duración |
101 min. |
Director |
Scott Hicks |
Guión |
William Goldman (Novela: Stephen King) |
Fotografía |
Piotr Sobocinski |
Reparto |
Anthony Hopkins, Anton Yelchin, Hope Davis, Mika Boorem, David Morse, Alan Tudyk, Tom Bower, Celia Weston, Will Rothhaar |
Productora |
Castle Rock Entertainment / Village Roadshow Pictures / NPV Entertainment |
Stephen King, autor de la colección de relatos en los que se basa Corazones en Atlántida, ha sido desde los años setenta, una de las “gallinas de los huevos de oro” del mundo literario y de la industria del cine norteamericanos. El estreno de la versión cinematográfica de su novela El resplandor, dirigida por Stanley Kubrick, catapultó a la fama a este incansable fabricante de best sellers, que durante años ha sabido explotar los tópicos más manidos del terror, renovándolos con una visión muy personal, fruto de una morbosa imaginación que hace furor entre los consumidores del género.
A mediados de los ochenta, un poco cansado de tanto monstruo, King decidió apostar por historias más humanas, que sin embargo nunca renunciaron a un toque de inquietud y de misterio que siempre quedaba de telón de fondo, como queriendo decir que los verdaderos monstruos son los hombres. Su novela Cuenta conmigo supuso un éxito sin precedentes. La historia era la de cuatro chavales que viven los últimos momentos de su infancia mientras contemplan un mundo de adultos al que están abocados sin remedio. Según King, muchas de sus experiencias personales estaban reflejadas en aquel relato.
No era la primera vez que el autor de Carrie abordaba el mundo de la infancia. En It (Eso), una de las pocas novelas de King que he llegado a leer, cuatro niños se enfrentan a un monstruo aterrador que vuelve de su letargo cada treinta años para asesinar a otros niños; mientras que en Dolores Clairborne (Eclipse total en la versión española), el regreso de una exitosa abogada al pueblo en el que nació, y en el que aún vive su madre con la que no habla desde hace años, desencadena el recuerdo de los terribles acontecimientos que allí tuvieron lugar cuando era niña.
Corazones en Atlántida parte de un planteamiento similar: la muerte de uno de sus amigos más íntimos hace que un Bobby Garfield ya adulto regrese a la casa en la que vivió cuando tenía once años. Desde aquí, la película se desarrolla hasta el final como un gigantesco flash back en el que Bobby recuerda a todos aquellos que influenciaron decisivamente en su vida. La memoria le trasladará hasta un verano de amistad compartida con Carol y Sully, sus mejores amigos, trastocado por la llegada de un nuevo inquilino, Ted Brautigan, un hombre extraño y lleno de misterio, que volcará toda su sabiduría sobre el joven Bobby. Su madre, Liz, una mujer negligente y llena de ira, no mirará con buenos ojos esa amistad, volcando en su desconfianza la visión amargada de su propia realidad personal.
El padre de Bobby murió hace años y él apenas conserva un lejano recuerdo, empañado constantemente por los reproches de su madre, que se quedó sola demasiado pronto teniendo que cargar con Bobby y con un montón de deudas. Ted ayudará a Bobby a recuperar una nueva visión de su padre y a lanzarse hacia el futuro, adquiriendo la conciencia del valor del amor y de los imperecederos lazos de la amistad, antes de que los acontecimientos los superen a todos. Porque Ted tiene una extraña capacidad, la de saber lo que piensan los demás. Y su extraordinario poder es motivo de que hombres malos, hombres muy malos, le persigan.
Durante un fugaz instante de tiempo, la relación de Bobby con Ted cambiará su vida para siempre, un viaje que cierra su círculo cuando Bobby, con cincuenta años de edad, regresa a su casa y rememora aquellos acontecimientos.
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