El gran filósofo Sócrates nos daba lecciones con su humildad incluso en las peores situaciones.
“Cuando, en una reunión, Zópiro, que afirmaba que podía discernir la naturaleza de cada persona por su apariencia externa, llegó a la conclusión de que en Sócrates había muchos vicios, se convirtió en el hazmerreír de los demás, que no reconocían en Sócrates esos vicios, pero el mismo Sócrates le consoló al decir que esos vicios le eran connaturales, pero los había erradicado con la ayuda de la razón”.
F. Nietzsche lo cuenta así en “El crepúsculo de los ídolos”:
Cuando aquel fisonomista le hubo desvelado a Sócrates quién era él, una madriguera de todos los apetitos malos, el gran irónico pronunció todavía una frase que da la clave para comprenderlo. “Es verdad, dijo, pero he llegado a ser dueño de todos”.
Créditos de las imágenes: Jastrow
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