El simbolismo de la llave es doble por su papel de apertura y de cierre. En general, la posesión de las llaves se considera un símbolo de autoridad, de conocimiento y de fidelidad, ya que tener las llaves representa independencia, confianza y poder.
El doble papel de abrir y cerrar se puede fundir con la idea de iniciación y finalización de una etapa, de entrada y salida de algún lugar o situación. Del mismo modo, la llave puede tener el poder de unir y desunir, y puede también ser la clave de un misterio, como cuando se encuentra un cofre y no se sabe qué contiene hasta que conseguimos la llave y lo abrimos.
En el cristianismo, la llave posee el poder de absolver al pecador arrepentido; es el instrumento para abrirle la puerta a la liberación; por ello el Papa lleva dos llaves cruzadas como símbolo del pontífice, es decir, del puente que lleva a la entrada y abre las puertas del cielo. La llave es símbolo de su autoridad como sucesor de Pedro, y también es el emblema de algunos santos, como Genoveva, Marta de Betania y Petronila. Un manojo de llaves es el atributo más conocido de san Pedro, el guardián de las puertas del cielo.
Para los hebreos, la llave es símbolo de poderío y de crédito, y para los japoneses simboliza la fidelidad y el amor conyugal. Una “llave-maestra” es símbolo de eternidad, es la que nos va a servir siempre y para todo lo que necesitemos abrir o cerrar. La llave de plata o blanca simboliza el discernimiento y los poderes del subconsciente, aunque puede referirse también al umbral entre la conciencia y el inconsciente. En la interpretación psicoanalítica de los sueños, puede significar una cita fallida.
La conjunción de los símbolos de la paloma y la llave significa que el Espíritu Santo es el que nos abre las puertas de cielo. El emblema formado por dos llaves, que a veces aparece puesto sobre un corazón, se relaciona con el dios Jano, el dios de las puertas en la mitología romana.
Es interesante también conocer su historia. Las llaves y los candados en los que encajan son símbolos que nos acompañan desde la antigüedad para proteger nuestras propiedades más personales, y sus cerraduras siempre nos hablan del valor de aquello que está “bajo llave”. Su origen es tan antiguo, que se desconoce con exactitud quiénes fueron sus creadores y desde cuándo se fabrican y utilizan llaves. Sin embargo, en el siglo VII a.C. se le atribuyó a Teodoro de Samos su invención, aunque es muy probable que ya se estuvieran utilizando llaves desde mucho tiempo atrás. Es casi seguro que fueran los chinos y los egipcios los primeros en utilizarlas. Con el transcurrir del tiempo, tanto la llave como el candado han ido cambiando, pero manteniendo siempre su esencia de brindar seguridad para salvaguardar nuestras posesiones más preciadas.
Uno de los más famosos símbolos del antiguo Egipto es el “ankh” o llave de la vida, también llamada “cruz ansata”. Se trata de una cruz con asa que solían portar los dioses egipcios para simbolizar su poder sobre la vida y la muerte. El ankh es la llave de la vida eterna, el símbolo de la inmortalidad del alma y de la unión del cielo y la tierra.
Créditos de las imágenes: Silas Köhler
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