Símbolos

Simbolismo de… el pez

Al igual que la mariposa, el pez es un símbolo de movimiento psíquico, aunque con capacidad de ascensión hacia lo espiritual. Muchos pueblos antiguos lo consideraron sagrado y se privaron de usarlo como comestible, debido a su relación con el Mar. Es una suerte de “pájaro de las zonas inferiores”, un emblema de sacrificio en la relación Cielo-Tierra. El pez, visible en este mundo, se vuelve ave al acceder al mundo superior invisible.

En los ritos orientales se adoraba a los peces y les estaba prohibido comer pescado a los sacerdotes. Entre los babilonios, fenicios, asirios y chinos, el pez, por la extraordinaria abundancia de sus huevos, es símbolo de fecundidad, que luego adquiere un sentido espiritual. El dios mesopotámico Dagon, mitad hombre y mitad pez, era el dios de la fuerza y la generación. La idea de la naturaleza doble del pez -su fecundidad física y espiritual-, parece entroncar con la forma geométrica elemental que el pez comparte con el ave: los cuerpos de ambos animales forman un huso, correspondiendo a la cola del pez las plumas finales de las aves en forma triangular.

Los caldeos representaban un pez con cabeza de golondrina, anuncio de la renovación cíclica, directamente enlazada con el simbolismo de Piscis, el último signo zodiacal, finalizado a mediados del siglo pasado, cuando las aguas de Acuario iniciaron el ciclo actual.

Por su forma de huso, es también símbolo del sacrificio y de la relación entre el Cielo y la Tierra. Schneider señala que el pez es el barco místico de la vida, ya ballena o ave, pez volador o acuático, pero “siempre huso que hila el ciclo de la vida siguiendo el zodiaco lunar”.

Por pertenecer en este mundo al elemento agua, sus relaciones con el hombre terrestre se manifiestan por medio de la figura del pescador, símbolo, en casi todas las culturas, del hombre predestinado a cumplir funciones de rey y sacerdote.

En el Ciclo Artúrico, el Rey Pescador es un título genérico que se da a toda la dinastía de los reyes guardianes del Grial. Este título nos recuerda también a los pescadores de Galilea, discípulos de Jesús. Pescar, simbólicamente, no es solo lograr la captura de los peces, sino lanzar el anzuelo a las profundidades de la propia interioridad para descubrir y actualizar los poderes latentes en el hombre, la mejor “pesca” que podemos realizar.

Créditos de las imágenes: Pixnio

JC del Río

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  • El pescador representa el que busca en el horizonte que ven sus ojos cuando se inclina. El anzuelo el albur, alguien tomara por su boca para sustento de otro.
    Jose Maria Aristimuno P

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