El hielo es agua congelada que, en sentido general nos transmite –de manera casi obvia– la idea de frío y soledad. Siendo el agua el elemento de transición entre los ciclos, moldeable por naturaleza y ligada a la idea de fecundidad, el hielo representa fundamentalmente dos cosas: la modificación del agua por el frío, es decir, la “congelación” de su significado simbólico y, por otra parte, la “petrificación” de sus propiedades.
Sin embargo, tanto el hielo como la nieve tienen también su encanto y sus propios beneficios y, desde el punto de vista mágico, nos ofrecen un tesoro de ideas muy interesantes que podemos desarrollar para utilizarlas como referencia.
Al ser agua congelada, el hielo representa la paralización de las cosas. De hecho, cuando ponemos el hielo a descongelar, estamos representando que la inmovilización de la vida ha llegado a su fin, o sea, que la vida antes paralizada comienza ahora a renacer recuperando de nuevo su natural movimiento. Es un símbolo del inicio de la Primavera, cuando las semillas se desperezan tras el frío del invierno y comienzan a desarrollarse para dar vida a la nueva la planta que alumbrará las nuevas flores.
Además de eso, la descongelación del hielo representa la purificación de la Diosa Madre después del parto, queriéndonos decir que la vida siempre “se abre paso” de nuevo al superar la oscuridad y la parálisis que ha padecido durante el frío del invierno.
Energéticamente el hielo es bueno para purificar, para limpiar y enfriar las malas “calenturas” de los sentimientos agresivos, calmando la negatividad que provocan las discusiones y peleas.
También, y en sentido figurado, la palabra “hielo” hace referencia a una actitud despreocupada y egoísta, que es “fría” y carente de emociones, propia de alguien que no se muestra conmovido ante las desgracias y el dolor ajenos. En este sentido es símbolo de la tristeza y la soledad de los que son pesimistas por naturaleza, ya que las ráfagas gélidas son capaces de congelar hasta los más tiernos sentimientos y su poder se puede acrecentar a medida que se acerca el invierno.
A lo largo de la historia, la mayoría de las civilizaciones ha sentido una gran atracción por el fenómeno de la cristalización del agua, que lo mismo en el hielo que en la nieve. La belleza de su geometría y su misterioso proceso de formación, han convertido a los copos de nieve en objeto de leyenda, en un símbolo de pureza por su especial blancura, y en los protagonistas de diversos proverbios en distintas culturas y filosofías.
Aparte de su relación con lo caído del cielo (lluvia, rayo, rocío) de carácter numinoso y ligado al simbolismo de la altura y de la luz, la nieve caída cubriendo la tierra podría simbolizar su propia sublimación; así, contrapuesta al cielo, forma un eje blanco-azul o azul-blanco que tiene un evidente carácter místico, hierogámico.
Créditos de las imágenes: Xavier Balderas Cejudo
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