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La filosofía ayer y hoy

La Filosofía ha sido representada muchas veces por la imagen de una mujer, más o menos seria, altiva y guapa, que genera en su entorno sentimientos encontrados de atracción y dificultad, de anhelo y extrañeza, deseo y rechazo. Quizás la culpa no sea de su digno porte, ni de su vestimenta, sino más bien del texto que a veces lleva en la mano, al que muchos tildan de incomprensible o inútil, de no responder a sus necesidades inmediatas o al programa de vida diario. Todo esto ¿responde a la realidad de la Filosofía Antigua, o es una deformación generada por el largo viaje que su imagen ha realizado en el tiempo?

Sócrates, Antístenes, Crisipo y Epicuro

Preguntémonos: ¿Nos gustaría ser felices, no tener carencias, ser fuertes en la adversidad, ser libres y buenos? ¿Querríamos tener una vida plena y perfecta, vivir “divinamente”?

Pues todo esto y mucho más son dones de la Sabiduría y la Filosofía es el Amor a la Sabiduría.

Acabamos de descubrir la pólvora una vez más, sabemos lo que buscamos, pero la cuestión es ¿sabemos cómo encontrarlo? Porque desearlo no es difícil, lo difícil es encontrarlo y será tanto más difícil si no ponemos los medios, si no somos consecuentes con nuestros más íntimos deseos. El absurdo o paradoja humana más frecuente es buscar algo y caminar en dirección contraria, así es como nos perdemos, nos sentimos lejos de la meta, desorientados y solos.

Y aún nos preguntamos: ¿esa Sabiduría o vida perfecta y plena, está fuera de nosotros?, ¿es algo que podemos añadirnos? ¡No!, no es posible. El fin más noble de la vida no puede depender de las circunstancias, tiene que depender de nosotros mismos. Al no poder controlar las circunstancias ni a los demás, estaríamos en manos de nuestra novia, marido, padres, amigos, instituciones, fuerzas de la naturaleza… El mundo tendría que ser a nuestra medida y ¡no lo es!

Decía Ortega (y muchos lo han oído): “yo soy yo y mis circunstancias”. Hagamos un sencillo esquema:

La Filosofía es el camino que lleva de las circunstancias al Yo, de la Ignorancia a la Sabiduría. No es un instrumento, pues nace en el corazón humano, no es exterior al filósofo, es Amor (o un deseo muy fuerte) que nace en el filósofo, no le viene de afuera, ni de Platón, de Sócrates, o de Aristóteles, ellos son solo un ejemplo, algo que puede estimularnos. La filosofía de cada uno es su Amor a la perfección de la vida, que es Sabiduría. La Sabiduría está en el Universo, pero nace y se expresa en el Sabio como un modelo, que puede ser seguido pero no transferido.

La Ignorancia sin embargo, nace de mi, de mi falta de Yo, de mi falta de ser. Luego, ¿cómo me acerco a la Sabiduría? Transformándome por el camino del Amor a la Sabiduría, por el camino de la Filosofía. El Instrumento soy yo, y me transformo sirviendo al Amor, sirviendo a la Filosofía. Acercarnos a la filosofía es acercarnos a nuestro corazón, a nuestros más profundos anhelos, a la verdadera meta de la Vida. Nuestro problema es sobre todo de actitud, de disposición equivocada y también de imagen falsa de lo que es Filosofía.

Delia Steinberg Guzmán

JC del Río

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