Desde hace decenas de siglos, filósofos de unos y otros lugares del mundo, destacan que es característico de la mente conocer las cosas a través de las oposiciones. Comparar aunque subconscientemente lo blanco y lo negro, lo frío y lo caliente -por no abundar en más ejemplos- nos ayuda a situarnos en lo que podemos conocer.
Hoy, más que nunca, el uso de los opuestos es una realidad, si bien es discutible el que estas polaridades nos ayuden a obtener un conocimiento adecuado o si, al contrario, nos confunden de tal manera, que es imposible saber cuándo estamos ante la verdad, la mentira o una nebulosa donde se diluyen tanto la una como la otra.
Unos pocos ejemplos bastarán para explicar lo que intentamos decir.
Información veraz o no tanto…
En la era de la ciencia y sus complejos derivados técnicos, tenemos al alcance todo tipo de información que nos llega desde los puntos más alejados y en el tiempo más breve. ¿Pero esta información es verdadera? ¿Quiénes manejan los datos que se transmiten salvando distancias y lenguas? ¿Cuántas veces la información no está manipulada, bien sea para esconder la verdadera noticia, bien sea para evitar reacciones o provocar otras, bien sea para mantener a la gente pendiente de una “novela” astutamente urdida sin darle lugar a pensar en otras cosas? Hay información sí, pero también se hace más y más evidente la manipulación con que se manejan los datos, si es que existen… Entonces, ¿a qué conocimientos nos conduce la información manipulada?
Opiniones libres o no tanto…
Otro caso: la libertad y la ignorancia. No nos atrevemos a oponer libertad y esclavitud porque no creemos que sea la situación que se vive en la actualidad. Ciertamente, hay esclavitud y mucha, que va desde la física hasta la psicológica y mental, pero la más peligrosa -la psicológica y la mental- no es el resultado de la restricción física, sino de la ignorancia hábilmente manejada. ¿Hay un verdadero interés por educar a la gente, por abrir un camino en sus mentes, por enseñarles a pensar, a comprar, a elegir, a discernir? La respuesta es dudosa y, por si fuera poco, la masa publicitaria con que se nos abruma a diario nos resta toda opción al libre criterio.
Un mundo feliz o no tanto…
Y sigamos con otro par de opuestos: el mejor de los mundos y la suma de las catástrofes.
De un modo singular y solapado, desde distintas tribunas, nos intentan convencer de que vivimos en el mundo más perfecto y feliz, que tenemos los medios necesarios para llegar a esa felicidad y acrecentarla sin límites reconocidos. Pero al mismo tiempo observamos que, en todos los países del mundo, todas las gentes padecen una y mil formas de desgracias. La violencia, el fanatismo, la destrucción deliberada, las tiranías disfrazadas de liberalismo, el hundimiento de las economías arropado en innumerables e incomprensibles movimientos financieros, la soledad de muchos, la falta de convivencia… no nos hablan precisamente del mejor de los mundos.
Tal vez estemos más cerca de la verdad de lo que nos parece si solamente apreciáramos estas dualidades en su justa dimensión y extrajéramos una buena experiencia de ello. ¿Podremos hacerlo? Creemos que sí. Cientos de filósofos nos contemplan desde el pasado y esperan el encuentro con los filósofos del hoy y del mañana para seguir honrando la verdad por encima de todas las cosas.
Créditos de las imágenes: Matthew Fassnacht
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