Toda la vida es un largo viaje y la velocidad no es más que una ilusión; no importa el carruaje que usamos, sino el Camino que andamos.
Como filósofos, no nos satisface la idea de una Humanidad estática, sometida al logro de avances materiales pero sin mayores modificaciones internas. La evolución se impone como algo necesario y admirable, como un camino más o menos largo según nuestro deseo de andar, y con unas metas tan altas como grandes son esas escondidas aspiraciones del alma que se manifiestan en vagas intuiciones despojadas de palabras. Todo ello, enmarcado en el maravilloso e inevitable concepto de Destino.
Respecto a la longitud de nuestro camino, debemos recapacitar y constatar que el camino será tan largo como lenta sea nuestra decisión de evolucionar realmente. Si jugamos a «ser» mientras seguimos manteniéndonos en la inopia de todos los días, el camino será largo, muy largo… Si cada día, en cambio, es un tiempo precioso para hacer algo concreto en relación con nuestro despertar interior, las distancias se acortarán prodigiosamente. Y puede que tras esos pequeños logros que hemos señalado más arriba, se produzcan en nosotros transformaciones que ni habíamos llegado a imaginar.
Estudiamos Filosofía para buscar la sabiduría que nos falta, para descubrir paulatinamente las leyes que rigen la vida y, por lo tanto, a nosotros mismos. Para gobernar nuestras personalidades y hacerlas más armoniosas y para ofrecer a los demás el resultado de nuestras experiencias, evitándoles, si es posible, dolores innecesarios. Para conocer el porqué de tantos hechos que aparentemente resultan incongruentes: dolor, enfermedad, miseria, violencia, locura, odios, miedos… Para reconocer, tras las incongruencias, ejercicios que nos pone la vida para colaborar en el avance evolutivo que pretendemos. Para ser activos ante la Historia y no dejar pasar el tiempo en vanas lamentaciones; para apoyarnos en los legados de la tradición y generar nuevas vías de transmisión hacia el futuro. Para despertar el sentimiento dormido de solidaridad humana y ver a todos como seres dignos de nuestra comprensión. Para desvelar el misterio de Dios y cubrir nuestras almas con esos velos misteriosos, devolviéndolas a su patria de origen. ¿Qué hemos de ganar? ¿Hace falta mayor ganancia que la expuesta en las líneas anteriores?
Se trata de ser más, antes de querer tener más. Después de todo, son muchos los que vienen demostrando que se pueden tener muchas cosas, malgastarlas o perderlas en un día, pero pocos los que demuestran poseer la llave del ser interno, el control de su existencia, de sus emociones, la comprensión para el dolor, la fortaleza para las pruebas, la sabiduría para distinguir quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Delia Steinberg Guzmán.
Extraído del libro “Filosofía para vivir”
Créditos de las imágenes: Trizek
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Entiendo perfectamente esas palabras,es un mensaje de la búsqueda de lo divino ,de lo eterno ,de lo infinito que permanece despierto esperando que salgamos del sueño ,maya de lo que nos mantiene distraído en la apariencia y nos ha alejado de la esencia ,de lo que verdaderamente somos ,seres llenos de luz y de ❤️