Filosofía

Entrevista con Delia Steinberg, Presidente de Honor de Nueva Acrópolis

Introducción

En 1991, Delia Steinberg se hizo cargo de la presidencia de la Nueva Acrópolis, tras el fallecimiento del profesor Jorge Angel Livraga Rizzi, su fundador, con quien colaboró muy estrechamente durante más de veinte años de discipulado.

Actualmente es presidente de Honor de la Organización Internacional Nueva Acrópolis

Bajo la dirección de Delia, Nueva Acrópolis se ha extendido en los cinco continentes, acercando la Filosofía a la manera clásica a todo tipo de personas. Este desarrollo se ha llevado a cabo a través de sus programas filosóficos, culturales y de voluntariado, aportando nuevos enfoques y a la vez profundizando en la identidad de Nueva Acrópolis, definida en sus principios fundacionales. Miles de miembros acropolitanos, amigos, colaboradores, de todo el mundo demuestran que las respuestas filosóficas de Nueva Acrópolis para estos tiempos complejos son válidas y necesarias, pues se basan en las de la sabiduría atemporal, que ha iluminado a la humanidad en los momentos más difíciles.

Si tuviéramos que destacar un solo aspecto de su incansable trabajo al frente de Nueva Acrópolis, sería su labor docente y magistral, desarrollando el plan de estudios de la Escuela de Filosofía y elaborando programas de filosofía aplicada, que se basan en las enseñanzas más profundas para la vida y la evolución de los seres humanos.

Es autora de numerosas obras sobre la manera de vivir filosóficamente, traducidas a varios idiomas: francés, inglés, alemán, ruso, checo, portugués, griego…

Entre más de treinta títulos destacamos los siguientes: “Los Juegos de Maya”, “Filosofía para Vivir”, “El héroe cotidiano”.

Paralelamente, en su condición de concertista y profesora de piano, preside el Concurso Internacional que lleva su nombre, y ofrece oportunidades de promoción a incontables jóvenes pianistas, brindándoles su maestría y consejos, pues para ella la música es la mejor compañera de las almas.

Hemos pedido a Delia que nos hable de sus experiencias de estos años al frente de la Organización Internacional Nueva Acrópolis.

1. ¿Cómo fue su vida al lado del Prof. Jorge Ángel Livraga?

Durante los 25 años que pasé cerca del Prof. Livraga he participado de momentos excepcionales por su valor humano. Tanto en las clases de Filosofía que recibía como en conversaciones informales junto con otros compañeros, hemos compartido conocimientos sobre arte, ciencia, historia y tantos otros… Esto nos ha enriquecido de manera clara, sencilla y eficaz. Cada día era excepcional y en lo que a mí se refiere, recibí lecciones teóricas y prácticas de las que se convierten en referencias para toda la vida.

Se nos hizo evidente la formación que él mismo había recibido a través de sus propios maestros, pues nadie puede crear una Escuela de Filosofía de esta envergadura sin haber recibido, a su vez, una educación rica en estos valores humanistas. Sabemos que tuvo varios años de preparación, y que muchas lecciones iban y venían por correo. Nos comentó que, en alguna oportunidad, sus monografías regresaban en un sobre cuidadosamente cortadas con tijeras, sin mayor explicación; había que buscar el error y corregirlo hasta dar con la solución correcta, en cuyo caso llegaban más explicaciones apropiadas.

Tal vez esta instrucción hizo que su paciencia fuera enorme y siempre estuviera dispuesto a contestar nuestras preguntas. Es la primera persona a la que escuché decir algunas veces “no lo sé”, y eso me inspiraba gran confianza. Sólo los vanidosos están seguros de saberlo todo.

Su trato era amable y cercano, aunque también sabía guardar las distancias necesarias como para no distorsionar las relaciones humanas, sino al contrario, para hacerlas más dignas y serenas.

Nunca le escuché una palabra desagradable y tenía la habilidad de mostrar nuestros errores como si los hubiésemos descubierto nosotros mismos.

Lo llamábamos JAL cariñosamente, usando las iniciales de su nombre y apellidos. Era una denominación amistosa y respetuosa al mismo tiempo.

Es difícil encontrar una persona de tan gran envergadura moral, filosófica y espiritual, que utilizara un lenguaje y unos ejemplos tan naturales que cualquiera pudiese comprenderlos.

Por suerte, sus escritos y las imágenes de tantos gratos momentos compartidos, lo mantienen vivo en mi memoria y en la de muchos más.

 

2. ¿Qué balance hace de su gestión al frente de Nueva Acrópolis durante casi 30 años?

Si tuviera que hacer un balance lo más objetivo posible, diría que es como si hubiese vivido varias vidas, sumando experiencias de forma imparable pero intensa.

Cuando comencé mi gestión como Presidente Internacional, la OINA era relativamente pequeña, con un número reducido de sedes en diferentes países, pero no tantos como para hacer difícil la tarea. Todo nuestro trabajo era prácticamente artesanal. Si bien conocíamos nuestras finalidades filosóficas y nuestro programa de estudios, nos estructurábamos de manera muy simple de acuerdo a las necesidades y posibilidades.

Como se suele decir: eran otros tiempos, y eran otras las ideas predominantes, así como las preocupaciones y la forma de afrontarlas.

Pero los cambios se hicieron notar rápidamente. Hubo variaciones en las sociedades, en los estilos de vida, en las concepciones del futuro. La idea del bienestar ganó terreno a la idea de la profundidad de conciencia. La educación tomó rumbos diferentes y también se modificaron las aspiraciones individuales. Hubo que insertarse en esta nueva etapa.

He conocido mucha gente, muchos países, muchas formas de cultura, de lenguas, expresiones variadas de sentimientos, de comprender y explicar las ideas. Encontré un mosaico excepcionalmente colorido pero con un trasfondo similar; en lo íntimo de cada cual hay un factor común: el sentido de la vida, que incluye la inteligencia, el amor y la voluntad para vivirla, una ansiedad de sabiduría y de ser cada vez mejores.

Mi balance en general es bueno. Hicimos cuanto pudimos, con unos cuantos errores como es natural, pero la confianza en las posibilidades innatas del ser humano permitieron abordar muchos matices nuevos que hasta entonces no se habían concebido. Y lo hicimos con confianza y alegría.

 

3. ¿Qué ha sido lo más complicado?

La aceleración de los tiempos. El siglo veinte – tal vez el más “corto” de los siglos como le escuché decir a un personaje preclaro – nos hizo creer que todo se deslizaría de manera progresiva, sin grandes sobresaltos. No fue así.

De pronto nos encontramos con que el mundo marchaba a una velocidad y en direcciones antes impensables en todos los ámbitos, muchas veces para bien, otras para mal, y había que combinarlo todo sin posibilidades de hacerlo con suficiente rapidez.

La diversificación de conceptos hizo que muchos de ellos se quedaran “fuera de moda” en escasos meses, y no siempre resultó sencillo relacionar tanta variabilidad con la estabilidad propia de la filosofía. Tal vez lo más complicado fue encontrar modelos de acción y de expresión que congeniaran la volatilidad de los intereses con la permanencia de una filosofía atemporal, esencialmente dirigida al conjunto de los seres humanos.

 

4. Usted estuvo desde el principio. ¿Ha cambiado mucho la OINA? ¿En qué ha cambiado?

Estuve casi desde el principio, lo suficiente para apreciar cambios que no siempre se ven en el instante, sino a la distancia.

Sí, la OINA ha cambiado, especialmente en las formas, como lo hacen todos los seres vivos. No es lo mismo un niño de cinco años que ese niño cuando llega a ser un adulto de 30. Los cambios formales han sido el producto del propio crecimiento de la OINA y de la adaptación a las necesidades de los tiempos, del mismo modo en que cambia la vestimenta, el lenguaje, los modos de relacionarse unos con otros, la forma de resolver los problemas empleando unas u otras herramientas. Y seguirá habiendo modificaciones.

Lo importante es mantener la esencia permanente. El adulto de 30 años sabe que es el que tuvo 5, a pesar de sus cambios. Los modelos de ropa son muy diferentes, pero el cuerpo que los lleva es el mismo, descontando que pueda engordar o adelgazar. La madurez sobre la base del auto reconocimiento es fundamental para que exista una identidad.

Las ideas filosóficas que han dado nacimiento a la OINA, y que parten de ideas milenarias sostenidas por numerosos grandes pensadores, son las mismas. Las opiniones y las formas de vida son cambiantes.

Como leemos en “El Principito” de Saint Exupery, lo esencial es invisible a los ojos. Sin embargo, es lo más importante, y es lo que sostiene lo que es visible a los ojos.

 

5. Está claro que vivimos un gran desconcierto en estos tiempos.

Es muy difícil encontrar actualmente valores estables y fundamentados en el sentido de la vida, lo cual equivale a que, en buena medida, carecemos de futuro. La incertidumbre domina el hoy y el mañana, situación que afecta notoriamente a las jóvenes generaciones, carentes de apoyos y de esperanzas.

Como es del conocimiento general, aumentan cada vez más los trastornos psicológicos, las tendencias al escapismo de la realidad y aún al suicidio. El panorama no se presenta halagador a menos que se produzcan cambios sustanciales, que no darán resultados de inmediato. Pero es necesario comenzar cuanto antes.

Debemos recurrir a remedios atemporales que dieron sus frutos en los períodos más oscuros de la Historia. Aunque nos refiramos a nuestra edad media más cercana y conocida, el Arte en todas sus facetas reunió almas selectas y estableció vínculos de Amor que dieron lugar al renacimiento.

 

6. Todos los seres humanos desean conocer el Amor, o lo tienen o lo buscan.

La Filosofía se fundamenta en el amor, precisamente porque esa es la raíz de la palabra Filosofía: es Amor a la Sabiduría, y quien busca la sabiduría aprende a amar todo y a todos.

Podríamos afirmar que la mayoría lo busca y que unos pocos privilegiados lo tienen. Y aun los que lo tienen, lo siguen buscando para perfeccionarlo.

Hoy es habitual restringir el amor al sexo, olvidando otros muchos planos de expresión del ser humano, como la sensibilidad, la inteligencia y la espiritualidad. Este empobrecimiento del concepto del amor hace débiles y poco duraderas las uniones de cualquier tipo. Sin embargo, todos necesitamos y buscamos el amor, sobre todo un amor compartido más allá de las dificultades. La búsqueda infructuosa y mal encaminada lleva a la gente a conformarse con sustitutos inestables que crean más incertidumbre todavía.

El amor es la fuerza que nos impulsa a hacer las cosas bien, en cuyo caso se relaciona con la ética y la moral, pues nos induce a actuar de manera apropiada en nuestra vida. Así nos conduce a la paz, la tranquilidad, la plenitud y el bienestar con nosotros mismos y con los demás.

“No sabemos realmente lo que significa el amor. Sólo conocemos el amor basado en el apego y la posesión.

… la naturaleza verdadera del amor es la luz interna que revela la belleza que se esconde en las cosas.” (Sri Ram)

Lo que nos interesa es el Amor en su más amplio espectro, dedicado a la Naturaleza entera, y lógicamente a las personas. En Nueva Acrópolis no importa la orientación sexual de cada cual, porque este es un factor de libre elección; lo que ambicionamos es que todos puedan experimentar el Amor como “luz que revela la belleza inmaterial que se esconde en todas las cosas”.

 

7. ¿Cuál es el papel de la belleza en la vida?

El Arte nos pone en contacto con la Belleza en su sentido más elevado, nos acerca a la armonía y al equilibrio exterior e interior. Es cierto que en momentos de incertidumbre como los que vivimos, hay una tendencia a confundir las cosas, a buscar lo más fácil, lo más excitante y lo que atrae tal vez por su fealdad. El “feísmo” nos ha dominado al punto que aceptamos como Arte cualquier creación aunque contradiga los más elementales criterios de belleza; y hace falta mucho valor para decir “no me gusta”.

No faltan defensores del feísmo como denuncia o ridiculización de una sociedad injusta o demasiado rígida en sus conceptos. Pero esta no es una crítica constructiva; no basta con mostrar lo feo, sino que hay que encontrar lo verdaderamente bello.

La orientación edificante de este tipo de feísmo sigue los parámetros señalados por Nietzsche:

«152. El arte del alma fea. Se ponen límites demasiado estrechos al arte cuando se le exige que sea sólo el vehículo de expresión del alma regulada y equilibrada. Al igual que en las artes plásticas, hay en la música y en la poesía un arte del alma fea, junto al arte del alma bella; y ese arte es principalmente quien ha obtenido efectos más poderosos, quien ha quebrantado las almas, movido las piedras y convertido a los animales en hombres.»

Es evidente que así no conseguiremos mejorar el mundo. La falta de estética, sumada en ocasiones a la de moral, aunque trate de herir una sensibilidad demasiado convencional, no ofrece un modelo edificante ni digno de ser imitado.

Necesitamos introducir elementos positivos que descontaminen las conciencias ante tantos desastres como los que estamos viviendo.

La estética, unida a la belleza y al arte – un conjunto armónico por excelencia – desarrolla una sensibilidad más refinada y, por consiguiente, sentimientos de igual categoría, así como ideas más purificadas de prejuicios.

Lo que buscamos es una dignificación del ser humano a través de sus pensamientos, sus sentimientos y las acciones derivadas, producto todo ello de la belleza, el equilibrio y la armonía. Destacamos el valor de la belleza interior, difícil de definir, pero que irradia gracia, simpatía, inteligencia, elegancia y un encanto que tal vez no sean evidentes para los sentidos físicos, pero que otorgan un gran atractivo a las personas.

Debemos considerar que la percepción de la belleza es una experiencia subjetiva, que varía de una cultura a otra y de un individuo a otro. Sin embargo existen obras que bien podemos denominar universales e inmortales porque van más allá de estas diferencias individuales y culturales.

 

8. En Nueva Acrópolis existen varios niveles de conocimientos y de prácticas asociadas. ¿Puede explicarnos un poco más estos niveles?

Como en toda institución de cualquier tipo, existen niveles, tal como los encontramos en universidades, escuelas de educación y empresas en general.

El discernimiento de la Filosofía no se puede proporcionar ni comprender en un solo día. Estos niveles indican tiempo y formas indispensables para el mejor aprovechamiento de los conocimientos. De hecho, el programa de estudios de la Escuela de Filosofía de Nueva Acrópolis, debidamente registrado, tiene 7 niveles con sus materias correspondientes, a las que se accede progresivamente.

Algunas materias requieren ejercicios prácticos para reforzar el aprendizaje teórico; en general son sencillas prácticas de psicología, de memoria, reflexión, imaginación, oratoria y otras relacionadas con nuestras acciones de voluntariado.

 

Escuela de Filosofía ¿Por qué? y ¿para qué?

Enfocamos la Filosofía como una forma de vida, y no solamente como un conjunto de conocimientos teóricos que no se aplican en las situaciones – conflictivas o no – de la vida cotidiana. De ahí la necesaria comprensión de la dimensión práctica de la Filosofía.

¿Por qué y para qué? Porque en ninguna de las escuelas habituales, institutos u otros organismos de enseñanza, se ofrecen instrucciones válidas para la vida. En pocas palabras: nadie nos enseña a vivir, a disfrutar de la existencia o a resolver los problemas que surgen constantemente; no aprendemos nada sobre la verdadera fraternidad, ni la convivencia, nos faltan cortesía y buenas maneras para hacer un uso correcto de la libertad.

 

Probacionismo

El programa se inicia con un Curso que llamamos de Probacionismo, denominación que damos al primer nivel de estudios. Indica un período de probación para quienes se inscriben. Con una duración variable de algunos meses, alrededor de dos o tres horas por semana, se exponen en líneas generales los temas que se desarrollarán en los niveles siguientes. Permite una doble opción probatoria: tanto a quienes comienzan el curso para decidir si les interesa continuar, como para quienes lo dictan y pueden valorar la aprobación de las materias impartidas.

Al aprobar este curso introductorio se recibe un diploma acreditativo. La posibilidad de seguir los cursos consecutivos es de libre opción, tanto en este nivel como en los que vienen a continuación.

 

También existe la Escuela de Fuerzas Vivas

Es un nivel destinado a aquellos que, tras años de aprendizaje y acción, deciden realizar una profundización de su formación interior y colaborar de manera más directa en las actividades de Nueva Acrópolis. Esta Escuela es asimismo de libre elección, comienza con un cursillo preliminar teórico y práctico, y pueden acceder a ella quienes demuestren tener las aptitudes necesarias para ocupar estos niveles. Se trata de darle más sentido, más fuerza a la vida, y de sentirse precisamente más vivos.

Tiene a su cargo muy especialmente la atención de las necesidades básicas de la Escuela de Filosofía, la atención de las actividades culturales, la información de interesados y la realización de todo tipo de acciones de voluntariado, seleccionando a los que pueden desempeñarse con mayor eficacia en unas u otras ocasiones.

Las oportunidades para mujeres y hombres son las mismas y la posibilidad de abandonar estos grupos es también decisión libremente asumida.

La participación en estos grupos responde a la necesidad de una formación humana que incluye factores no siempre contenidos en los niveles de estudio, aunque no son diferentes excepto en lo que a su aplicación se refiere.

 

 La Escuela de Discipulado

Este sistema fue empleado desde la más remota antigüedad, en todas las culturas y civilizaciones para establecer una transmisión correcta de las enseñanzas que ayudan a los seres humanos a recorrer el camino de la vida. Nos quedan ejemplos destacados de los discípulos que seguían asiduamente las clases de un Sócrates, un Platón, un Aristóteles, por citar unos pocos filósofos bien conocidos. Pero siempre hubo sabios que reunieron discípulos a su lado y que se dedicaron a ellos plenamente, mientras que el discípulo asumiera sus propios requisitos de querer aprender, auténtica y seriamente.

Este nivel está desligado de cualquier religión pretérita o presente, de ideas políticas, de diferencias de razas o sexos, nacionalidades o condiciones sociales, tal como Nueva Acrópolis lo señala en su Principio de Fraternidad universal.

La Escuela de Discipulado abarca las mismas enseñanzas contenidas en el Programa de Estudios, deteniéndose con mayor insistencia en el desarrollo de valores morales, filosóficos y espirituales.

Pero encierra uno de los bienes más grandes, y al mismo tiempo más difíciles de desarrollar y de vivir: el vínculo entre Maestro y Discípulo. Es un vínculo de transmisión fluida y natural, es amor en el sentido más puro del concepto, ya que no interfieren motivaciones personales ni situaciones subjetivas.

Conviene aclarar a quiénes consideramos maestros.

En primer lugar, tomamos como base a los grandes personajes que han destacado en todas las civilizaciones, y de los cuales quedan referencias históricas suficientemente válidas, tanto tradiciones como obras escritas. Los consideramos “grandes” por las aportaciones que han hecho, no solamente a nivel intelectual, sino en su empeño por la evolución interior de los seres humanos.

A partir de este modelo, los maestros – o pequeños maestros – que enseñan en Nueva Acrópolis – son los que han acumulado mayores experiencias probadas en el tiempo y en los logros obtenidos en el trabajo con sus discípulos.

Hay maestros de arte, directores de orquesta, profesionales de elevada categoría, y también hay maestros de filosofía siguiendo el mismo criterio.

Un discípulo es el que pretende algo más que conocimientos o títulos acreditativos; busca sinceramente ser mejor como persona en todos los aspectos, aumentando la profundidad de su conciencia y su sensibilidad ante las necesidades de la humanidad.

Su unión con el maestro establece un vínculo que se fortalece en la forma en que integra las enseñanzas, las que, a su vez, podrá revertir sobre los demás en tiempos venideros.

 

9. ¿Cualquier miembro asociado puede acceder a estos diferentes niveles?

Como en otras instituciones de enseñanza, cada nivel y materia requiere exámenes de aprobación. Obtenida dicha aprobación, cualquier asociado puede acceder a los siguientes niveles, de manera progresiva y voluntaria, tal como lo indica el programa de estudios. Estos grados no son “secretos”, sino que se alcanzan gradualmente y por méritos.

El programa de estudios está debidamente registrado en su totalidad.

Asimismo los miembros asociados está sujetos a unos Estatutos igualmente registrados, con todos los requisitos exigidos por las leyes.

Además, Nueva Acrópolis adjunta a sus Estatutos un Código Deontológico que se aplica en casos específicos de faltas graves a sus principios y finalidades, lo que podría llevar a la pérdida de la condición de miembro y, por lo tanto, al acceso de los estudios.

Paralelamente a los Estatutos y Código Deontológico, existen decretos de carácter administrativo; son reglamentos que facilitan la mejor convivencia y acuerdo entre todos los componentes de Nueva Acrópolis que asumen voluntariamente puestos que afectan al buen funcionamiento de la entidad. Estos decretos se revisan y modifican anualmente de acuerdo a las necesidades.

 

10. ¿Qué son los Dirigentes de Nueva Acrópolis?

Como su nombre lo indica, son aquellos miembros asociados que, tras varios años de labor y experiencia en su propia formación, en la labor educativa y en la administrativa, están dispuestos a ocupar cargos de responsabilidad en diferentes áreas. Sus tareas no son lucrativas sino voluntarias, y son revisadas periódicamente en las Asambleas Anuales. Se pone el acento más en el espíritu servicial hacia los demás que en el aspecto burocrático. No imponen su voluntad a nadie; más bien ayudan y enseñan, apoyan y colaboran en cuanto sea indispensable.

 

 

11. Desde su experiencia de estos años transcurridos, ¿cómo ve la OINA del futuro?

Hablar de un largo plazo es incierto, aunque las metas fundamentales, como apuntan hacia la evolución del ser humano, son en sí de largo plazo.

Pero podemos referirnos al corto y medio plazo.

A corto plazo tenemos que considerar la necesaria adaptación a las necesidades de los tiempos que se aceleran de manera indiscutible. El hecho de contar con un nuevo Presidente internacional desde hace un par de años, ya indica las ventajas de un relevo generacional con sus propios enfoques y actuaciones. Debo señalar la profunda relación discipular que existe entre el nuevo Presidente y mi persona, que se afianzó durante muchos años. Es un caso similar a la relación discipular que yo misma tuve con el Prof. Jorge Ángel Livraga, el fundador de Nueva Acrópolis, quien, a su vez, y como ya señalamos, tuvo sus propios maestros que le condujeron por la vía de la filosofía a la manera clásica, es decir, una filosofía práctica.

A medio plazo – que depende del corto plazo – necesitamos ampliar nuestra acción internacional, llegando a la mayor cantidad de personas que poseen aspiraciones filosóficas y espirituales, apoyándose en una renovada moral.

El mundo carece de valores, mucha gente se siente aislada, incomprendida y falta de confianza en el futuro. A esta gente debemos mostrarle nuevas vías de desarrollo externo e interno. Esto requiere un refuerzo de nuestra propia formación y organización para hacer frente a estos requerimientos: una mayor profesionalización de nuestros directivos, una mayor expansión de nuestros cursos y enseñanzas, de nuestra presencia en los medios, una exposición más definida de nuestras ideas y una ampliación de nuestro ámbito de acciones.

Me siento altamente comprometida con estos anhelos, tanto a corto como a medio plazo y tengo una total confianza en quienes tienen a su cargo la puesta en acción de nuestros principios y finalidades.

 

JC del Río

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