Esta consideración, acompañada de una postura filosófica, puede ofrecernos, por una parte, la enseñanza necesaria del pasado y, por otra, un reto para nuestra imaginación, de tal manera que busquemos nuevas soluciones a los problemas que la Humanidad afronta desde antiguo.
Y es en este marco donde colocamos el fenómeno social de las migraciones actuales, es decir, de los desplazamientos de los pueblos, en gran número, a otros países en busca de mejores condiciones de vida. La Historia ha registrado muchos testimonios de estos fenómenos, en gran variedad. Tales desplazamientos fueron muchas veces violentos, porque en el fondo siempre existe el viejo problema del sentimiento de posesión del terreno patrio por parte de las poblaciones locales que predominan. Otras veces, sin embargo, la llegada de nuevos pueblos ha enriquecido sensiblemente a las civilizaciones nativas y ha creado síntesis fértiles, que aún hoy día admiramos. Nacieron nuevas civilizaciones, porque no debemos olvidar que las ideas y las tradiciones civilizatorias emigran junto con los pueblos que son sus vehículos.
Así pues, no es nuevo el fenómeno de la búsqueda de una vida mejor, que observamos con dolor casi todos los días en los medios de comunicación, cuando nos informan de la odisea de tantos y tantos inmigrantes desde países vecinos, pero también lejanos, que esperan realizar aquí sus sueños. Las distintas edades medias que atravesaron todas las civilizaciones se caracterizan, entre otras cosas, precisamente por estos tipos de fenómenos migratorios. Y lo mismo sucede en esta nueva edad media en la cual empezamos a entrar.
Pero ¿por qué suceden estas cosas? La causa principal que reside en el fondo de este doloroso problema es la desigualdad en la distribución de los bienes y de la riqueza en el mundo, que se fue desarrollando a través de los siglos por la codicia y la explotación de los pocos poderosos a costa de los muchos, menos afortunados.
No obstante, podemos luchar contra la pobreza y la injusticia que obligan a cientos de miles de seres humanos a jugarse la vida “a cara o cruz” con tal de conseguir lo que muchos otros disfrutan en medio de la inconsciencia y el egoísmo. Hace falta tan solo que encuentren el apoyo necesario. Y es nuestro deber buscar esta ayuda y ofrecer la nuestra, por pequeña que sea, de manera que la esperanza vuelva a todos los que la han perdido por la injusticia del mundo.
Jorge Alvarado Planas
Créditos de las imágenes: Wikimedia
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